Los vicios que Bogart no podía ocultar

La estrella se casó en tres ocasiones antes de encontrar a su verdadero amor

Madrid Actualizado: Guardar
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Pocos hombres pueden compararse con el estilo inconfundible que desprendía Humphrey Bogart (1899-1957). Quizá podría asemejarse al personaje de Don Draper en «Mad Men», con su aire rudo y, a la vez, elegante y seductor. La propia Katharine Hepburn definió a la perfección al eterno galán en su semblanza: «Era uno de los mejores tipos que he conocido en mi vida. Iba directo al grano. Nada de quizá. Sí o no. Le gustaba beber. Bebía. Le gustaba navegar. Navegaba. Era un actor. Era feliz y estaba orgulloso de ser actor».

Así fue, un hombre de vicios. Su vida transcurrió entre bocanada y bocanada de humo y la bebida fue su fiel compañera. De hecho, su tercera esposa, Mayo Methot, era la encargada de llevar un termo de Martinis helados al rodaje de la película «Sahara».

Cuentan también que grabando «La Reina de África», todos los actores cayeron enfermos exceptó él y John Huston (director del film) que únicamente ingirieron whisky y no agua.

Pese a sus defectos, los hombres lo admiraban y las mujeres, su otra debilidad, lo deseaban. Muchas fueron las que compartieron alcoba con «Boogie», pero las que más le llamaban la atención eran las que tenían alguna relación con el cine. La estrella se casó en tres ocasiones (Helen Menkel, Mary Phillips y Mayo Methot, con la que tuvo un matrimonio bastante tormentoso y mediático) antes de encontrar a su verdadero amor: Lauren Bacall.

La única que se resistió a sus encantos fue Ingrid Bergman, con la que compartió pantalla en « Casablanca». En los círculos cercanos se comentaba la mala relación entre ambos. Juntos protagonizaron una de las historias de amor más bonitas de la gran pantalla pero alejados de las cámaras la relación era muy diferente.

Su verdadero amor

No fue hasta 1944 cuando Bogart encontró al amor de su vida. Como sucedió con el resto de sus esposas, el galán indomable conoció a la que sería su cuarta mujer en el rodaje de otra de sus películas, «Tener y no tener», cumbre del cine negro. Los ojos verdes y la sensualidad que irradiaba la joven Lauren Bacall (19 años) por aquel entonces fue lo que enamoró perdidamente al mito de Hollywood.

Con la frase «Baby, el mundo es demasiado grande y no me gusta sin ti», el actor consiguió enamorar a Bacall. Los 25 años que les separaban no fueron un impedimento para que ambos encontrasen el uno en el otro a su compañero de vida. Pasaron por la vicaría para darse el «sí, quiero» un año después, tras poner fin a los siete años de matrimonio con Methot. Lo hicieron en el rancho de Louis Bromfield, autor de «Vinieron las lluvias» y uno de los amigos íntimos de Boogie.

La química que desprendían tanto fuera como dentro de la pantalla les convirtieron en una de las parejas más icónicas y glamurosas de Hollywood, al estilo de Elizabeth Taylor y Richard Burton, Ava Gadner y Frank Sinatra o Katharine Hepburn y Spencer Tracy.

Fruto de su amor nacieron los dos únicos hijos del actor, Stephen y Leslie. Ambos hermanos perdieron a su padre muy jóvenes, con 8 y 5 años respectivamente, como consecuencia del fatídico cáncer que dejó postrado en la cama a Bogart y, poco después, le llevó a la muerte.

«La viuda de Hollywood» se volvió a casar en 1961 con el también actor Jason Robards. Pero los ocho años que duró el matrimonio no fueron suficientes para que Bacall consiguiese olvidar a Bogart. «Sabía lo mucho que lo amaba, lo mucho que significaba para mí. He tenido otra vida desde entonces, pero él fue mi primer amor. Y nunca se olvida al primer amor», dijo la actriz en sus memorias. Lo cierto es que la llama nunca se apagó.

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