Imputados y, sin embargo, candidatos

El clamor a favor de la dimisión de los imputados ha desaparecido cuando los imputados son nacionalistas catalanes

Edurne Uriarte

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Hasta hace un par de meses había un clamor a favor de la dimisión inmediata de todo político imputado. Entre los principales partidos políticos, con excepción del PP que se quedó solo en aquello de la presunción de inocencia o en la letra de la ley y en la espera al menos hasta el procesamiento. Por supuesto, la inclusión del imputado en unas listas electorales era considerada poco menos que motivo de defenestración del responsable del partido correspondiente, intolerable, escándalo nacional, y hasta crisis del sistema democrático. Pero he aquí que, cuando los imputados son nacionalistas catalanes, como es el caso, ninguno de los partidos que ocuparon innumerables portadas de periódicos con sus exigencias de dimisión de imputados han osado sugerir siquiera su rechazo a que concurrieran a las elecciones. Como si aceptaran la denominación nacionalista de que son presos "políticos" o, en este caso, imputados "políticos".

Y eso que los delitos por los que están imputados son bastante más graves que los de tantos y tantos casos en que la dimisión del imputado fue considerada poco menos que asunto de interés y gravedad nacional. No sólo hay malversación de millones de euros del erario, sino que sus posibles delitos son mucho más graves y amenazadores para nuestra democracia. De ahí el elevado número de años de cárcel a los que podrían ser condenados, o de ahí la propia prisión provisional . Y por si todo lo anterior fuera poco, también hay fugados, lo que en cualquier otro caso de una trama política imputada habría hecho aún más escandalosa su presencia en unas listas electorales.

Pero los mismos políticos y partidos que clamaban por la dimisión inmediata del imputado, desde Pedro Sánchez, pasando por Albert Rivera, hasta Pablo Iglesias, parecen aceptar la total normalidad de que los imputados nacionalistas puedan continuar su actividad en las instituciones políticas. El único partido relevante que se libra, al menos parcialmente, de esta tremenda incoherencia es el PP que se quedó solo en su crítica a las exigencias de dimisión inmediata de los imputados. Y seguramente el partido más afectado por la incoherencia es Ciudadanos, no sólo porque lideró en algunos momentos y comunidades la defenestración política de los imputados, sino porque va a liderar la oposición en Cataluña, y, quizá, incluso el propio Gobierno catalán, si las encuestas han calculado mal el sentido de la mayor movilización política.

Inés Arrimadas tendrá que explicar en algún momento por qué no está denunciando la inclusión en las listas de todos los imputados, y, cuando se conforme el Parlamento, por qué no lidera la exigencia de dimisiones. Porque dudo que lo haga, como sí lo haría si los diputados imputados lo fueran del PP. En demostración de que los nacionalistas mantienen una notable capacidad de influencia en el debate político nacional, incluso en sus peores momentos. Hasta han logrado que el resto del país acepte que, en efecto, los imputados nacionalistas son "políticos", por lo que sus posibles delitos lo serían también. Además de mantener el habitual temor de todos los demás a tratarles exactamente igual que al resto de políticos y de ciudadanos.

Pero la incoherencia tendrá sus efectos a partir de ahora en la política nacional. Cuesta imaginar nuevas campañas contra la continuación de los imputados en política, cuando no se ha hecho ninguna contra los imputados responsables de más grave crisis política de nuestra democracia desde la Transición. Si es que aplicamos la coherencia, claro está.

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