Experiencia inexplicable con una aparición espectral en los subterráneos de Almería

Un relato en primera persona que conecta la realidad con lo imposible

José Manuel García Bautista

Almería tiene muchos sitios perfectos que podrían ser el epicentro del misterio, principalmente aquellos que han estado vinculados a un suceso luctuoso o que tiene una fuerte relación con su pasado.

El escritor Alberto Cerezuela dedicó buena parte de su esfuerzo a ello en una saga de libros que ponía de manifiesto lo misterioso que tiene esta ciudad de nuestra Andalucía .

Uno de esos lugares es el refugio antiaéreo y antibombas de Almería bajo el Paseo y que data del año 1936 con el objeto de proteger a la población de los bombardeos por la Guerra Civil en España.

Es un trabajo ímprobo que tiene varios kilómetros de galerías y que daban ese cobijo a aquellos que hasta allí llevaban huyendo de los peligros de la guerra o de la muerte.

Experiencia de un testigo

Lo que les quiero narrar es una experiencia que me hizo llegar un testigo, inédita y que pone de manifiesto que estos lugares pueden ser, realmente, inquietantes.

Su protagonista es Antonio B. L. y de su vivencia la recuerda con una lucidez extraordinaria siendo ya casi un centenario. Sobre él me habló su nieto y de un relato que siempre le contó que había vivido.

El hombre, en una visita a su familia en el lado más occidental de Andalucía me decía: «Te he llamado por que mi abuelo, que es muy mayor, está en Sevilla y quiero que te cuente lo que vivió el hace ya tiempo, cuando la Guerra, siendo un chaval».

De esa forma me citó en su chalet en el Aljarafe sevillano y Antonio iba a comenzar a narrarme una experiencia en el que miraba, cara a cara al misterio. Con una lucidez tremenda me decía: «yo era un niño pero recuerdo bien aquellos días en los que íbamos a los refugios, no quedaba otra, la Guerra fue muy mala para la familia, dividió a muchos y alguno murió allí. Me pasó una cosa muy extraña en aquel lugar que siempre le he contado a mis nietos» comenzaba a explicarse.

«Una noche me despisté por allí y aunque todo estaba muy controlado y había gente, accedí a una parte de los subterráneos en los que no había nadie. Entonces entre en una túnel muy oscuro y me dio miedo. Al darme la vuelta había allí una mujer que me miró y me dijo 'no tengas miedo, no pasa nada' y me cogió de la mano. Noté que estaba muy fría y comenzó a andar hacia la oscuridad. Entonces me dijo que allí no iba a pasarme nada y que ella me acompañaba. Además aunque estaba oscuro yo veía su ropa clara allí, y me decía 'es sólo oscuridad, no pasa nada, no te va a pasar nada malo'. Fue cuando sentí a mi madre llamarme y grité 'estoy aquí', y vi una luz acercarse. Fue un momento inexplicable pues al iluminarse aquello y ver a mi madre ella me dijo: '¿Con quién hablas?' y le dije 'con esta señora' y mi madre me dijo que allí no había nadie, que estaba yo sólo y a oscuras, entonces sentí mucho miedo y me dijo que no me preocupara que, seguramente estaba allí medio dormido y que lo olvidara».

«Pasó mucho tiempo y hablé con mi madre de aquella experiencia que tuve y ella me dijo que no habían sido invenciones mías y que también ella sintió la voz de una mujer allí dentro que, cuando iluminó la galería ya no estaba» concluía Antonio mientras me miraba atentamente.

No dudo del relato del testigo, con noventa y muchos años que tiene su credibilidad y lucidez es asombrosa así como es la experiencia que siempre ha contado a sus nietos y que, de alguna forma, siempre le han escuchado como parte de un relato vital incuestionable.

¿Qué vio Antonio aquella noche? ¿Con quién estuvo? No se sabe a ciencia cierta pero, desde luego, algo que es inexplicable y que, tal vez, pueda estar en relación con la dama blanca que se comenta tiene como escenario de sus apariciones este mismo lugar.

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