Vargas Llosa, Isaberl Preysler y Félix de Azúa
Vargas Llosa, Isaberl Preysler y Félix de Azúa - EFE

Vargas Llosa destaca la independencia y «la conducta cívica ejemplar» de Félix de Azúa

El novelista acudió acompañado de Isabel Preysler, y en su discurso afirmó que no cree que haya «ensayista más personal, cosmopolita e ilustrado» que el que hoy ingresaba en la Academia

MADRID Actualizado: Guardar
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El novelista Mario Vargas Llosa ha destacado hoy «la independencia» y «la conducta cívica ejemplar» de Félix de Azúa, que es «la encarnación misma del escritor comprometido, en la tradición de un Orwell, un Camus o, entre nosotros, un Fernando Savater».

Vargas Llosa elogió el compromiso del escritor catalán al responder a su discurso de ingreso en la Real Academia Española, titulado «Un neologismo y la Hache», que De Azúa leyó ante más de quinientos invitados, entre ellos Isabel Preysler, la pareja del premio Nobel peruano.

A la ceremonia, presidida por el ministro de Educación y Cultura en funciones, Íñigo Méndez de Vigo, asistieron numerosos académicos, tanto de la RAE como de otras Academias; rectores de universidades y escritores como Fernando Savater, Vicente Molina Foix, Andrés Trapiello, Jon Juaristi, Javier Gomá y Patricio Pron.

Entre los invitados figuraban también la secretaria de Estado de Investigación, Carmen Vela; la directora de la Biblioteca Nacional, Ana Santos; el expresidente del Senado Juan José Laborda; la exministra de Cultura Ángeles González Sinde y editores como Claudio López Lamadrid, Pilar Reyes o Pilar Cortés.

Vargas Llosa es amigo del nuevo académico desde los años sesenta, cuando De Azúa «era entonces un joven efebo, cuya apostura de dios griego provocaba efervescencia entre las señoras (y también entre las jovencitas), que leía vorazmente y cuyas opiniones ya se caracterizaban por su originalidad y su insolencia», dijo el escritor peruano.

Una época en la que, «como casi todos los intelectuales, escritores y artistas españoles», el nuevo académico «abominaba de la dictadura obsoleta y leguminosa que padecía España y aspiraba con impaciencia a que llegara la libertad y, con ella, una revolución socialista que removiera al país desde sus cimiento»".

De Azúa, prosiguió el premio Nobel, fue «uno de los primeros españoles en convencerse de que esta era una fantasía bastante irrealizable», y lo dijo y lo escribió, «en contra de una corriente abrumadoramente mayoritaria», en sus libros, que «irían forjando esa personalidad refractaria, díscola y altiva» del autor de «Diario de un hombre humillado».

Para Vargas Llosa, es en el ensayo donde el autor de esa «curiosa» trilogía que conforman «Autobiografía sin vida», «Autobiografía de papel» y «Génesis» ha alcanzado «mayor creatividad y agudeza».

«Tanto que, después de la muerte de Octavio Paz, no creo que haya en nuestra lengua un ensayista más personal, cosmopolita e ilustrado que Félix de Azúa», aseguró el escritor peruano.

El nuevo académico «dice siempre lo que piensa» y va «hasta la raíz de las cosas». Se ha enfrentado «al nacionalismo catalán -a todos los nacionalismos, en verdad-, al terrorismo etarra y a cualquier medida que signifique una marcha atrás en las libertades, la legalidad y los derechos humanos que trajo consigo la Transición española», afirmó Vargas Llosa.

Al final de sus palabras de bienvenida, el autor de «La fiesta del Chivo» le pidió a Félix de Azúa que, en la Academia, siga «alborotando el gallinero». «Desaletárganos, por favor», concluyó el nobel peruano.

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