El 1º de mayo en Pekín

Ya no se quieren grandes concentraciones de gente porque son difíciles de manejar

Ramón Pérez-Maura

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Según las estadísticas oficiales, el PC chino tenía el año pasado 89.450.000 afiliados. Ayer, en Pekín, ni uno solo de ellos participó en una concentración por el Día del Trabajo, la fiesta por antonomasia de esa formación política que durante décadas concentró en la plaza de Tienanmen a decenas de miles de militantes jaleando al líder del Partido. Sólo había un férreo control policial del acceso de los chinos que querían pasear por la plaza con sus familias. Colas de más de una hora para acceder. Y entre los menores de treinta años que allí acudían con sus consortes e hijos, es casi imposible encontrar a uno que tenga la más mínima idea de lo que ocurrió en ese lugar el 4 de junio de 1989, cuando miles de compatriotas murieron aquí pidiendo libertad.

El Partido ha hecho del 1 de Mayo un puente igual que el que podemos tener en España. Ya no se quieren grandes concentraciones de gente porque son difíciles de manejar. Es mejor que el 1 de Mayo haya unas 70.000 visitas de turistas a la Ciudad Prohibida, bastantes menos que la víspera, en pleno puente: el lunes fueron 120.000. Gobierna un Partido Comunista que en muchos aspectos lo es sólo en el nombre. Me decía quien ha tenido ocasión de verlo en persona que la Escuela Central del PC en Pekín tiene un campus que parece el de una universidad de la Ivy League. Con un pequeño matiz: el campus está presidido por las imágenes de Marx y Engels. Pero cuando se asiste a sus aulas económicas mi interlocutor me asegura que las enseñanzas «parecen las de un seminario de la FAES» de Aznar. Claro que, cuando se trata de hablar de libertades, el concepto no existe. El chino medio no entiende de qué hablamos cuando le preguntamos por su libertad.

En Pekín hay a la venta por todas partes objetos con las imágenes del recién reelegido presidente Xi Yinpin y la del fundador de esta República Popular China, nacida en 1949: Mao Zedong. No se encuentra a ninguno de los otros cuatro líderes que hubo entre ambos. Mao murió en 1976, dejando el país inmerso en una Revolución Cultural de la que perduran todavía las heridas. Pero Xi cree necesario legitimarse reivindicando la figura del fundador para decir que no han abandonado el comunismo como forma de justificar la falta de libertades. Mas hace un lustro todavía se veía a bastantes ciudadanos vistiendo el traje estilo mao. Ahora es casi imposible encontrar alguno. Entre las multitudes del Día del Trabajo sólo he podido divisar uno: un anciano en una silla de ruedas al que empujaba una joven. Además de la chaqueta inconfundible, llevaba una chapa con la efigie del gran asesino convertido en icono pop. Pero una mirada a sus pies delataba el gran contrasentido: llevaba unas zapatillas con el logo de Adidas bien grande. Aunque no era tan contradictorio. Enseguida saltaba a la vista que eran unas Adidas falsas.

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