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Así funcionan los aviones apagafuegos más potentes de España

Miguel Ángel Esteban forma parte del 43 Grupo del Ejército del Aire y es uno de los tantos valientes encargados de apagar los incendios que cada año calcinan miles de hectáreas en nuestro país

MADRID Actualizado: Guardar
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«Esteban es mi nombre de guerra», dice orgulloso Miguel Ángel. No es para menos. Puede que no le toque combatir cuerpo a cuerpo pero desarrolla una labor igual de peligrosa: apagar los incendios que arrasan con miles de hectáreas cada año.

Pertenece al 43 Grupo del Ejército del Aire, unidad dedicada a pilotar los anfibios, aviones apagafuegos que vistos en las fotos, parecen de juguete pero a primera vista impresionan, no solo por su magnitud sino por la labor tan necesaria que realizan ahora que empieza la temporada de incendios.

Y es que Portugal no solo está sufriendo los estragos del fuego, que ya ha arrasado 30.000 hectáreas y se ha cobrado 64 vidas. Españaya lleva en los primeros cinco meses del año 6.119 incendios y 38.199,69 hectáreas forestales quemadas.

Miguel Ángel lleva nueve años en su labor, pero recuerda como uno de los peores el del Bierzo de este año, que «fue muy complicado por la orografía y el viento». También recuerda el de Andilla de 2012 o los de Canarias, «porque son islas muy orográficas, con mucho viento y turbulencia y nunca podemos cargar en el mar, tenemos que hacerlo en tierra».

La dificultad de cargar con las olas del mar

Miguel Ángel cuenta que las mayores dificultades para cargar agua se producen sobre todo en el mar cuando hay muchas olas. «Más de medio metro de ola ya hace imposible cargar. Y en el caso de los pantanos depende de si están muy encajonados y hay mucho viento».

Estos valientes militares vuelan unas nueve horas por día cargando y descargando litros de agua sobre las llamas que en muchas ocasiones llegan a rozar. «Para nosotros ya es una costumbre. Lo peor ya no son las llamas o las turbulencias...es cuando se te juntan muchas cosas: por ejemplo, un incendio muy orográfico con mucho viento».

Los aviones anfibio tienen una capacidad de 6.000 litros de agua repartidos en dos depósitos de 3.000 cada uno, ubicados en el centro del avión y que al perder su contenido cambia el centro de gravedad haciendo subir el «morro» del avión y generando fuertes movimientos en el interior de la cabina. Varios pilotos contaban que los problemas de visión o audición no son los únicos que les controlan sino también los de espalda, por los golpes que sufren en cada vuelo.

En el avión, que va a unos 320 kilómetros por hora, viajan tres personas: un piloto, un copiloto y un mecánico de vuelo. Estos militares trabajan los 365 días del año, no solo cuando empieza la campaña de incendios.

«Siempre quise venir aquí. Soy piloto civil, luego me hice militar. Tenía para tres o cuatro años y ya llevo nueve. Es un trabajo para mí, es la forma que había en España de volar un hidroavión y ese era mi sueño», concluye sonriente.

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