Ramón Pérez-Maura

Le han hecho un «Jorge Fernández» a Donald Trump

Los fiscales especiales se ven forzados a demostrar que el dinero del contribuyente ha sido bien invertido

Ramón Pérez-Maura
Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Verdaderamente las comparaciones son odiosas. Recordarán ustedes el escándalo que se armó en España con el hecho de que al ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, le grabasen una conversación en su despacho. Al ministro le dijeron de todo menos bonito. Le llamaron de incompetente para arriba por dejarse grabar en Castellana 5. Que no digo yo que no sea un lugar donde deban tomarse medidas de seguridad que impidan un hecho así. Pero estarán de acuerdo en que si se espera eso del despacho del ministro del Interior del Reino de España, cuánto más cabe imaginarlo en el Despacho Oval. Pues nada, por allí ha pasado esta semana Sergei Lavrov, ministro de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa, y se ha armado la mundial con la información que le habría proporcionado Donald Trump. Confieso que no entiendo muy bien la polémica.

Parece que la fuente de la información es Israel y el asunto el Daesh. ¿A quién puede sorprender que los servicios israelíes tengan infiltrado el Daesh? ¿Qué tiene de especial que Israel ofrezca información sobre esa materia -y tantas otras- a Estados Unidos? ¿Quién puede estar interesado en que Rusia no se alinee claramente con Occidente en nuestra lucha contra los asesinos yihadistas? ¿De verdad creen que el Daesh no se pasa el día entero intentando identificar espías infiltrados? Yo preferiría no pasar un fin de semana con Vladímir Putin en su palacete de Crimea, pero creo que es fundamental luchar juntos contra el terrorismo islamista igual que fue una cuestión de vida o muerte la que obligó a Occidente a pactar con Stalin contra la barbarie nazi. Y es cierto que eso trajo detrás medio siglo de tiranía en el Oriente europeo y otras partes del planeta. Pero la alternativa hubiera sido que Rusia se hubiese quedado con ese Oriente y el nazismo con el Occidente.

Donald Trump va a tener una Presidencia marcada por su cercanía o lejanía de Rusia. El hecho de que ya haya tenido que aceptar el nombramiento de un fiscal especial para investigar las relaciones de Rusia con su campaña es muy preocupante para él porque esos fiscales son todopoderosos, no tienen que rendir cuentas a nadie hasta el final de su labor y cuentan con medios casi ilimitados. Y precisamente por el alto coste que suele tener su mandato se ven forzados a demostrar que el dinero del contribuyente ha sido bien invertido proporcionando alguna acusación contra el investigado. Añadamos a ello que el designado en esta ocasión, Robert Mueller, es un antiguo director del FBI, inmediato predecesor y amigo del destituido James Comey con el que tenía una estrecha relación y podemos imaginar dónde están sus simpatías en el caso que nos ocupa.

Lo curioso de este asunto ruso es que cuando se empezó a especular con lo que Trump había contado al ruso y se pidieron datos, salió Putin a decir que él podía ofrecer las grabaciones de la conversación del presidente con Lavrov. Vamos, que los rusos habían hecho un «jorge fernández» a Trump. Llegados a ese punto, yo no he visto a nadie en Estados Unidos escandalizarse porque los rusos hubieran grabado en el Despacho Oval ni pedir la dimisión del presidente Donald Trump por ello -debe de ser lo único por lo que no se la piden. Allí se asume que el enemigo de la nación siempre estará intentando ganarte por la mano -cuando menos.

Ver los comentarios