Montiel de Arnáiz - OPINIÓN

Payaso Iglesias

Lo reconozco, me cansa Pablo Iglesias

Montiel de Arnáiz
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Lo reconozco, me cansa Pablo Iglesias. El antiguo cachorro de las Juventudes Comunistas y actual líder «vitalicio» de Podemos es un encantador de serpientes como no ha habido otro desde Felipe González, se metamorfosea a voluntad del respetable, cambia su programa las veces que sea necesario para convertir su partido en un producto neutro, sin radicales libres. Le reconozco el carisma e incluso encuentro cierto halo de nobleza en sus protestas pero no soporto su efectismo, que es copiado por multitud de mini–líderes podemistas en toda España: cada día exige un titular nuevo, cada información una contrainformación.

Hoy, por ejemplo, yo tendría que estar repartiendo estopa al Partido Popular, en grave riesgo de ilegalización como organización criminal al haberse destapado las execrables prácticas de saqueo de las arcas públicas con todo tipo de artilugios y estratagemas, manipulando jueces y periodistas de todos los tipos e ideologías para conseguir desactivar las causas judiciales en su contra, pero en vez de eso, el siempre ávido Iglesias se saca de la coleta cualquier tipo de ocurrencia vespertina, ascética o postcoital, y desvía mi foco de atención hacia sí.

Que Irene Montero se autoinvite a las tertulias de la SER no sería de extrañar conociendo a la citada pero, claro, lo hace precisamente el día en que Podemos exige al caído en desgracia Errejón dejar participar en el programa que lo acoge desde hace años. Y que Pablo se ponga americana, fea y más allá de su talla, para solicitar a las demás fuerzas opositoras una moción de censura contra Rajoy por la gravedad de la situación nacional estaría bien siempre y cuando hubiera presentado un CANDIDATO, tal y como exige el artículo 113.2 de la Constitución, y que su medida pudiera llevar a algo real.

Lo cierto es que todo es ilusionismo, marketing y postureo. Iglesias busca dañar al odiado PSOE, herido de primarias; intenta convertir el escenario político en un espectáculo mayor del que ya es; lo adorna con luces y serpentinas, monta ruedas de prensa y hashtags sin fin ni piedad y, sinceramente, creo que se equivoca porque, como a mí, habrá votantes suyos a los que aburra y agote. Este circo va ya sobrado de payasos.

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