Dudas que matan

Cualquier diagnóstico medianamente honesto de la situación obliga a ser cauto, pero sin dejar de subrayar las contradicciones

Jaime González

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Un puñetero máster en Derecho Autonómico amenaza seriamente a Cristina Cifuentes, lo que viene a confirmar el dicho de que el diablo está en los detalles. En un simple currículum, por ejemplo. La Universidad Rey Juan Carlos I atribuye a un «fallo de transcripción» el hecho de que en el sistema de gestión de alumnos apareciera en el curso 2011-2012 un «No presentado» en dos materias que en 2014 se convirtieron en «Notable».

Podría ser, pero si sumamos las explicaciones de la Universidad -se presentó y aprobó en ese año- a las explicaciones previas del entorno de Cristina Cifuentes (se dejó dos asignaturas que aprobó dos años después), la conclusión es que hay motivos suficientes para dudar. Y eso -la duda razonable- ya sirve para afirmar que el horizonte político de la presidenta de la Comunidad de Madrid se ha cubierto de un nubarrón tan espeso como la propia sombra de sospecha que se extiende sobre el caso.

Oídas las partes, cualquier diagnóstico medianamente honesto de la situación obliga a ser cauto, pero sin dejar de subrayar las contradicciones y lagunas que han exhibido los protagonistas de esta historia de apariencia menor, pero de consecuencias muy grandes.

Cristina Cifuentes solo tiene una salida: mostrar públicamente el examen y el trabajo de fin de curso que la Universidad, amparándose en la Ley de Protección de Datos, no puede enseñar. Tiene que darse prisa, porque cada minuto que tarde en demostrar que no se falsearon sus notas, las dudas se irán convirtiendo en certezas. Y llegará un momento en que será devorada políticamente, aplastada por el convencimiento general de que el puñetero máster en Derecho Autonómico fue un regalo fraudulento.

Nada me gustaría más que Cifuentes demostrara con pruebas que el «Notable» fue verdad, pero hay dudas que matan y no hacen otra cosa que engordar la idea de que su puñetero máster en Derecho Autonómico esconde en alguna parte un «gato encerrado». Aunque fuera cierto que todo se debió a un fallo informático, las cosas en política -injustamente, a veces- no son como son, sino como parecen. Y lo que a mi me parece es que o enseña el examen y el trabajo de fin de curso o el gato se convierte en un tigre de bengala.

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