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Red Hot Chili Peppers en Madrid - ÁNGEL DE ANTONIO

Red Hot Chili Peppers, no sólo ser grande, sino también parecerlo

La banda californiana exhibió músculo en su primer lleno en el Barclaycard Center

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Recién llegados de California, los Red Hot Chili Peppers retomaron anoche en el Barclaycard Center su gira europea con el primero de dos conciertos consecutivos en Madrid, con el cartel de «no hay entradas» colgado desde hace meses (para el de hoy aún quedan unas pocas localidades). Entradas que se convertirán en discos, ya que la banda ha demostrado estar a la última imprimiendo en ellas un código para que los fans se descarguen o adquieran en formato físico su último trabajo, «The Getaway».

Abrieron la velada los interesantes La Femme, una banda que sin embargo no contó con demasiado apoyo del graderío, totalmente ajeno a su singular propuesta de pseudokraut con tintes de pop psicodélico ligero hasta que sonó su único hit, el tema «Sur la Planche» que ha sido utilizado en un anuncio de coches.

Al apagarse las luces, Flea (bajo) Chad Smith (batería) y Josh Klinghoffer (guitarra) se arrancaron con una trepidante introducción instrumental que apenas superaba en decibelios al griterío de los fans de las primeras filas, y que se convirtió en un estruendo generalizado cuando el guitarrista enlazó las primeras notas de «Can’t Stop», uno de sus temas más celebrados.

El despliegue luminotécnico resultó algo excesivo tratándose de una banda de estas características, de sonido crudo, directo y con espíritu de rock sudoroso. Pero a los Red Hot no les basta con ser unos grandes, unos gigantes de la música pop del siglo XXI. También quieren parecerlo.

25º aniversario

Anthony Kiedis, cantante y líder del cotarro escénico (con permiso de Flea, que tampoco para quieto), demuestra estar en forma con «Dani California», «Scar Tissue» y «Dark Necessities», el single estrella de su nuevo disco. Pero hace sólo unos días se cumplió el vigésimo quinto aniversario del álbum que los sacó del underground y los catapultó al éxito masivo en 1991, «Blood Sugar Sex Magik», así que todos esperábamos una buena ristra de canciones de su repertorio.

La tanda se abrió con «If you have to ask», siguió con «Suck my kiss», y antes de que nos diéramos cuenta el concierto estaba llegando al final con «By the way». Parecía que iba a saber a poco, pero en esas llegó la canción más esperada, «Give it away». Estaba claro que era el último de los bises, y todo el público de la pista echó el resto saltando al unísono y coreando ese inolvidable estribillo de «givirregüey nao» con el que los pimientos picantes conquistaron el mundo. Porque sí, siguen siendo picantes.

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