DESAFÍO SECESIONISTA

Pineda de Mar, así han sido las 24 horas de encierro de los policías de El Puerto

Los agentes viven durante todo un día el acoso de los independentistas que llegó hasta el amago de ser expulsados del hotel

EFE

MARÍA ALMAGRO

Más de 24 horas de acoso y tensión . Los policías de la provincia que han sido destinados a Cataluña con motivo del referéndum ilegal del 1 de octubre llevan viviendo desde que llegaron en primera persona el clima de tensión y crispación que estos días tiene divididos a los catalanes en dos. Y también la cara más amable. La de aquellos que, a menudo a escondidas y en bajo, les dan las gracias, les aprietan el hombro y les llenan de halagos. Pero el lunes por la noche rebosó el vaso de la parte más amarga. Al menos para los de ElPuerto. Alojados en un hotel de Pineda de Mar (Barcelona) la situación llegó a su límite cuando, en torno a las ocho de la tarde, decenas de manifestantes se empezaban a agolpar a las puertas del establecimiento para amenazarles y mostrarles su rechazo por lo que ellos han considerado un «uso desmedido de la fuerza». Minutos antes el presidente del Gobern, Carles Puigdemont, les había lanzado su mensaje. Se dirigía a la ciudadanía y exigía al Estado que sacara a la Policía y la Guardia Civil de Cataluña y a los independentistas que salieran a la calle a manifestarse.

Así lo hicieron. En Pineda de Mar la plaza que da al hotel comenzó a llenarse de gente que poco a poco fueron encendiendo sus ánimos contra los agentes. Mientras, en el establecimiento los policías de El Puerto, 18 efectivos de la Unidad de Prevención yReacción (UPR), descansaban para iniciar un nuevo operativo que finalmente no pudieron realizar. Lo mismo le ocurrió a los agentes que habían llegado desde Gijón, Marbella, Madrid y Toledo. En total, más de 200 policías que tuvieron que soportar durante «toda la noche las provocaciones e insultos» llegados desde el otro lado.

Y decimos desde el otro lado porque las órdenes que recibieron fueron claras. No podían entrar en estas provocaciones. Tenían que permanecer impertérritos al otro lado de la cristalera aunque les hicieran cortes de manga y burlas constantemente. Dejar pasar el tiempo y esperar recluidos en el hotel a que todo se calmara para salir. Nada de plantar cara. Y así, durante horas . Horas en las habitaciones, en el hall y en la cafetería pensando si habían recorrido más de mil kilómetros para estar encerrados, y horas también en las que esperaron con paciencia que fueran volviendo uno a uno todos los agentes que estaban todavía desplegados. Haciendo su trabajo. A su regreso eran recibidos con aplausos y vítores mientras que fuera seguían los insultos. La cara y la cruz. El compañerismo y el absoluto rechazo.

El escrito

Pero la historia de este 'encierro' no tuvo ahí su final. Varios guardias civiles habían sido expulsados ya de un hotel en Calella. Tal y como pintaban las cosas, ellos podían ser los siguientes. Al mediodía la amenaza ya estaba escrita sobre la mesa. Según les comunicaron mediante documento tenían que abandonar las instalaciones antes de las cuatro de la tarde. Como indicaban, habían tomado esta decisión bajo amenaza de que el Ayuntamiento de Pineda de Mar les iban a cerrar el hotel durante cinco años.

La propia vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáez de Santamaría, leyó ante los medios este escrito para denunciar la «coacción» que están sufriendo los hoteleros catalanes que están alojando a agentes por parte de algunos ayuntamientos. Sin embargo la situación pegó un giro en torno a la una de la tarde cuando el ministro del Interior, Juan Antonio Zoido, compareció y aseguró que los agentes no tendrían que abandonar los hoteles y que no se cedería así al chantaje de los independentistas. Según el ministro, completarán su trabajo y agotarán los contratos que han suscrito con los hoteles.

El ministro del Interior avisaba además de que hará «todo lo necesario» para frenar el «asedio» que se está produciendo en Cataluña contra los agentes de la Guardia Civil y la Policía desplazados allí. El ministro dejaba claro que las leyes son de «obligado cumplimiento» en España para todos los ciudadanos «residan en la comunidad autónoma en la que residan» y acusaba al presidente de la Generalitat de alentar «el acoso y los actos de odio» hacia los agentes.

Por su parte, la Fiscalía anunciaba que ha abierto diligencias para averiguar si la expulsión de Calella y el amago en Pineda de Mar constituye un delito de odio. Ambas decisiones serán investigadas por la Fiscalía de Delitos de Odio y Discriminación de Barcelona por si fueran constitutivas de delitos de amenazas, coacciones y contra los derechos fundamentales y libertades públicas «cometido por la pertenencia de los afectados a la nación española».

Horas después, tanto el Ayuntamiento como la cadena hotelera negaban en un comunicado conjunto esas presiones para expulsar a los policías y el Consistorio precisaba que se había limitado a plantear a la Delegación del Gobierno si los agentes podían adelantar unos días su salida de los hoteles, prevista para el 5 de octubre.

Por su parte, los policías de Cádiz y Jerez , que se alojan el Lloret de Mar, de momento, no han tenido problemas graves en cuanto al alojamiento. Aunque también están viviendo episodios de amenazas y coacciones también recalcan el «buen trato» que están recibiendo por parte de muchos catalanes que se les acercan para mostrarles todo su apoyo.

Por fin, pasadas las ocho y media de la tarde, minutos antes de que hablara el Rey, los efectivos portuenses volvían de nuevo a pisar la calle a realizar un servicio. Lo hacían, curiosamente, entre los aplausos de más de un centenar de personas que les esperaban donde tenían estacionados los furgones. «¡No estáis solos!», les gritaban ondeando banderas españolas.

Los furgones de los policías salen por fin del hotel y entre ánimos de un centenar de personas. LA VOZ
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