Buenos... sueños

El PSOE se divorcia de Podemos y el PP del PNV, y ambos colaboran

Luis Ventoso

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La siguiente frase no convencerá a muchas personas de buena fe, que sienten la política con pasión militante, pero me temo que uno de los problemas de nuestra vida pública es que se han magnificado las diferencias que median entre PP y PSOE . En realidad se parecen bastante más de lo que ambos reconocen . Es lastimoso que por una lesiva cerrazón dogmática no colaboren más por el interés de España, tal y como acaban de hacer con el tan salutífero artículo 155 .

Por mucho que intoxique la insólita televisión que nos flagela, el Gobierno de Rajoy, formado mayoritariamente por funcionarios , es poco liberal y aplica de facto una política centrista, casi socialdemócrata, similar a la que llevaría a cabo un socialista moderado. Tampoco existen mayores diferencias en lo social, toda vez que el rajoyismo ha acabado asimilando al completo las reformas de cintura para abajo de Zapatero . Cierto que la izquierda es más manirrota. Suele dejar pufos memorables en las arcas públicas, pero el margen de maniobra de cualquier presidente español está hoy muy constreñido por el marco de la UE y por los servicios básicos (mande quien mande, pensiones, sanidad, prestaciones del paro e intereses de la deuda se zamparán prácticamente el presupuesto, no caben muchas genialidades). Tampoco se perciben diferencias ideológicas abisales entre muchos ilustres psoeros y peperos. Si les hubiese coincidido en su momento, Maroto podría ser tranquilamente del PSOE y Fernández Vara del PP. Feijóo ha tenido la honestidad de comentar que alguna vez votó a González . Observo a Margarita Robles y a Santamaría y parecen bastante intercambiables, al margen de que la primera desborde mayor colmillo sectario y la segunda cultive la escuela florentina.

El acuerdo que han alcanzado PP y PSOE para frenar la chaladura separatista invita a soñar con que podríamos tener un país más cuerdo, más constructivo. Si imperasen la buena fe y la coherencia, hoy mismo Sánchez debería estar rompiendo sus acuerdos de gobierno con Podemos , toda vez que Iglesias apoya abiertamente a los sediciosos y aspira a volar nuestro modelo constitucional. ¿Se puede apoyar el artículo 155 para salvar la Constitución y al mismo tiempo ser socio de su dinamitero? Todo sería tan sencillo como que PP y PSOE se abstuviesen mutuamente para dejar gobernar al más votado. Un higiénico pacto entre los dos grandes partidos españolistas -lo de constitucionalistas es eufemismo acomplejadillo- permitiría también que el Gobierno se librase de la muleta temblona del PNV, cuyo precio son siempre prebendas que van minando la unidad de España.

«Sé que soy un soñador, pero no soy el único», cantaba Lennon, en una canción que detesta con gracia Hermann Tertsch. Sé que es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que lograr que Sánchez sitúe a España por encima de sus quimeras electorales. Pero soñar es gratis, y como decía Cervantes, el sueño alivia las miserias que sufrimos despiertos.

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