LIBROS

«Escrito en el agua», Paula Hawkins se ahoga

La segunda novela de la exitosa Paula Hawkins hace aguas por todas partes. No apta para iniciados

Paula Hawkins, autora de la afamada «La chica del tren»

MARINA SANMARTÍN

El cuerpo inerte de la fotógrafa y escritora Nel Abbott aparece en La Poza de las Ahogadas, un siniestro tramo del río que discurre cercano a la localidad de Beckford. En apariencia, todo indica que se ha suicidado, pero el cúmulo de leyendas y muertes que el lugar ha ido acumulando con el tiempo cargan de sospechas el trágico final de Nel e influyen sobre las actitudes de los peculiares habitantes del pueblo, al que regresa Jules, la hermana de la fallecida, para enfrentarse a todos los fantasmas de su desagradable adolescencia.

Esta es la intriga de «Escrito en el agua», la segunda novela de Paula Hawkins , que llegó a las librerías precedida por el gran éxito comercial y cinematográfico logrado por su primera incursión en la ficción, «La chica del tren», y que hace tan sólo unas semanas se ha ganado el reconocimiento de la comunidad de lectores Goodreads , cuyos integrantes le han concedido con sus votos el premio al mejor libro del año 2017 en la categoría de «thriller» y misterio.

El hecho de que un texto como este, confuso, plano y situado en los peldaños más bajos de la escalera que asciende hacia la excelencia literaria, haya logrado por unanimidad semejante distinción es el verdadero enigma . Sin embargo, de nada sirve ser condescendientes y arrastrar por el suelo la propuesta de Hawkins. Merece más la pena preguntarse por qué ha gustado tanto.

Fácil de olvidad

Sin duda Hawkins falla en la forma, embrollada y víctima de la precipitación, pero acierta en el contenido: cuenta una historia, no pretende otra cosa. Y esto, que debería ser una obviedad teniendo en cuenta que estamos escribiendo sobre narrativa, escasea en el panorama de la literatura actual. Para un lector ocasional y no demasiado curtido en los relatos de crímenes, el libro se convertirá en una diversión tan grata como prescindible y fácil de olvidar. Pero, ojo, a pesar del respaldo del público, una incógnita que sería absurdo despreciar, es evidente que basta con haber leído un cuento de Shirley Jackson o una novelita corta de Alfred Hayes para detectar las múltiples carencias de «Escrito en el agua», entre las que destaca un desenlace predecible , que se intuye en un momento muy temprano de la acción, porque la sutileza no es una de las virtudes de la autora.

Así que aquellos mínimamente iniciados en la narrativa de género se harán un favor al no adentrarse entre sus páginas. Si lo hacen, es muy probable que la lectura les resulte indigesta, como una canción pegadiza repetida mil veces , y quede enterrada en el montón de libros pendientes sobre la mesita de noche, por supuesto sin terminar.

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