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Un niño de 5 años, grave tras haber sido picado por un alacrán en su casa de Buenos Aires

Fue picado en el cuello mientras dormía en su cama y sufrió cuatro paradas cardíacas

Buenos Aires Actualizado: Guardar
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En Buenos Aires, en el residencial barrio de Palermo, Tobias, un niño de 5 años, dormía plácidamente. Su sueño se rompió al sentir un pinchazo y dolor intenso. Un escorpión o alacrán (es lo mismo) le había clavado su garfio en la garganta. El chico tuvo que ser hospitalizado de inmediato. Permaneció en terapia intensiva diez días. Al borde de la muerte salvó la vida y por fin, le dieron el alta aunque tendrá que seguir un tratamiento ambulatorio.

El caso de Tobías hizo saltar la voz de alarma en la capital de Argentina donde, hasta ahora, se pensaba que no era frecuente la presencia de este tipo de artrópodos arácnidos.

«Eran las 5.30 de la madrugada. El nene lloraba y se retorcía.

Entonces empecé a buscar en la cama, entre las sábanas y ahí, lo vi: era un alacrán. Lo agarre con una franela (un trapo) y lo puse en un frasquito». La descripción de lo sucedido y la entrega del ejemplar que hizo en el hospital Gastón, el padre del niño, fue determinante para localizar y administrarle al pequeño el antídoto. Su hijo tuvo antes cuatro paros cardiacos pero, afortunadamente, será una pesadilla que podrá contar.

El caso de Gastón no es único. Él mismo sufrió una picadura, «hace tres años y mi esposa hace dos meses». El temor a una invasión de alacranes en la capital argentina ha provocado que se intensifiquen las fumigaciones, normalmente mensuales, en pisos y casas.

Existen 1.400 especies en el mundo que alcanzan tamaños entre los nueve milímetros (Typhlochactas mitchelli) y los 21 centímetros de los conocidos como emperadores o Hadogenes troglodyes. Gabriel Pisapia, subdirector del Instituo de Zoonosis Luis Pasteur advierte que no todos son letales pero «la mayoría de los alacranes que han ido apareciendo en la ciudad son venenosos». En declaraciones al diario Clarín añade, «¿La gente trae más alacranes que antes? Sí. ¿Hay más picaduras y de más gravedad que antes? Sí», se pregunta y responde en simultáneo.

La clave, según el experto, está en «la prevención» y asegura, «la fumigación habitual no sirve» porque son inmunes a los químicos que suelen utilizarse en la desinsección doméstica. «Los alacranes siguen a las cucarachas. Es un tema de saneamiento ambiental: no juntar basura, no tener un cuartito donde se almacenan cosas y no se sabe qué son y para qué y tener un ambiente limpio que no sea favorable a las cucarachas», son algunas medidas que propone para tener en cuenta.

Lucio Martín acaba de fumigar un apartamento del barrio de Recoleta, «hasta ahora no he encontrado a nadie que viera alacranes pero en todos los sitios me han hablado de ellos», observa. Asegura que la sustancia que él dispersa termina con los escorpiones de tierra y «con todos los insectos, hasta las polillas» especie abundante en esta etapa de verano austral. El doctor Pisapia, en Clarín, advierte, «cuando el alacrán está en el hogar el riesgo de fumigar es dejarlo con hambre» porque «puede provocar un cambio de conducta y de hábito« y que «aparezca de día».

La epidemia de alacranes no es tal en la ciudad pero su aumento es una realidad que no distingue entre ricos y pobres. La familia de Paulina vive en la imponente avenida de Libertador esquina a Montevideo, equivalente en Madrid a la Castellana esquina Hermosilla. Después de descubrir dos alacranes zascandileando por su piso (uno en la bañera) decidió mudarse. «nos dijeron que se trataba de la variedad de escorpiones más venenosos de todos. Entre en pánico», asegura en Infobae.com.

Para mayor angustia, el doctor Pisapia advierte, «en Capital Federal la picadura más aguda y dolorosa es la de un alacrán». Dicho esto, en redes sociales, radio, televisión y prensa escrita, se recomienda no andar descalzo y llevar, al menos, siempre puestas unas «ojotas» (chancletas).

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