José Francisco Serrano Oceja

Como ayer en Milán

Quizá lo que la Iglesia en España necesita en estos días es un poco de esa medicina integradora

José Francisco Serrano Oceja
Madrid Actualizado: Guardar
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La visita del Papa Francisco a Milán me ha recodado aquello que decía Emmanuel Mounier: la misión de los cristianos es salir «a cambiar la historia en vez de sermonearla». Si todos los viajes del Papa contienen una profunda carga simbólica, y un no menor relevante mensaje –y por tanto hay que estar atentos a su palabra y a sus gestos-, éste con más motivo en la actual circunstancia del pontificado. Milán, «mediolanum», tierra intermedia, es una de las pocas metrópolis europeas a las que el Papa expresamente se ha acercado, aunque sea para poco más de diez horas.

El pasado mes de noviembre, recién cumplidos los setenta y cinco años, el cardenal arzobispo de Milán, Ángelo Scola, de quien se dice fue la alternativa al cardenal Bergoglio en el Cónclave, presentó la preceptiva carta de renuncia.

La Iglesia en Milán es una Iglesia marcada por la huella del pontificado contemporáneo. En su catedral aún resuenan la palabras del cardenal Giovanni Battista Montini y también las del cardenal Carlo María Martini, dos referentes indiscutibles para el Papa Francisco. La sede ambrosiana es la Iglesia en la que nació «Comunión y Liberación», uno de los carismas más activos y fecundos en Italia y que más trabaja por hacer entender que el cristianismo se comunica por atracción no por proselitismo.

Como ha insistido recientemente el cardenal Ángelo Scola en un alarga entrevista a la revista «Huellas», la Iglesia está aprendiendo del Papa Francisco tanto la pedagogía de las periferias como la radical decisión evangélica de abolir cualquier exclusión. «Cristo quiere –afirma el arzobispo de Milán- encontrarse con todos sin excluir a nadie». La forma del ministerio petrino del Papa nos está ayudando a profundizar en las dimensiones católicas, universales, acogedoras, sanadoras de la fe. No solo con los que puede parecer están más alejados. También con los de dentro de la Iglesia. Quizá lo que la Iglesia en España necesita en estos días es un poco de esa medicina integradora. Por no decir que lo que necesitamos es una visita, un abrazo, del Papa Francisco. Como el de ayer en Milán.

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