Los internos, en el tejado del CIE, en la noche del martes al miércoles
Los internos, en el tejado del CIE, en la noche del martes al miércoles - ÓSCAR DEL POZO

Los problemas de los trabajadores del CIE de Aluche: «Somos 5 para 100 internos»

Un funcionario también denuncia que no llevan «armas ni chalecos» para controlar a los inmigrantes, que esta semana protagonizaron un motín

Madrid Actualizado: Guardar
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«Somos sólo cinco o siete por turno para unos cien internos, y no llevamos armas ni chalecos». Es el relato de un funcionario del CIE de Aluche, en Madrid, que cree que así no se puede garantizar la seguridad y evitar «una tragedia».

El motín que protagonizaron la noche del martes al miércoles cuarenta internos es una muestra de lo que este funcionario advierte que puede pasar si no se destinan más policías y más medios a este Centro de Internamiento de Extranjeros, en el que ha habido otras protestas y también huidas.

«Y podría haber sido un desastre con desgracias personales», asegura esta fuente, que estuvo durante el motín y temió por su vida, por la de otros compañeros e incluso por la de los internos.

Este incidente, grabado por las cámaras de televisión y que motivó que políticos y colectivos acudieran a las puertas del CIE a interesarse por los internos, debe dejar al descubierto «la realidad» del centro, según su versión, que incide en que se respetan todos los derechos de los inmigrantes, que «tienen de todo», pero que obviamente no quieren ser deportados.

Niega así tajantemente las agresiones que los internos dicen haber sufrido y que han motivado una denuncia en los juzgados impulsada por SOS Racismo y la Coordinadora de Barrios.

«Ambiente revuelto»

El martes, según su relato, tras varios días «de ambiente revuelto» y «con una actitud nada pacífica», un grupo de unos cuarenta internos —casi todos argelinos— se negó a salir del salón de ocio después de la cena y, tras un tiempo tratando de convencerles, los policías les dejaron dentro a la espera de hablar con sus superiores para comunicarles lo ocurrido.

Los amotinados, que llevaban planeando durante días cómo y cuándo salir del centro, según había advertido un sindicato policial a los mandos, taparon la cámara de seguridad del salón y comenzaron «a destrozarlo todo», haciéndose con fragmentos de hierro de un banco y trozos del suelo con los que «reventaron todo lo que vieron a su paso».

Querían salir a la calle pero no les fue posible, gracias a que en ese momento coincidieron los funcionarios del turno de tarde con los del turno de noche. Por ello, «no les quedó otra» —prosigue el relato— que subir al tejado rompiendo una puerta de emergencia. Desde allí lanzaron tejas y ladrillos «con una actitud para nada pacífica» hasta que llegaron los antidisturbios y responsables policiales.

El funcionario asegura que una vez negociado el fin del motín los internos fueron a sus celdas vigilados por los antidisturbios, pero «no pararon de dar golpes y de hacer ruido».

«Puede pasar como en Murcia»

Sobre su trabajo diario, asegura: «No podemos garantizar la seguridad y puede pasar lo del CIE de Murcia», en referencia al motín ocurrido el mes pasado en el que huyeron 67 inmigrantes que hirieron a cinco policías.

Uno de los lugares en los que falla la seguridad es la zona de las visitas, con un único policía vigilando a nueve internos y a sus allegados que se comunican con las ventanillas abiertas por orden del Juzgado de Instrucción 6 de Madrid, y también el servicio médico: «materialmente imposible».

Así los internos pueden recibir cuchillas y otros elementos cortantes o punzantes, que pueden acabar convertidos en armas, ya que, añade, «para una cabeza sin escrúpulos y con un objetivo claro, que es huir, hay mil formas de enfrentarse y de hacer armas».

E insiste en que el martes no hubo ninguna revancha ni malos tratos, y detalla que «siempre se respetan los derechos», y de hecho durante la jornada los internos son visitados por familiares y abogados y cuentan con la asistencia de Cruz Roja, además de poder hablar por teléfono tanto fijo como, por las tardes, por sus propios móviles.

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