Fórmula 1McLaren, cuatro años sin ganar

Jenson Button, en Brasil 2012, fue el último vencedor de una escudería en reconstrucción total

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Doce meses atrás Fernando Alonso plasmó su frustración y la debacle institucional de su equipo en una imagen que lo expresaba todo. Tumbado al sol en un butacón del circuito de Interlagos, eliminado en la Q1 de la formación de la parrilla, viendo circular a rivales y coches que antes ganaba, y desengañado por el fracaso de la temporada. Nunca antes el español (17º en el Mundial) y la escudería McLaren (9º) habían descendido tantos peldaños en el escalafón de la Fórmula 1. Sucedió en Brasil, en el circuito de Interlagos donde Nico Rosberg puede ser hoy campeón del mundo. También en Sao Paulo llegó la última victoria de McLaren, cuatro años ya, el lejano 2012 en una tarde sublime de Jenson Button.

Un ciclo nefasto sin victorias, sin poles, desnudo de podios (solo dos, en Australia 2014), vacío de todo. McLaren, el segundo equipo en el historial estadístico de éxitos en la Fórmula 1, por detrás de Ferrari, vive inmerso en una reconstrucción total de futuro incierto.

Aunque la modernidad ha promocionado nuevos ecosistemas como Red Bull o Mercedes, los almanaques recuerdan que Ferrari y McLaren dominan el palmarés. Ferrari gobierna en los casilleros primordiales: títulos de pilotos (15) y constructores (16), número de victorias (224), poles (208), vueltas rápidas (236), puntos (6.627), podios (706), giros liderando carreras (13.948) y grandes premios disputados (927). Y después va McLaren: títulos de pilotos (12) y constructores (8), número de victorias (182), poles (155), vueltas rápidas (154), puntos (5.114), podios (485), giros liderando carreras (10.583) y grandes premios disputados (799).

Es la cronología de un éxito que se interrumpió abruptamente, como si llegase un tsunami, en el tránsito de 2012 a 2013. McLaren pasó de ganar siete, seis o cinco carreras anuales en el periodo triunfal de Vettel y Red Bull a un vacío existencial, como si hubiese desaparecido de la circulación. Numerosas voces achacan el desplome a la salida de Paddy Lowe, un ingeniero inglés nacido en Kenia que se licenció en Cambridge y ostentaba todo el poder técnico en McLaren. Lowe se marchó a Mercedes y, como por ensalmo, la factoría de Woking se retorció de dolor. A Lowe lo siguió un grupo de ingenieros de su confianza y el coche de 2013 resultó un fiasco con Checo Pérez y Button.

Ya no estaba Lewis Hamilton, que había buscado nuevos aires al calor de los dólares que Mercedes desplegó por el paddock como siembra de futuro. Todavía dominaban la F1 Vettel, Red Bull y Newey, pero algo estaba cambiando en los aledaños. Mercedes fichaba a lo mejor de lo mejor y McLaren sufría una severa fuga de talentos.

Llegó 2014, el último año del motor Mercedes instalado en el McLaren, y la tónica no varió con Button y Magnussen. El coche no funcionaba. La escudería reaccionó con una alianza prometedora, los motores Honda que 25 años atrás llenaron de gloria a ambas casas. Aterrizó Fernando Alonso en una insólita vuelta al lugar que abandonó en 2007 por incompatibilidad de caracteres. Y 2015, con Honda en pañales, fue el mayor fiasco.

«La derrota nos trajo humildad», reflexionó Eric Boullier, el sustituto de Lowe. McLaren contrató a Peter Prodromou, ingeniero aerodinámico, mano derecha de Newey y nuevo ideólogo del equipo en materia técnica. Honda borró a su jefe de F1, Yasuhisa Arai, y colocó a un director más dinámico, Yusuke Hasegawa. Los resultados no aparecen, pero el coche ya no hace el ridículo. «Están reaccionando, con lentitud y sin pausa -cuenta a ABC Pedro de la Rosa, el piloto español que trabajó ocho años en McLaren-. Tienen un grupo muy competente. El problema es que los ingenieros de otras escuderías tienen contratos muy largos y no pueden fichar todo lo que quisieran, pero los resultados llegarán porque hablamos de un equipo enorme con grandes posibilidades».

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