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Donald Trump saca partido a su cotillón, con Sylvester Stallone como reclamo de la fiesta

Los 800 invitados que pudieron brindar con el magnate por el Año Nuevo pagaron una media de 550 dólares por persona

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El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, no muestra signos de inquietud frente a las voces que anuncian conflictos de interés entre los múltiples negocios que todavía gestiona y su condición de nuevo inquilino de la Casa Blanca, que habitará a partir del 20 de enero. Lejos de tentarse la ropa, el magnate aprovechó la Nochevieja para su conocida afición a convertir en negocio cualquier evento. El cotillón, celebrado en la conocida mansión Mar-a-Lago Club, en Palm Beach (Florida), permitió a su propietario recaudar la nada despreciable cantidad de 440.000 dólares, una cifra aproximada resultado de multiplicar los 800 invitados que asistieron por los 550 dólares de media que desembolsó cada uno. Muy acostumbrado a inventarse reclamos que atraigan a la concurrencia, esta vez fue Sylvester Stallone el anunciado centro de atención, con permiso de los Trump, la nueva familia más célebre del planeta, que arropó en pleno al primero de la saga.

Además de Melania, su mujer y futura Primera Dama, estuvieron sus hijos, Donald Jr., Ivanka, Eric (y sus esposos), Tiffany y el menor Barron.

La fiesta de Fin de Año fue fiel a los llamativos gustos del presidente electo. Una larga alfombra roja permitió a los asistentes pasearse largamente hasta la misma entrada del palacio. El Mar-a-Lago es de estilo colonial, pero muy comparado con el de Versalles, por su espectacular entorno, 17 hectáreas de un verdor presidido por altas palmeras, y su valor, que hoy se sitúa entre los 200 y 300 millones, según la revista Fortune. Muy por encima de los diez que pagó Trump en 1985.

Sylvester Stallone en la fiesta de Donald Trump
Sylvester Stallone en la fiesta de Donald Trump - AFP

Ya en el interior, rodeadas del estridente lujo que exhiben todas sus posesiones, siempre adornadas del mármol y oro, las mesas numeradas se distribuían por el amplio salón. Cada una con un centro de flores, una vela encendida y una cubertería de tanto oropel como el resto de la estancia. Los invitados, la mayoría amigos y conocidos de Trump, pertenecientes a la alta sociedad de Florida, Nueva York y otros puntos de Estados Unidos, participaron del evento como si de un banquete de boda se tratara: una copiosa cena, un brindis con champán y un baile de despedida de año amenizado con orquesta, en el que el matrimonio anfitrión también participó. Durante la hora previa a la cena, el gran patio central de la mansión había albergado un cóctel de bienvenida.

La familia Trump y sus invitados degustaron después un primer plato que obedecía al nombre de Ensalada Mister Trump, con tomate, queso roquefort y tiras de cebolla roja. A continuación, unos ravioli rellenos de acelga suiza y seta silvestre. Y, como plato principal, una mezcla de pescado y carne, con tiras de solomillo de ternera y lomos de lubina empanados. La guarnición estaba compuesta por espuma de chirivía, puré de calabaza, zanahorias tostadas y champiñones glaseados. Para terminar, una tarta Alaska, con crema inglesa.

Durante la velada, Stallone se dejó fotografiar con muchos de los presentes. Aunque pudiera parecer por su perfil de intérprete de aguerridos personajes, algunos de ellos genuinamente americanos, el actor de Rambo y Rocky no es un ferviente admirador de Trump. A Stallone le ocurrió en la pasada campaña electoral lo que a otros simpatizantes del Partido Republicano: se encontró con un candidato que no representaba las tradicionales esencias conservadoras. Lejos de mostrar su apoyo al neoyorquino, llegó a afirmar que no le veía de «líder para gobernar Estados Unidos». Peor aún, hace apenas dos semanas, Stallone declinó el ofrecimiento del futuro presidente de ponerse al frente de la Fundación Nacional de las Artes, una agencia federal que financia a los grandes proyectos y organizaciones culturales en Estados Unidos.

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