Nandi Migueles - OPINIÓN

Ava Gadner

Me viene a la memoria aquella leyenda urbana donde se le atribuía todos los años a Noly la autoría de esos tangos tan maravillosos de aquellos coros de Quizo Zamora o Rafael Pastrana

Nandi Migueles
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La historia de España nos dejó episodios insólitos que aunque fueran extravagantes o asombrosos saltaron de ser leyendas urbanas para convertirse en hechos verídicos y fehacientes para toda la vida. A poco que a los españolitos nos pareciera que algunas de estas fábulas reforzaba nuestra naturaleza como macho ibérico, nuestra fama de conquistador o nuestra aureola como pícaro y hábil granuja, a esta leyenda se le considerada con suficientes argumentos creíbles como para pasar de ser de cuento de elfos a historia real.

Una de ellas es la que cuentan sobre aquella frase que se le atribuyen al famoso torero Luis Dominguín y que sucedió en aquella primera vez que estuvo en la cama con la bella actriz Ava Gardner.

Al terminar el acto el maestro sin mediar palabra se vistió rápidamente, a lo que la preciosa artista le pregunto que adónde iba con tanta prisa y él sin pestañear le contestó: «a contarlo». Está claro que esa historia podría ser real ya que no todos los días se acuesta uno con el animal más bello del mundo, aunque yo pueda decir que sí.

En la historia de nuestro carnaval ocurre muchas veces lo mismo. Basta que unos de estos cuentos chinos tengan las propiedades necesarias, el morbo requerido y el afán de justificar alguna derrota, para que este chisme pase a ser un hecho cierto y empíricamente probado. Tenemos como ejemplo aquella supuesta gran bronca que cuentan los más viejos del lugar donde se enfrentaron a golpes los componentes de esos dos míticos coros, Los Marcianos y Los bichitos de Luz.

Y como más reciente, la creada este año por algunos de los perdedores donde contaban que el presidente del jurado y todos sus miembros teníamos en nuestras mentes la predisposición y simpatía necesaria para otorgar los primeros premios de antemano en todas sus modalidades. Hay otras leyendas urbanas y carnavalescas como aquella que contaba que un concejal se metía en los camerinos de cierto coro para certificarle su premio más de una vez. O aquella que contaba que un famoso autor de comparsas estuvo durante muchos años viajando a Madrid a la Sociedad General de Autores para registrar a su nombre obras de otros compañeros o incluso de autores que habían fallecidos o eran neófitos de tales registros y posteriores derechos.

Me viene a la memoria aquella leyenda urbana donde se le atribuía todos los años a Noly la autoría de esos tangos tan maravillosos de aquellos coros de Quico Zamora y Rafael Pastrana, o incluso que eran tangos de encargo compuesto por algún músico profesional. Leyendas urbanas como la que narraban con todo tipo de detalles sobre aquel director de coros que sobornó al jurado con dinero en mano con el fin de que su coro pasase a la final, aunque no hubiera por dónde coger tal esperpento.

Las leyendas urbanas en la mayoría de los casos sirven para alimentar el morbo y hacer creíbles situaciones que por sí solas nadie daría por verdaderas. Todos necesitamos una Ava Gardner en nuestra vida para poder justificar aquellas cosas increíbles que pasan a nuestro alrededor.

La persecución y maltrato en el concurso es tal vez la leyenda negra que perdura con más tiempo implantada en nuestro certamen como si se tratara de una veta insertada a fuego.

Echar la culpa a los demás de todos tus males carnavalescos es lo típico en muchos carnavaleros, pero a Ava Gardner no la conquista cualquiera.

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