Guns N’ Roses, el último temblor rockero del Vicente Calderón

La banda de Los Angeles desplegó un repertorio de leyenda e hizo un guiño al Atleti

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Aún queda una gran cita musical en el estadio del Atleti, el 24 de junio con Alejandro Sanz. Pero anoche este templo del rock de masas vivió su última gran velada guitarrera y lo hizo con categoría, con la última gran banda del género sobre el escenario, como si Enrique Cerezo hubiese querido organizar la despedida más espectacular posible para la casa de los "indios".

El regreso de Guns N’ Roses al Calderón estaba motivado por otra razón: su reunión tras veinte años de agria y rencorosa separación. La cita ha causado furor, lógicamente, entre miles de fans que anoche abarrotaron el estadio, algunos de ellos portando el mismísimo merchandising del ’93, cuando el grupo de Los Ángeles hizo su primera gira española.

El ambiente de las grandes ocasiones estaba algo enrarecido anoche por los recientes atentados de Londres y Mánchester, uno de ellos en un concierto multitudinario, que obligaron a desplegar un abrumador operativo policial. Pero la música es el mejor antídoto contra el miedo, y en cuanto Tyler Bryant & The Shakedown tomaron las tablas una atmósfera casi festivalera se apoderó de la lona azul sobre el césped. El siguiente telonero, Mark Lanegan, no conectó a pesar de su altísimo nivel artístico, pero la excitación ya era más que patente en el público: ya sólo quedaba esperar a los protagonistas, apurar la cerveza e ir a por más reservas, y desear que nada se torciese en el último momento.

Es bien conocido el historial de retrasos e incluso incomparecencias de última hora de Axl Rose, pero el vocalista ya no se puede permitir los caprichos de antaño. Ya no es la megaestrella intocable que fue, y poco después de que "We are the champions" sonara por la megafonía del coliseo atlético (¡cruel paradoja!), se presentó con puntualidad junto a Slash y compañía arrancándose con una "It’s so easy" de sonido casi decente que enfervorizó a las primeras filas, más que dispuestas a entregarse a la causa. "Mr. Brownstone" recordó los peores días de adicciones de estos rockeros irredentos, y "Chinese Democracy" la etapa menos memorable del grupo, pero lo importante era que estaban en forma. Slash, atravesando el estadio con interminables y virtuosos solos de guitarra, Axl cantando (casi) como en sus mejores tiempos, y el resto de la banda añadiendo un extra de pólvora al ataque.

Y aunque después de sonar "Welcome to the jungle" la primera mitad del show se quedó algo fría por el repertorio, al rato ya estaban sonando "You could be mine", "Sweet child o’ mine", una buena ristra de versiones (con tributo a Chris Cornell), "November Rain" (igual de emocionante que en el ‘93, pero con móviles en vez de mecheros) "Don’t cry" y "Paradise city" para completar un set de pura mitología, con Axl llevando una bufanda del Atleti en el cuello y un grupo de leyenda que llevó el último temblor rockero al Vicente Calderón.

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