Tony Blair y Wendy Deng
Tony Blair y Wendy Deng - AFP

Un libro detalla la noche secreta de Tony Blair y Wendy Deng en el rancho californiano de Rupert Murdoch

Su relación con el político provocó el divorcio de la ejecutiva china y el magnate de la prensa, pero los supuestos adúlteros siempre la han negado

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A sus 84 años, ese romántico incombustible que ha resultado ser el magnate de los medios Rupert Murdoch se prepara para su sorprendente cuarta boda. El próximo día 5, se casará con la ex modelo Jerry Hall, de 59, en la iglesia londinense de Saint Bridge, templo vinculado al mundillo de la prensa. Hall fue durante diez años la mujer de Mick Jagger y tuvieron cuatro hijos. Pero mientras suenan las campanas de la cuarta boda, todavía colea el funeral de la tercera, con la ejecutiva china Wendy Deng, de 47, casada catorce años con Murdoch, con quien tuvo dos hijas, Grace y Chloe.

Este jueves se publica «Votos Rotos. Tony Blair y la tragedia del poder», de Tom Bower, un periodista de investigación especializado en biografías no autorizadas y llamativas, que suele ganar los numerosos pleitos que le caen encima.

La obra aporta detalles sobre el 27 de abril de 2013, que sería la fecha que le costó su matrimonio a Wendy Deng.

Portada del libro de Tony Blair
Portada del libro de Tony Blair

Rupert Murdoch se encontraba en su Australia natal visitando a su madre agonizante. Su mujer se quedó en la casa familiar, el enorme rancho de Carmel, en California, y explicó al editor que estaría allí con una amiga. Pero la amiga se marchó muy pronto y quien vino a ocupar su lugar fue Tony Blair. Según Bower, los empleados del rancho vieron al ex primer ministro y la ejecutiva china dándose de comer mutuamente en los almuerzos y por la noche, Blair entró en el dormitorio de Deng y cerró la puerta. El político llegó al rancho solo y sus escoltas se alojaron en un hotel cercano.

De regreso, Murdoch interrogó a todo el personal de la vivienda y sus testimonios incriminaron a la pareja. Blair telefoneó al magnate para negarlo todo. Murdoch no le creyó y desde entonces sus medios británicos (The Sun, The Times, The Sunday Times y la cadena Sky, entre otros), suelen airear escándalos relacionados con las consultorías de Blair, algunas con regímenes de pésima reputación. Todo un giro, porque los medios del australiano habían sido en su día una importante lanzadera en los espectaculares triunfos electorales del líder que llevó al laborismo al centro. A Murdoch también le molestó que tras haber estado en su casa a solas con su mujer sin contárselo, Blair le pidió apoyo económico para su fundación Faith.

El político, de 62 años, ha logrado salvar su matrimonio con la inteligente abogada Cherie Blair, de 61, que al parecer apoyó la operación para que tanto su marido como Deng negasen las acusaciones. Pero el eco de aquella historia provoca una y otra vez dudas recurrentes sobre la firmeza de la relación actual de los Blair.

Un apartamento en la Quinta Avenida

Murdoch se divorció de Deng en noviembre de 2013, en una vista de diez minutos en una corte de Nueva York. Escaldado por el rejón económico de su segundo divorcio, había tenido el buen criterio de establecer salvaguardas cuando se casó con la hermosa y sofisticada Deng, antigua ejecutiva de su compañía en Hong Kong, que lo conquistó de un modo curioso, con una audaz pregunta a bocajarro: «¿Por qué su política hacia China es tan equivocada?». Las hijas de Murdoch y Deng han quedado excluidas de la tarta de News Corporation. Pero la oriental sí ha sacado algo de su matrimonio: un espectacular apartamento de tres plantas en la Quinta Avenida de Nueva York, donde reside, valorado en 33 millones de euros.

Wendy tenía una mala costumbre para una adúltera que aspira a mantener sus aventuras en secreto: escribía sobre sus amantes en notas manuscritas y correos electrónicos. La investigación de la Metropolitan Police sobre los pirateos de teléfonos llevados a cabo por «News of the World», el dominical sensacionalista que Murdoch se vio obligado a cerrar en 2011, hizo aflorar muchísimo material privado de la organización. En ese contexto aparecieron algunos correos de Deng, que insinuaban relaciones con un profesor de tenis; con el multimillonario Eric Schmidt, entonces consejero delegado de Google; y con Tony Blair. Un hijo de Murdoch hizo llegar esas notas a su padre.

Aunque ahora se da por nuevo, en realidad el correo en que Deng alaba a Blair en términos romántico-eróticos era ya conocido: «Echo mucho de menos a Tony. Es encantador y viste tan bien. Tiene un cuerpo tan bonito, y buenas piernas. Es delgado, alto y con buena piel. Me encantan sus penetrantes ojos azules y su poder en el escenario».

Al margen de sus escarceos sentimentales, a Murdoch también le molestaba la creciente costumbre de Deng de hablar en chino con otras personas con él delante y sus constantes viajes de ocio. Con Jerry Hall, que es de Texas, no se repetirá el problema.

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