Ignacio Moreno Bustamante - OPINIÓN

Kichi, la 'ley mordaza' y Otegi

José María González tiene un serio conflicto interno. O varios. Y como sabe que su faceta de activista es del todo incompatible con ser alcalde, trata de eludir ciertos temas

Ignacio Moreno Bustamante
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José María González tiene un serio conflicto interno. O varios. Y como sabe que su faceta de activista es del todo incompatible con ser alcalde, trata de eludir ciertos temas. Pero sus contradicciones siguen ahí. Por más que trate de escurrir el bulto. Algunas de esas contradicciones quedaron en evidencia en la entrevista que publicamos en estas mismas páginas hace hoy una semana. La primera de ellas es a causa de lo que él denomina ‘ley mordaza’. Una ley que, así lo ha dicho, no le gusta. Pero resulta que a los policías locales de Cádiz sí. De ahí que se acogieran a ella cuando se hizo público el vídeo del joven que vendía pescado. Los agentes, sus agentes, denunciaron a la persona que lo difundió al entender que se ponía en peligro su integridad física y la de sus familiares, ya que podían ser reconocidos.

Un trago por el que a ninguno de ellos les habrá gustado pasar y que se vuelve aún más amargo cuando su jefe supremo, aquel que debería apoyarles en todo sin fisuras, pone en cuestión su decisión y les reprocha que denunciaran.

Otra de las peleas internas de Kichi, que pretende afrontar con el bastón de mando en una mano y con el megáfono en la otra, es la de la venta ambulante ilegal. Definió el alcalde como un problema «complicado y bonito» el hecho de que un joven se plante en una esquina a vender productos de consumo sin ningún tipo de control sanitario. No sé dónde le ve la belleza al asunto. Y menos aún la complejidad. La solución es bastante sencilla._No se puede vender. Punto. Por dos razones. Porque le hace competencia desleal a los comerciantes legales y, sobre todo, porque pone en riesgo la salud de sus vecinos. Y vecinas. Sin embargo, lo excusa, pone paños calientes. «Tiene que poner un plato en la mesa», argumenta. Pues ayúdele. Pero no así. Porque con ese argumento se abre la veda. Y, ¿dónde está el límite? Si mañana vende droga, ¿también vale?

En fin, siendo estos dos temas muy clarificadores sobre qué piensa realmente nuestro excelentísimo alcalde, sin duda el que lo es más, el que se lleva la palma, es de Arnaldo Otegi. Kichi condenó en el Pleno del viernes el terrorismo de ETA. Faltaría más. Hasta ahí podríamos llegar. Pero eludió hablar de Otegi. Eludió tener que pronunciarse sobre qué piensa de su persona. Si lo ve como un condenado por pertenencia a banda armada o –como hacen sus compañeros de Podemos–, cree que es un «gran político», un «hombre de paz». Ahí la oposición no estuvo a la altura. Dejó que se escabullera. Que sembrara la duda. Ya saben, el mensajero. Estos periodistas manipuladores. Prensa del régimen. Caverna. Atroces. Pero la videoteca es muy tozuda. Tanto que sólo hay que ver el vídeo. Y comprobar que Kichi, al igual que hace con el que vende pescado ilegal, justifica todas y cada una de las acciones cometidas por Otegi. El terrorista.

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