«Double Bind», de Juan Muñoz, en 2001 en la Tate Modern de Londres
«Double Bind», de Juan Muñoz, en 2001 en la Tate Modern de Londres - EFE
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La obra cumbre de Juan Muñoz ve la luz catorce años después

Se exhibe en Milán «Double Bind», el trabajo que hizo en 2001 para la Tate Modern y le dio el éxito internacional

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La primera (y última) vez que el público pudo disfrutar de «Double Bind», la obra cumbre del escultor Juan Muñoz, fue en la Tate Modern de Londres en el año 2001. A los dos meses de la inauguración de aquella exposición que presentaba este conjunto escultórico, el madrileño falleció en Ibiza, víctima de un paro cardiaco.

Desde aquella exposición, «Double Bind» no había vuelto a exponerse a pesar de que es considerada la obra más importante del artista español. Consta de una serie de escenarios oscuros con elementos arquitectónicos que conforman un juego de contrastes entre lo visible y lo invisible, la realidad y la ilusión. En términos estructurales, consta de tres plantas y dos ascensores en constante movimiento. Desde el último piso, el visitante puede ver, a lo largo de una superficie de formas geométricas, agujeros o ejes que pueden ser reales o ilusorios.

En el nivel intermedio aparecen figuras, solos o en grupos, que pertenecen a una dimensión del espacio-tiempo indefinido.

Muñoz crea un mundo arquitectónico aséptico, utilizando elementos estructurales tales como ventanas y rejas con barrotes. El propio artista afirmó, cuando se inauguró la obra en la Tate Modern, que trataba de provocar la experiencia de los espectadores, «como si estuvieran en una ciudad en lugar de en un museo».

Un gran escultor

Las dimensiones que requiere el conjunto artístico han hecho que, aunque «Double Bind» supuso situar a Juan Muñoz entre los más grandes de la escultura moderna, no haya vuelto a exponerse hasta mañana, cuando se inaugure una muestra dedicada a Juan Muñoz en el espacio Hangar Bicocca de Milán, que podrá visitarse hasta el 23 de agosto. Los 5.300 metros cuadrados de los que dispone la sala milanesa para la retrospectiva hace, incluso, magnificar la exposición. «La nave central de la galería es tan grande que no sólo influye en la exposición, sino que la determina. Hay muchos artistas que no podrían exponer ahí porque el espacio se los comería. No es un espacio de acogida, es un espacio de diálogo entre la criatura y el arte», explica a ABC el director artístico del centro milanés, el valenciano Vicente Todolí, exdirector de la Tate Modern y comisario de la primera gran retrospectiva de Juan Muñoz en Europa. Desde entonces, han sido muchas las obras del artista madrileño que se han expuesto en todo el mundo. Le han dedicado esposiciones centros tan prestigiosos como el Museo Hirshhorn y Jardín de Esculturas de Washington DC (2001), el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles (2002), el Instituto de Arte de Chicago (2002), el Museo de Arte Contemporáneo de Houston (2003), el Museo de Grenoble, (2007), nuevamente la Tate Modern de Londres (2008) y el Museo Reina Sofía de Madrid (2009).

La retrospectiva de Milán tiene como figura estrella la que resultó ser la última obra del artista. De hecho, la exposición se titula «Double Bind and Around». Y, precisamente, en esos alrededores acompañará al conjunto principal una selección de obras de Juan Muñoz. «Es un modo de reflejar la relación de Juan con cierto arte tradicional pero también de ver cómo lo cambió», explica Todolí.

Terreno ambiguo

Entre las obras que acompañan a «Double Bind» cabe destacar «The Wasteland» (1986), con un suelo de patrones geométricos de colores y donde nos encontramos un muñeco de ventrílocuo sentado en un estante. Y «Many Times» (1999): una multitud de sus archiconocidas figuras orientales riéndose dispuestas alrededor del espacio. Así, hasta un total de 15 conjuntos escultóricos que explican la evolución de Juan Muñoz hasta llegar a su obra cumbre.

El éxito del artista madrileño se debe en parte al estilo que imprime a sus obras. Vicente Todolí es una gran experto en la obra de Juan Muñoz. Fue un gran amigo suyo y le conoce perfectamente. «Por el carácter de su obra, a un primer nivel seduce, tiene efecto de llamada. Pero hay más niveles que hacen dudar de la escultura clásica. Él mismo decía sobre "Many Times": “Al principio es divertido. Un rato después ya no”. Es decir, te lleva a su territorio en una primera impresión y ahí es donde empiezas a entrar en un equilibrio inestable que te lleva a preguntarte “¿Dónde estoy?” Ahí es donde vas a un terreno más ambiguo. Ahí es donde entra la polisemia».

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