Contrabando político

Los auténticos artistas deben ser los más interesados en que no se les cuelen los contrabandistas políticos que pretenden ser artistas

José María Carrascal

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Parodiando a Oscar Wilde , esteta puro, «no hay arte moral ni inmoral. Hay arte bueno y malo». Y el arte político es cien por cien política y 0 por ciento arte. Les paso algunas definiciones, empezando por «el arte es largo, la vida, breve», que le confiere un aura de eternidad quasi divino. De ahí que sea «siempre auténtico, nunca didáctico». «¡Cuidado con la novela, cuadro o película con mensaje en vez de arte!». «El arte no está sometido a la moda». O es «la naturaleza desposeída de todo lo accesorio». Para terminar: «nada dura menos que el arte que busca el aplauso de la mayoría». Y ¿qué dura menos que un cartel electoral, que dura solo una noche? Esas fueron las fotografías de Santiago Sierra retiradas de Arco por la presidencia de la Feria de Arte . Dos docenas de fotos de dirigentes secesionistas con problemas con la Justicia, fácilmente reconocibles pese al rótulo encima de presos políticos. Algunos están en la cárcel, otros, fugados, pero no por sus ideas, sino por sus hechos. Los delitos de los que se les acusa figuran en el Código Penal , algunos tan graves que llevan apareadas condenas de hasta 30 años. Tras convertir Cataluña en un país sin ley , se intenta extenderlo a toda España. Estamos ante infracciones que ningún Estado de derecho puede permitir sin dejar de serlo. Aparte de una mentira como una casa, deporte favorito de cuantos toman la ley por el pito del sereno. Pero eso se acabó. Tolerancia cero con el delito si no queremos volver a la ley de la selva. La Ley con mayúscula hay que cumplirla aunque no guste.

Fue la primera pegada de carteles de las próximas elecciones autonómicas (2019) . Desinflado el desafío soberanista, nos advertían que están dispuestos a usar todos los trucos, trampas y falacias para recuperar el terreno perdido. La izquierda, como siempre, se presta a ayudarles. Ya que el «derecho a decidir» no ha conseguido despegar, invocan la «libertad de expresión» para engañar y, a la postre, delinquir. «¿Están los artistas excusados de cumplir la ley? ¿Dónde estaban cuando Colau prohibió exponer el cuadro de la tauromaquia de Dalí ?», me pregunta por e-mail un amigo neoyorquino.

Mi respuesta fue que han puesto el arte a su servicio, suponiendo que sea arte lo que hacen. Pues el arte nos eleva a aquella dimensión superior, platónica, donde reinan las ideas y sentimientos puros. Un « arte transgresor », como pretenden, no es arte, es «agitprop», agitación y propaganda, como hacen los que incitan a la agresión y el odio. Impedirlo no es censura, es defensa de vidas y libertades. Democracia. La política ha pasado del « arte de lo posible » de Bismarck al arte de la bomba y tiro en la nuca del rapero. Los auténticos artistas deben ser los más interesados en que, bajo el disfraz de la libertad de opinión, no se les cuelen los contrabandistas políticos que pretenden ser artistas. ¡Qué manera de convertir el arte en camión de la basura!

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