FacebookLa lección definitiva del destino al rácano que todos tenemos en nuestro grupo de amigos

La Navidad es una época peligrosa para las personas más generosas. Y ya no solo por los regalos que hay que hacer a familiares y amigos (en los que toca dejarse un buen pellizco del sueldo), sino por las múltiples comidas con amigos y cenas de empresa. La razón es sencilla: siempre hay alguien que, para evitar tener que abrir la cartera, se hace el remolón a la hora de pagar y espera que otro se ofrezca a invitarle.

Normalmente, este horrible sujeto suele ser el mismo que nunca lleva cambio y pide «unos euritos para café» que nunca te devuelve o, como no podía ser de otra forma, aquel que -en plena noche de fiesta- prefiere pasarse una hora andando por las frías calles de la ciudad antes que gastarse 10 euros en un taxi.

Si estos comportamientos te hacen cogerte más de un berrinche no debes preocuparte, pues un nuevo vídeo de Facebook ha demostrado que a todo cerdo le llega su San Martín y a todo «rata» le toca tragarse su racanería con patatas.

El clip viene de la mano del conocido rey de las redes sociales español: Jorge Cremdes. El mismo que, hace pocas semanas, concedió una entrevista en exclusiva a ABC y señaló que su objetivo en esta vida no era otro que «hacer el humor» a sus seguidores hasta hacerles «llegar al orgasmo». Un joven que comenzó haciendo bromas con sus amigos pero que, ahora, logra millones de reproducciones con cada clip que publica. «Ahora, por su interactividad, prefiero Facebook. En YouTube tienes que buscar tú los vídeos, mientras que en Facebook es el vídeo el que te busca a ti», explicaba a este diario.

Con más de un millón de reproducciones desde que fue publicado, el vídeo de Cremades demuestra que el Karma también tiene preparadas jugarretas para los más tacaños del grupo. ¿Cómo lo demuestra? En este caso, mediante un clip de menos de un minuto en el que se puede ver a un grupo de tres amigos que se encuentran disfrutando de un apacible día en un restaurante. Todo parece ir bien, hasta que, carta en mano, llega el camarero para tomar el pedido al simpático trío.

«¿Qué os pongo?», pregunta. Uno de los tres chicos no lo duda: «Caviar dorado, percebes de Madagascar, ostras salvajes de Holanda y dos botellas de Dom Pérignon. Y para mis amigos, lo mismo». Vale, todos podemos estar de acuerdo en que la comida es un poco cara, pero un día es un día, que se podría decir. Sin embargo, en ese momento hace su aparición el rata del grupo... «No, para mi una ensaladita, que estoy a dieta».

Su plan parece quedar finalizado cuando, tras acabar de darse una buena comilona, llega el camarero con la cuenta. «Yo pago mi parte, son seis euros». Parece que no va a tener que sufrir el dolor de soltar varios billetes. No obstante, en ese momento recibe una lección que nunca olvidará cuando uno de sus amigos le dice una frase lapidaria: «Tranquilos, invito yo a todo. A todo». ¡Zas!