Festival de Salzburgo: Thomas Adés o la conciencia de la ópera

El compositor Thomas Adés lleva quince años obsesionado con « El ángel exterminador». Apareció en su imaginario antes de componer «The Tempest», ópera escrita a partir del relato de Shakespeare y que la Royal Opera House, Covent Garden, solicitó tras el éxito de «Powder Her Face», cruda y explicita referencia a «Dirty Duchess», Margaret, duquesa de Argyll, cuyas hazañas sexuales fueron un escándalo en 1963 durante su divorcio.

Con independencia de los muchos comentarios que en su momento provocó lo anecdótico del tema, tanto esta como aquella son creaciones soberbias, pequeños hitos en la carrera de un compositor que ocupa una posición de privilegio entre quienes actualmente demuestran que la ópera contemporánea es una realidad posible y necesaria.

Así lo entendió el Festival de Salzburgo

cuando le solicitó una nueva ópera a estrenar en la edición 2016 en coproducción con Londres, Nueva York y Copenhage. La respuesta ha sido «The Exterminating Angel», una ópera compuesta sobre el libreto de Tom Cairns a partir de la película dirigida por Luis Buñuel con argumento en colaboración con Luis Alcoriza.

Comentarios sobre la ópera

Desde que el filme «El ángel exterminador» (inicialmente pensado como «Los náufragos de la calle Providencia») se presentara en 1962 han sido muchos los comentarios sobre su propósito y mensaje. Christian Arseni narra todo ello en un extenso artículo incluido en el formidable libro programa editado por el Festival de Salzburgo y al que apoya una exhaustiva bibliografía.

Lo cierto es que un sentimiento perturbador recorre una pelicula que el propio Buñuel resumió afirmando que «la mejor explicación es que, racionalmente, no hay ninguna». Ante los ojos del espectador basta la evidencia de un grupo de «aristócratas» mexicanos convertidos en salvajes tras quedar encerrados en una habitación sin puerta de la que por alguna razón inverosímil no pueden salir.

Una mezcla de certeza y de elementos surrealistas recorren la película. Aquellos a los que han mirado Adés y campanas que se funde en la Haus für Mozart con el ruido de los espectadores y la afinación de la orquesta. El paisaje sonoro es explícito y determinante. La ópera va poco a poco concentrándose en una sucesión de texturas que diseccionan la arrebatada concentración sonora inicial.

El propio Thomas Adés dirige musicalmente las representaciones de Salzburgo mientras que el trabajo escénico es responsabilidad de Tom Cairns. Aparentemente sencillo, pero minuciosamente trabajado, el escenario está dominado por un gran arco que actúa de frontera entre los atrapados y el resto del mundo.

El giro sucesivo de la escenografía, alguna proyección de apoyo, la sincronizada posición de los actores y, sobre todo, la contemplación de su degradación producen una inquietante impresión estupendamente acentuada por la iluminación de Jon Clark, capaz de matizar con un coherente tono desvaído el vestuario de Hildegard Bechtler.

Reparto

El reparto de «El ángel exterminador» implica una larga y notable relación de cantantes incluyendo a a Amanda Echalaz, Anne Sofie von Otter, Sally Matthews, David Adam Moore, Thomas Allen o John Tomlinson. La calidad vocal es diversa si bien se atisba un objetivo común, una coherente manera de actuar que lleva al conjunto a una posición de relevante complicidad.

Junto a ellos están el Salzburger Bachchor y la ORF Radio-Symphonieorchester Wiende. Ver «El ángel exterminador» en el Festival de Salzburgo es participar de un espectáculo ante el que es fácil identificarse. Al fin y al cabo, ¿quién no se ha sentido alguna vez atrapado por la sinrazón?