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Trastornos alimentarios

Electrodos contra la anorexia

El Hospital del Mar utilizará, por primera vez en Europa, la estimulación cerebral profunda para tratar este trastorno

BARCELONA Actualizado: Guardar
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La estimulación cerebral profunda ya se ha mostrado efectiva en pacientes con párkinson o distonías. También para el tratamiento de los trastornos obsesivos compulsivos y la esquizofrenia. Ahora, esta técnica, que consiste en la estimulación de determinadas zonas del cerebro con electrodos, brinda a las pacientes con anorexia severa la posibilidad de tener controlada la enfermedad.

El Hospital del Mar de Barcelona probará de forma pionera en Europa el uso de este procedimiento quirúrgico en ocho afectadas por este trastorno alimentario apuntando, no a las zonas del cerebro que regulan el apetito o los vómitos, sino a las responsables de la comorbilidad asociada, es decir, los problemas depresivos y los pensamientos obsesivos, según explica a ABC la neurocirujana del Hospital del Mar y miembro del grupo investigador, Gloria Villalba.

El proyecto, subvencionado por el Ministerio de Sanidad a través de una beca y en el que colabora el Instituto de Trastornos Alimentarios (ITA) de Barcelona, supone una experiencia pionera en España y en Europa. «Solo se ha probado la técnica en China, con cuatro pacientes, y en Toronto, con otras seis, aunque no de una forma tan completa como vamos a hacer nosotros. Además vamos a realizar dos ensayos doble ciego», apunta la doctora Villalba.

A las ocho pacientes selecccionadas, que presentan cuadros severos de la enfermedad y no han reaccionado previamente a las terapias, se les someterá a una pequeña intervención quirúrgica en la que se les colocarán unos diminutos electrodos de un centímetro de longitud en las dos áreas del cerebro implicadas en la sintomatología asociada -el cíngulo subgeniculado y el núcleo accumbens-. Estos electrodos irán conectados a una pequeña batería -una especie de marcapasos-, que se instalará a las pacientes, vía subcutánea, en la zona del abdomen o de la clavícula, y que les enviará los estímulos eléctricos.

«El objetivo no es estimular una diana que controle el apetito, sino estimular una diana que mejore los circuitos del estado de ánimo, la ansiedad y la motivación-recompensa», explica Gloria Villalba. Aclara, asimismo, que «será una estimulación ajustada a cada enferma». «Se apuntará al cíngulo subgeniculado o el núcleo accumbens en función del perfil clínico de la afectada. Es una cirugía con poco riesgo de complicaciones», precisa Villalba. En este sentido, destaca las ventajas de este procedimiento con respecto a otras técnicas ablativas.

Reversible y ajustable

«Es reversible y ajustable y, además, apenas tiene efectos secundarios», dice la neurocirujana del Hospital del Mar. Solo en un uno por ciento de los casos esta técnica causa hematomas, en otro uno por ciento crisis epilépticas y un cinco por ciento, infecciones. Su mayor handicap es, hoy por hoy, su elevado precio, de unos 20.000 euros.

No todas las anoréxicas son candidatas a este tratamiento neuroquirúrgico. La técnica está pensada para pacientes con más de diez años de evolución de la enfermedad que no responden a otros tratamientos (la anorexia reaparece o no se completa el tratamiento) y con disminución muy severa del peso, por debajo de un Índice de Masa Corporal (IMC) de 17.

«No se puede incluir a pacientes con trastornos mentales como la psicosis o el trastorno bipolar, pacientes con contraindicaciones neurológicas, embarazadas o que vivan muy lejos del punto de estudio», aclara el doctor Víctor Pérez, jefe del servicio de psiquiatría del Hospital del Mar y miembro de este equipo multidisciplinar.

En términos porcentuales se calcula que un 30 por ciento de las afectadas por anorexia nunca supera la enfermedad y de éstas entre un 5 y 10 por ciento son idóneas para esta técnica de neurocirugía.

Alto riesgo de suicidio

El objetivo de la investigación es que este grupo reducido de pacientes, con un alto riesgo de suicido y con una pérdida de peso severa que pone en riesgo su vida, puedan controlar la enfermedad. «Son mujeres que rondan los 30 años y tienen un elevado grado de dependencia. No van a curarse nunca pero sabemos que mejorando su estado de ánimo y controlando su ansiedad van a mejorar su situación y su peso», añade la expecialista del Hospital del Mar.

En estos momentos, el hospital está seleccionando a las ocho candidatas y calcula que en febrero realizará la primera cirugía. «Confiamos en presentar los primeros resultados el próximo verano», concluye.

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