Fernando Sicre

Nación sin discusión

De manera recurrente la llegada de todo seis de diciembre, exige discutir sobre la Constitución

Fernando Sicre
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De manera recurrente la llegada de todo seis de diciembre, exige discutir sobre la Constitución. Se discute porque existe. De igual manera que para divorciarse solo hay que estar casado. Son las cosas que ocurren cuando se llega a determinado estatus: el constitucional o el marital. Lo que cada uno haga con su vida es su problema, pero lo que cada uno o algunos quieran hacer con España no sólo es cosa suya, sino que es de todos. Siempre hubo situaciones peores, si no que se lo digan a los que fueron sujetos políticos en la I República y su disparatada opción cantonalista: Murcia, Jumilla…todos independientes y cuidado osar rebasar cada frontera o inmiscuirse en asuntos internos, porque sería motivo de declaración de guerra.

Aún quedan rescoldos de entonces. El alcalde de Cartagena se quiere separar de Murcia. Le deben molestar los pobres murcianos y quiere dar riendas sueltas a sus caprichos. En este país no caben más tontos.

Zapatero encendió la mecha y el explosivo está a punto de estallar ahora, cuando él se dedica a dar la lata en Venezuela. Dijo que el concepto de nación es «discutido y discutible». A continuación dijo «desde que tengo uso de razón me han asustado las afirmaciones categóricas, indubitadas y que rezuman fundamentalismo». Hay una pequeña parte de verdad y una gran mentira. Los conceptos se han ido construyendo a lo largo de un determinado período histórico, además, cualquier concepto adquiere vigencia en el contexto en el que se aplica. Y es aquí donde las afirmaciones del inefable ZP, azote ahora de la democracia venezolana, debió advertir del problema que iba a originar, por falta de rigor y posiblemente por su podredumbre intelectual. Porque los conceptos de nación y de soberanía, deben considerarse en el contexto de nuestra Constitución, en la que no cabe duda alguna de los mismos.

Con demasiada frecuencia se confunde los términos nación, con los de país, pueblo o Estado. Lo mismo ocurre con la nacionalidad, que indica la pertenencia a un Estado, si bien su término más correcto para indicar esa relación sería el de ciudadanía. La confusión aparece en el propio término “Naciones Unidas”, que representa realmente una organización de Estados y no de naciones o pueblos. La definición de nación está fuertemente cuestionada. Mucho de los conflictos políticos más duraderos, giran en torno a la cuestión de si un grupo concreto es o debe considerarse nación. El doble componente cultural y político atribuido al concepto, posibilitan situaciones casi infinitas. De ahí que Meinecke distinguiera entre naciones culturales y naciones políticas. Pero, sin duda toda nación cultural se ha configurado mediante factores históricos, culturales y étnicos. Las naciones modernas surgieron cuando los pueblos establecidos, se vinculan con la doctrina de la soberanía popular, asociándose un territorio histórico determinado. Otras identidades nacionales se han forjado en circunstancias políticas, conformando el concepto de nación política. Reino Unido funda la nación en la unión de cuatro naciones culturales. Los EE.UU fundamentan la nación en el sentimiento de lealtad común a los principios democráticos liberales expresados en la Declaración de Independencia y la Constitución EE.UU. Los franceses la fundan en la aceptación de los principios que se derivan y se vinculan a la Revolución francesa, sintetizados en los de libertad, legalidad, igual y fraternidad. Es decir, todas éstas fundamentan el concepto de nación, en la aceptación voluntaria de un conjunto de principios y objetivos. El caso español entronca en la Constitución de 1812, actualizado con la Constitución de 1978.

Ortega escribió que España ha sido la primera nación que ha existido, en el sentido moderno de esta palabra. La soberanía nacional reside en el pueblo español, en la Nación española, del que emanan todos los poderes del Estado. Nación y Constitución se funden, amparando ésta última la indisoluble unidad de la Nación española. Mientras esto no se cambie, el debate es estéril. Desde luego debiera serlo.

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