Magdalena Lasala
Magdalena Lasala - Efe

Magdalena Lasala convierte la leyenda de los Amantes de Teruel en un retrato social de la Alta Edad Media

En «El beso que no te di», la novelista zaragozana indaga por primera vez en la personalidad de Isabel de Segura y Diego de Marcilla

VALENCIA Actualizado: Guardar
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Tanto si se trata de una leyenda de simiente real como de una mera fábula, la historia de los Amantes de Teruelforma parte, por derecho propio, de la cultura universal. A lo largo de los siglos, el destino trágico de sus protagonistas, símbolo de la sublimación del amor, ha servido de inspiración a poetas, pintores, compositores musicales y dramaturgos como Tirso de Molina o Shakespeare (quien pudo tomar como base el amor prohibido de Isabel de Segura y Diego de Marcilla para construir su Romeo y Julieta).

Tradicionalmente, la historia de los Amantes de Teruel ha traído fortuna a los artistas que han vuelto a ella. Tal fue el caso de Tomás Bretón, que consolidó su carrera como compositor gracias a una ópera sobre el tema estrenada en 1889; o el pintor decimonónico Muñoz Degraín, ganador de la Exposición Nacional de 1884 con un óleo inspirado en la leyenda que hoy se exhibe en el Museo del Prado como una de las grandes obras maestras del periodo.

Es comprensible, por tanto, que la publicación de la novela «El beso que no te di», de Magdalena Lasala, venga rodeada de buenos augurios.

Epopeya romántica

La capital aragonesa celebra este año el 800 aniversario de esta epopeya romántica, a la que tanto le debe. Poco importa a estas alturas qué grado de verdad pueda esconder, puesto que ya es parte indisoluble de su identidad como «ciudad del amor». Y es que la piedra angular del turismo que llega a Teruel es el mausoleo erigido en 2005 para dar abrigo y contextualización a las dos momias que supuestamente se corresponden con la de los célebres enamorados. Situada históricamente a comienzos del siglo XIII, la tragedia (sin asesinato ni suicidio) de Isabel y Diego coincide precisamente con el origen de la ciudad, fundada en 1171 por Alfonso II de Aragón como tierra de frontera en el límite sur del reino.

Mausoleo de los Amantes de Teruel
Mausoleo de los Amantes de Teruel - Fabián Simón

El padre de Pedro II y abuelo de Jaime I dotó de fueros a esta nueva villa para atraer a pobladores aragoneses y navarros, que llegaban motivados por las posibilidades de enriquecimiento, propiedad de las tierras y otros favores. En Teruel se establecieron también caballeros y políticos por orden y favor del rey, puesto que esta ciudad elevada sobre un cerro se concibió estratégicamente como punto de partida para las tareas de expansión de la Corona a costa de conquistas territorios sarracenos limítrofes. Tanto Isabel de Segura como Diego de Marcilla pertenecían a estas primeras familias nobles turolenses.

Las convenciones de la época prohibían el enlace entre ambos jóvenes, puesto que él nació como segundo hijo varón de los Marcilla, y por tanto no le correspondía linaje ni apellido. Como condición para el matrimonio, el padre de Isabel otorgó a Diego cinco años para salir a hacer fortuna. Pero cuando éste regresó, justo el día en que expiraba el plazo, su amada acababa de contraer matrimonio con un rico pretendiente. Diego, destrozado, le pide a ella un último beso, que ella le niega. Muere instantáneamente del disgusto, y en consecuencia también lo hace la joven. Por respeto a su triste destino, se decide enterrarlos juntos.

Tradición oral

Estos son los elementos esenciales del pliego escrito por Yagüe de Sales a principios de siglo XVII y recuperado a su vez de una tradición oral que procedía supuestamente del siglo XIII. Aparte de eso, poco se había conjeturado acerca de la personalidad de los protagonistas y el resto de personajes. La tarea principal de Magdalena Lasala en la novela que acaba de publicar La Esfera de los Libros ha sido recrear cuándo y cómo nacieron Isabel y Diego, quiénes eran sus familias, cómo se educaron y cómo era el Teruel de la Alta Edad Media. «Igual que ocurre en las tragedias clásicas, en esta historia el lector ya conoce el desenlace. Por tanto lo que importa y lo que implica y apasiona al lector es vivenciar el proceso de cómo se llega a este final sabido», explica la novelista zaragozana, autora a su vez de otros títulos como «La cortesana de taifas» o «Doña Jimena. La gran desconocida de la historia del Cid».

Lasala defiende la veracidad de la leyenda «en sus formas más básicas», aunque por supuesto ésta tiene sus detractores. En el año 2015, por ejemplo, el historiador Fernando López Rajadel situó el origen de la historia de los Amantes de Teruel en un códice que se encuentra en la Biblioteca de Cataluña y anunció su sospecha de que las momias encerradas en los sarcófagos de alabastro tallados por Juan de Ávalos corresponden realmente a los de una madre y un hijo inhumados en el siglo XIX. Pero no parece que ni este ni otros reveses vayan a aguarle la fiesta a la bella capital turolense, decidida a perpetuar su emblema como destino universal para los enamorados.

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