José María Carrascal

Desobedientes

Lo importante de la sentencia es que han sido condenados

José María Carrascal
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Como a los niños castigados a no salir a jugar por alguna trastada, el Tribunal Superior de Cataluña ha inhabilitado por dos años a Artur Mas para ejercer cargos públicos, más el pago de una multa. Dos de sus colaboradoras reciben la misma pena rebajada. El delito fue desobedecer una resolución del Tribunal Constitucional que prohibía la consulta del 9-N. La sentencia es calificada de benévola por la mayoría, al estar acusados de delitos mucho más graves, como prevaricación: tomar decisiones ilegales a sabiendas. Ellos, sin embargo, levantan los brazos y claman que se les ha condenado por ejercer el derecho de autodeterminación. Como siempre, mienten –la sentencia es clarísima al respecto: desobediencia– y anuncian que recurrirán. Deben de andarse con cuidado, pues en el Tribunal Supremo puede salirles el tiro por la culata y encontrarse sentenciados, además de prevaricación, de malversación de fondos públicos, opciones jurídicamente abiertas.

Posiblemente piensan en el Tribunal de Estrasburgo. Otra fantasía. Europa está menos inclinada que nunca a favorecer a quienes intentan trocearla. Pero algo tienen que hacer para no admitir su derrota.

Lo importante de la sentencia es que han sido condenados. Algo a lo que nunca creyeron se atrevería un tribunal "español". El tabú se ha roto y el propio Mas tiene una serie de causas pendientes, como otras figuras legendarias de Convergencia, a la que han tenido que cambiar hasta el nombre para alejarse de la corrupción que almacenaba. En el banquillo se sientan hoy colaboradores íntimos de Pujol, intentando llegar a un acuerdo con la fiscalía para que les rebajen la pena, como ocurre también en el caso Palau. Y es que todo empezó con la quiebra de Banca Catalana. Desde que, envuelto en la senyera, Pujol consiguió escapar de aquel pufo que dejó sin ahorros a bastantes catalanes –tengo amigos entre ellos–, los líderes de Convergencia creyeron que todo el monte era orégano, sin que el gobierno ni los tribunales españoles dijeran ni pío. Y resulta que es su propio Tribunal Superior el que les condena. Suele ocurrir a los "astutos": son tan listos que terminan cayendo en su propia trampa, esta vez, el nacionalismo utilizado como gigantesco fraude piramidal.

De momento, Mas no podrá presentarse a las próximas elecciones como planeaba y aunque Puigdemont, dice que el "pueblo catalán le indultará en el referéndum", está amortizado. Como Pujol. Como Convergencia. En cuanto al referéndum, vamos a ver quién es ahora el guapo que se atreve a convocarlo, sabiendo que no pueden alegar ignorancia de que está prohibido. Y castigado. Sin benevolencias ya. Las muelas de la justicia muelen despacio. Pero muelen.

Tendrán que contentarse con unas elecciones autonómicas que calificarán de referéndum encubierto. Pero ya no engañan a nadie. Ni siquiera a ellos mismos. La clave es el probable vencedor: Oriol Junqueras. Todavía se declara independentista. Pero cuando las barbas de tu vecino veas cortar…

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