Pagar para ver lo «feo», la otra forma de viajar

Lo último en turismo es mostrar las «vísceras» de las ciudades, lo que nadie quiere ver, desde el interior de las favelas de Río a las calles más pobres de Nueva Delhi

Un equipo de «Favela Experience» explica la vida de esta zona desfavorecida de Río de Janeiro a un turista ABC

JOSEFINA G. STEGMANN

Asif Pathan no muestra, en la visita guiada que prepara a los turistas que llegan a la India , ni el Taj Mahal al amanecer, ni ningún otro majestuoso templo. Tampoco museos o tiendas de souvenirs. Este joven de 17 años muestra otra realidad, la que fue suya y no olvida . La de la calle, la de las familias pobres que viven en los «slums», barriadas de chabolas sin luz, agua ni electricidad. «Los turistas se ponen tristes cuando ven estas cosas, le preguntan a la gente qué hace y cómo llegaron a esa situación», cuenta este joven con más rodaje que cualquier otro chico de su edad. Huyó de su casa a los nueve años , su madre lo abandonó y vivió con su padre hasta que falleció. Huérfano, Asif prefirió las calles de Nueva Delhi antes que aguantar los golpes de su hermana, quien le quiso arrebatar las ansias que este joven tenía de estudiar.

Asif estuvo dos años con su grupo de amigos viviendo en la calle. « Me pasaba el día buscando comida en la basura o robando con mis amigos», confiesa. Aparte de la pobreza y la delincuencia, Asif también convivió con la droga: «Mis amigos esnifaban pegamento, yo no, pero sí fumaba». Este escenario desolador cambió por completo cuando fue rescatado por una ONG , Salaam Balak Trust . Esta entidad se dedica a dar protección a los niños de la calle como Asif, acostumbrados a vivir con la pobreza, las drogas o la prostitución. Les dan la oportunidad de rehacer sus vidas , por ejemplo, trabajando como guías y aprendiendo así nuevos idiomas. Los recorridos son de una o dos horas y también incluyen una visita a la estación de tren. Al acabar, los jóvenes cuentan sus historias de vida.

Eliminar prejuicios

A miles de kilómetros de Nueva Delhi, en Brasil, la empresa « Favela Experience » ofrece precisamente eso: una experiencia en las favelas de Río de Janeiro. Su director, Adam Newman explica que el objetivo de los recorridos por favelas como Rocinha, Santa Marta, Morro de Babilonia o Complejo de Alemão no es venderlas como si fueran un producto de escaparate sino que buscan «eliminar prejuicios y crear más empatía entre los turistas y las personas de la comunidad». Incluso, si se solicita, también se puede acceder a un «Airbnb» en las favelas. Pero además, cuentan con un albergue en Vidigal en el que funciona una ONG que trabaja para los locales. Allí, los turistas pueden dormir en una habitación compartida por 35 reales (unos 9 euros y medio) la noche o un cuarto individual con cama matrimonial y vistas panorámicas por 140 (unos 37 euros) . «Los visitantes siempre nos preguntan por la inseguridad, pero les decimos que jamás tuvimos problemas. En las favelas las reglas son diferentes , es peor robar dentro que fuera. Hay gente que vende droga, como en todos lados, pero nada más». Los turistas son guiados por personas que viven y se criaron allí, lo que les permite comprender «cómo funciona, cómo llega el agua, cómo es la relación de la policía y el narcotráfico, etc...».

Por otro lado, pueden disfrutarse los parques o las vistas panorámicas . Por ejemplo, en Vidigal los turistas suben a ver el amanecer al famoso cerro Dos Hermanos. «Hay una parte bonita y otra fea, mostramos las dos, la realidad », concluye Newman, que cuenta que la sensación que se llevan los visitantes es chocante pero positiva. «Se sorprenden al ver que las cosas no están tan mal como pensaban y que aunque hay basura, la gente no sufre tanto como se dice. Al final, terminan replanteándose qué es calidad de vida y concluyen que no está tan relacionada con una visión materialista».

Visitar ciudades fantasmas

Visión materialista es precisamente la que no había (ni hay) en Prípiat, Ucrania . Esta ciudad fantasma fue abandonada por sus habitantes después de producirse, a una distancia de tres kilómetros, uno de los peores desastres nucleares de la historia: la explosión en Chernóbil . Treinta y un años después, la visita a la central es un atractivo turístico. «Las playas y las montañas están muy bien, pero Chernóbil es, literalmente, un viaje a través del tiempo. No hay ningún otro lugar donde pueda contemplarse parte de lo que fue la era soviética y que esté tan bien preservada », explica Martin Prieto, miembro de la asociación oficial de touroperadoras de Chernóbil (Chtoa, por sus siglas en inglés). Prieto reconoce que, al principio, la gente tiene miedo , «debido a lo que lee o a las terribles películas que hay sobre el tema, pero nosotros garantizamos la seguridad dándoles respiradores, utilizando dosímetros dos veces al día (para la radiación), etc».

Debido a su éxito, la Agencia Estatal de Ucrania ha abierto un albergue en Prípiat para conocer lo poco que quedó en pie (edificios, parques de atracciones abandonados…) de la ex ciudad soviética y hogar de los trabajadores de la central. El nuevo hotel se encuentra a 18 kilómetros de la central nuclear y sus habitaciones tienen el aspecto de las de cualquier hotel: camas, televisor, cuarto de baño y Wifi. «Había otros dos hoteles antes pero la gente está entusiasmada con este porque allí dormían los trabajadores que construyeron el Nuevo Sarcófago Seguro, la estructura para contener el reactor nuclear», concluye Pietro.

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