Domingo Badía y Leblich según el «Diccionario Biográfico»
Domingo Badía y Leblich (Barcelona, 1767 – Siria, 1818) fue un viajero, escritor y científico. En 1795 hizo varias tentativas de elevar el globo, todas frustradas por fuertes temporales de lluvia y viento. En 1799 tradujo el «Dictionnaire des merveilles de la Nature» (París, 1781) de Joseph Aignan Sigaud de la Fond.
Presentó a Godoy un proyecto de viaje a Londres, donde se reuniría con los científicos y exploradores más renombrados y adquiriría los instrumentos científicos más modernos. A continuación, durante cuatro años, viajaría por Marruecos hasta el Sáhara, siguiendo por el sur hasta Costa de Oro. Luego atravesaría el continente hasta Zanzíbar, y, pasando finalmente por lo que hoy son Kenia, Etiopía y Libia hasta Trípoli, volvería a España.
Salió de Madrid el 12 de mayo de 1802, llegando a París el 7 de junio. Durante su estancia en la capital francesa pudo reunirse con el famoso astrónomo Joseph de Lalande (1732-1807), el naturalista Jean Baptiste Lamarck (1744-1829) y otros sabios. En agosto fue a Londres, fue presentado a Joseph Banks (1743-1820), presidente de la Royal Society, y al astrónomo Nevil Maskelyne (1732- 1811), entre otros. Allí hizo construir los instrumentos científicos para el viaje, estudió más a fondo el Islam, y se hizo circuncidar.
Domingo Badía, con la identidad de Alí Bey Abd Allah, llegó a Cádiz el 26 de abril de 1803. El 29 de junio cruzó el estrecho de Gibraltar en dirección a Tánger, donde se presentó como hijo y heredero universal de un príncipe sirio fabulosamente rico —descendiente directo de los califas abasíes, por más señas— que había tenido que huir de la patria por razones políticas.
Haciéndose pasar por musulmán fervoroso, Badía murió en el desierto sirio en agosto de 1818, se dice que envenenado por un agente británico, mientras desempeñaba otra misión secreta en Oriente Medio, esta vez a instancia de Luis XVIII de Francia.
La vida y obras de Domingo Badía suscitan muchas preguntas. En su España natal fue despreciado por afrancesado, mientras que en Francia se le veía como a un extranjero sospechoso. Hombre polifacético, verdadero compendio de la Ilustración, sólo ahora, doscientos años después de su muerte, comienza a gozar de la fama que merece.
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