Antonio Papell - OPINIÓN

Derecho a decidir

El nacionalismo catalán está haciendo el ridículo con el argumento de que Alemania, como España, tampoco es una democracia

Antonio Papell
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 El discurso del nacionalismo catalán asegura que el régimen político español no autoriza la celebración de un referéndum de autodeterminación -ellos lo llaman el ejercicio del 'derecho a decidir'- porque en realidad no es una verdadera democracia. En un sistema pluralista cabal -continúan los sofistas del particularismo y la disgregación por razones étnicas-, las urnas se imponen siempre a las leyes.

Estas tesis, que son sencillamente falsas e incompatibles con las esencia de la democracia occidental, son repetidas incesantemente por los apologistas de la independencia unilateral de Cataluña, con la goebbelsiana pretensión de que a fuerza de insistir en la mentira esta se convierta en verdad. Pero tal portento no llega a suceder, y por si hubiera necesidad, he aquí algún argumento foráneo que desmonta la falacia.

De entrada, hay que recordar que la resolución de las Naciones Unidas de 14 de diciembre de 1960, con la que se aprueba la 'Declaration on the Garanting of Independence to Colonial Countries and Peoples', y cuyo artículo 2 se considera el acta de nacimiento del derecho a la autodeterminación de los pueblos, afirma literalmente en su artículo 6 que: «todo intento dirigido a la ruptura total o parcial de la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas». Niega, pues, el llamado «derecho de secesión». De hecho, Naciones Unidas, en toda su jurisprudencia, ha limitado el derecho de autodeterminación a los territorios que se encuentran en una situación colonial y a los que estén sojuzgados por la fuerza y privados del disfrute de los derechos humanos.

Pero, además, hemos asistido y estamos asistiendo a sucesivas negativas de añejas y prestigiosas democracias que se niegan a plantear siquiera ese pretendido derecho a la secesión. La última de ellas ha sido la alemana. El Tribunal Constitucional de Alemania, con sede en Karlsruhe, acaba de inadmitir a trámite el recurso de amparo constitucional presentado al respecto por un ciudadano en el que este solicitaba «un referéndum para la salida de Baviera de la República Federal de Alemania (RFA)».

La iniciativa partía de un pequeño partido independentista, el Partido de Baviera (Bayernpartei, BP), fundado en 1946, y que en las elecciones regionales del 2013 logró sólo el 2,1% de votos, por lo que no tiene representación en el Parlamento bávaro. Sin embargo, una fracción de la CSU, el partido socialcristiano que gobierna con la CDU en Baviera y en Alemania, exhibe históricamente un agravio fiscal con respecto a la Federación y a la propia UE; esos disidentes nacionalistas «consideran que no pueden seguir subvencionando con dinero de los contribuyentes bávaros a los länder con menos recursos, ni desean seguir rescatando países en crisis del continente como se ha hecho los últimos años», como ha recordado el director de La Vanguardia en un artículo sobre esta cuestión.

El auto del constitucional alemán lleva fecha del 16 de diciembre, pero trascendió el pasado miércoles. Su rechazo recuerda que la soberanía reside en el conjunto del pueblo alemán, y que tal soberanía corresponde a los ciudadanos alemanes, no a los 16 länder (estados federados) que componen el país.

En su bien poco extensa y lacónica argumentación, el TC federal germano señala que en la Grundgesetz (Ley Fundamental, la Carta Magna promulgada en 1949) no caben «las aspiraciones secesionistas de länder individuales», porque «en la República Federal de Alemania, como Estado nación basado en el poder constituyente del pueblo alemán, los länder no son 'dueños de la Constitución». Tales aspiraciones separatistas, concluye el Alto Tribunal, «violan el orden constitucional». Con este razonamiento, los tres jueces del TC que examinaron el recurso decidieron no admitirlo siquiera a trámite, e indicaron que «este auto es definitivo».

Hay otros ejemplos (en Italia, Estados Unidos, Francia, etc) que podrían traerse a colación. Pero de momento es suficiente con sugerir al nacionalismo catalán que continúe haciendo el ridículo con el argumento de que Alemania, como España, tampoco es una democracia.

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