DARÁN QUE HABLAR

Gabriela Bettini: «No sé cómo descodificar el mundo si no es a través del arte»

¿Es posible compaginar el feminismo y la ecología? La madrileña Gabriela Bettini lleva años demostrándolo con su pintura, que en breve volverá a su galería, la madrileña Silvestre. Antes de eso, sus avances ya son de los que «Darán que hablar»

«Selfie» de Gabriela Bettini para «Darán que Hablar» G. B.
Javier Díaz-Guardiola

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Nombre completo: Gabriela Bettini Loyarte. Lugar y fecha de nacimiento: Madrid, 1977. Residencia actual: Madrid. Estudios: Licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid ; MA in Fine Arts por la University of East London, a través de la Beca de la Fundación la Caixa y el British Council para estudios de postgrado en el Reino Unido . Ocupación actual: Artista plástica.

Qué le interesa. Mis intereses actuales se enmarcan en investigar las primeras colonizaciones culturales en relación con sus herencias en el presente. A partir de una revisión específica de la Historia de la pintura y la representación del paisaje, analizo la combinación de la actual crisis medioambiental con un modelo extractivista que sitúa a las mujeres como paradigma de la violencia múltiple del cambio climático.

Antes, he trabajado sobre postmemoria en un grupo de obras que revisan las narrativas dominantes de la generación que vivió la dictadura argentina y que vinculan directamente el archivo con mi propia biografía. En mis dibujos y vídeos, me he acercado a experiencias de vida en los márgenes de la Historia que evidencian el vacío resultante del intento de conciliar los recuerdos, las políticas de memoria y las narraciones oficiales.

«Pieza 4», de la serie «La memoria de los intentos» G. B.

De dónde viene. En el último año, he participado en exposiciones colectivas en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, en Buenos Aires, y en el Centro Cultural Tlatelolco, de Ciudad de Mexico. Mi última individual fue «La memoria de los intentos», en la galería Silvestre (Tarragona) , en 2017. Me relaciono con la pintura con mucha intensidad y, para que las piezas funcionen, tengo que conectarme emocionalmente con ellas. Este proyecto trata sobre algunas de las cuestiones que más me preocupan actualmente, como la persecución y el asesinato de las mujeres que luchan contra el capitalismo, el colonialismo, el extractivismo y en defensa de la tierra y el agua. De él se desprenden nuevas piezas que actualmente están en exposiciones colectivas, tanto en el TEA («Contra la piel», comisariada por Semíramis González, hasta el 6 de mayo) como en OTR («Horizonte de sucesos», comisariada por Dalia de la Rosa, hasta el 8 de junio). También, de esta serie, ha comprado recientemente una pieza el Museo Basmoca de Jeddah, de Arabia Saudí.

«Paisaje Productivo 2», de la serie «La memoria de los intentos» G. B.

Supo que se dedicaría al arte… No sé identificar un momento. Es algo que siempre ha estado ahí. Mi madre fomentó mucho mi gusto por el arte y, en mis primeros viajes a Argentina, fue importante la relación con mi abuelo que, aunque era médico, habría querido ser artista y disfrutaba mucho de nuestro interés compartido. Considero que también han sido muy significativos los movimientos con los que, como adulta, me he reafirmado y he seguido eligiendo esta profesión. Un ejemplo claro fue el momento en el que renuncié a un trabajo con contrato indefinido después de 5 años porque, por mucho que lo intentara, me costaba conciliarlo con mi dedicación al arte, y era consciente de que me iba alejando de lo que siempre había querido.

G. B.

¿Qué es lo más extraño que ha tenido que hacer en el arte para «sobrevivir»? He hecho de todo y nada demasiado raro. He pintado murales para tiendas y centros comerciales en varias ciudades de España. He hecho retratos por encargo y, también por encargo, he viajado a Letonia y pintado sus paisajes. Monté una asociación cultural en la que di clases y talleres infantiles y, más tarde, una cooperativa con amigas para unir fuerzas y sacar proyectos adelante. De cada una de esas experiencias, como mínimo, he aprendido muchísimo.

«Olinda», de la serie «San Rafael de las Flores» G. B.

Su yo «virtual». Aunque siento un poco de hartazgo con las redes sociales –por lo que tienen de adictivo y por la dinámica que generan, que nos lleva a compararnos involuntaria y constantemente con el resto—, es lo que me permite estar al tanto de convocatorias, inauguraciones y actividades de amigas y amigos. En Facebook publico ocasionalmente para compartir información profesional, y en Instagram cuelgo imágenes de mi trabajo en proceso, exposiciones en las que participo y alguna que otra referencia. También tengo una web ( www.gabriela.bettini.com ), estoy suscrita a varios blogs y boletines de arte y soy socia de la revista mensual «La marea» (versión digital), que es totalmente independiente y milita en algunas de las cuestiones que más me interesan, como los feminismos y la ecología.

Dónde está cuando no hace arte. En este momento, estoy centrada en exclusiva en mi trabajo en el estudio. En mi caso, es una actividad muy solitaria, por lo que, siempre que lo necesito y puedo, participo de espacios en los que se genere un intercambio con otros artistas o creadores, como residencias, cursos o talleres. También sigo ampliando mi formación: este año estoy participando en el programa de Les Cliniques d’Es Baluard , que me interesa por su formato horizontal y no reglado, y estoy haciendo un Doctorado en Humanidades, Arte y Educación en la Universidad de Castilla-La Mancha.

«Brasil», de la serie «Paisajes de excepción» G. B.

Le gustará si conoce a... Mis referentes son muy variados, y muchos se encuentran en el ámbito de la literatura. Dentro de las artes visuales, los más inmediatos son León Ferrari, Albertina Carri, Marcelo Brodsky, Chantal Akerman , The Atlas Group, Shirin Neshat , Elija-Liisa Ahtila, John Akomfhrah, Regina José Galindo, Lilli Hartmann, Camille Henrot, Tacita Dean, Teresa Margolles , Harun Faroki, Doris Salcedo , Luc Tuymans, Mona Hatoum, Michaël Borremans, Anna Bjerger... También reconozco a mis maestras y maestros, que llevo siempre conmigo, entre quienes destaca Gerardo Aparicio. Del contexto local, y de generaciones más o menos cercanas a la mía, me interesa mucho los trabajos de Elena Bajo, Javier Núñez-Gasco , Elena Alonso, María Carbonell , Clara Montoya, Gloria Martín Montaño e Isabel María.

«Pernambuco-Maranhão», de la muestra «Contra la piel», en el TEA G. B.

Qué se trae ahora entre manos. Estoy dándole forma a mi próxima exposición, que será en la galería Silvestre (C/ Dr. Fourquet, 21), en el marco de Apertura . Sigo valiéndome de la pintura para pensar críticamente sobre su Historia, especialmente en relación con la Historia de la opresión hacia las mujeres y la destrucción de la naturaleza y sobre cómo eso se logró a través de una mirada cultural que se originó en la Modernidad occidental. Recojo la tesis de ecofeministas como Carolyn Mechant , quienes consideran que el cambio de paradigma provocado por la revolución científic, y, en particular, el surgimiento de la filosofía mecanicista cartesiana, favoreció la degradación de la naturaleza, las mujeres y la tierra a la categoría de «recursos permanentes» lo que eliminó cualquier restricción ética a su explotación.

Vista general de la serie «Paisajes de excepción» G. B.

Proyecto favorito hasta el momento. El proyecto del que estoy más enamorada, y que mayores satisfacciones me ha dado últimamente, es «La memoria de los intentos». Con él he ganado, en 2017, el primer Premio Obra Abierta (Premio Internacional de Artes Plásticas Caja de Extremadura ) y las Ayudas a la Creación de Artes Visuales de la Comunidad de Madrid. Sin embargo, su origen se encuentra en una exposición anterior, «Paisajes de excepción» (2016), que se empezó a gestar en la Academia de España en Roma . Estar en ese contexto me permitió ajustar mi trabajo a las cuestiones que realmente me estaban preocupando.

«Renuncié a un trabajo con contrato indefinido porque, por mucho que lo intentara, me costaba conciliarlo con mi dedicación al arte, y era consciente de que me iba alejando de lo que siempre había querido»

Para la exposición, desarrollé piezas específicas para dialogar con el espacio a través, principalmente, de «Estudio», una pintura al óleo sobre un lienzo de gran formato, que ocupaba la sala y que terminaba por incluir a la galería dentro del cuadro. También presenté dos pinturas de pequeño formato. Fue la primera vez que trabajaba sobre las defensoras de la naturaleza, a través de paisajes que muestran los lugares donde las han matado y otros sacados de las páginas web de las empresas transnacionales extractivistas que explotan los recursos naturales en esos territorios. También entraban en juego cuadros de paisaje de pintores europeos del XIX que habían viajado por América Latina.

«Repoussoir», Premio Obra Abierta 2017. Ahora en la Colección de la Fundación Caja de Extremadura G. B.

¿Por qué tenemos que confiar en ella? No sé cómo descodificar el mundo si no es a través del arte y eso me da una perseverancia que me hace tener siempre un proyecto entre manos. Aunque es una idea muy instalada en la creación, pienso que el afán por aportar algo nuevo es peligroso porque nos hace tendernos trampas. Yo intento reflexionar, con toda la sinceridad posible, sobre los que considero algunos de los conflictos más cruciales y urgentes de nuestro presente. Teniendo en cuenta otros momentos históricos, intento prestar atención a las experiencias que me genera vivir en este contexto y traducirlas desde mi singularidad.

«Aqui murió un río», de la serie «La memoria de los intentos» G. B.

¿Dónde se ve de aquí a un año? Mi intención es encontrarme en mi estudio trabajando, pero si hay algo que tengo claro en esta profesión, es que un año da para que pasen muchas cosas. Aparte de lo que está en mis manos, me presento constantemente a convocatorias, por lo que mi agenda depende de cuáles de esas propuestas se concreten.

¿A quién cedería el testigo de esta entrevista? A Laura F. Gibellini , una artista cuyos últimos proyectos se mueven entre el dibujo, la escultura y la instalación, con la que me voy encontrando en diferentes momentos de nuestras carreras. Aunque partimos de presupuestos muy diferentes, acabo encontrando en su trabajo algo que me resuena y que me gusta por lo que dice, pero también por lo que esconde. Esa sensación de que algo se me escapa, me deja siempre con ganas de ver más.

¿Cómo se definiría en un trazo?

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