Cristiano marca de penalti el 0-2
Cristiano marca de penalti el 0-2 - efe
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«Cristiano piensa superar los 400 goles»

Cuando llegó no pensó que alcanzaría el récord de Raúl. Vino porque su sueño era el Madrid. Y sintió que aquí era mejor jugador que nunca

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Su padre, José Dennis Aveiro, estaría muy orgulloso de ver a su hijo erigirse en el mayor goleador de la historia del Real Madrid. Él, que trabajó en el Andorinha, el primer equipo de barrio de su hijo, le hablaba del Real Madrid de Di Stéfano, Puskas y Gento. Y del Benfica de Eusebio, Torres y Coluna. El sueño de Cristiano, influido por su padre, era convertirse en uno de esos grandes futbolistas. A los 18 años, en 2003, ya brillaba en el Sporting de Lisboa cuando Ferguson le permitió dar el primer paso hacia esa meta. Se consagró en el Manchester. Pero Sir Alex siempre escuchó de Ronaldo esas palabras que tan poco gustan en Old Trafford. Las queDe Gea ha expuesto durante el último un año: «Mi sueño es jugar en el Real Madrid».

En el caso del luso, esa ilusión creció desde la niñez. Ferguson, futbolista antes que entrenador, le dejó cumplir su anhelo. Lo que nadie esperaba, ni el técnico inglés ni el propio Cristiano, es que en la casa blanca conseguiría un rendimiento tan desmesurado.

Después de seis años, el portugués se dispone a ser el máximo rematador de la entidad más famosa del planeta. «Cuando llegó al Real Madrid», dicen las personas que están a su lado, «nunca pensó que alcanzaría el récord de Raúl. Venía sobre todo a ganar títulos, a conseguir la Champions».

Con el paso de los primeros meses, Cristiano supo que el estilo de juego del conjunto blanco era el idóneo para explotar su enorme capacidad física. «Se dio cuenta que la calidad técnica de un equipo como el Real Madrid le dejaba exhibir todas sus cualidades, su disparo, su velocidad, su remate de cabeza», explican en Valdebebas. «Sacó toda su clase a relucir», señala Pepe, su mejor consejero. «En el Real Madrid vio que su rendimiento no tenía tope. Buscó el límite. Y aún no ha llegado. Yo no veo donde está su límite».

Arbeloa, Pepe, Marcelo, hombres que han vivido con él estos seis años de éxito personal, afirman que la cabeza del ariete tiene una ambición que esconde su nuevo listón: «Cristiano piensa superar los 400 goles con el Real Madrid».

Ferguson se cuestionó las razones por las que su hijo deportivo había dado ese grandioso salto adelante en el fútbol español. Su amigo Mourinho explicó los argumentos del éxito: «Cristiano me pidió jugar como extremo izquierda para entrar en carrera desde la banda y aprovechar su potencia en el disparo». Su compatriota pasó de ser extremo y servir goles a Rooney, a penetrar en diagonal desde la izquierda para marcarlos él. Ronaldo, sencillamente, jugó por fin donde y cómo quiso. Y ha triunfado. En el United anotó 118 goles en 292 partidos. En el Madrid lleva 318 en 303 encuentros.

El «siete» se ha sincerado ante sus amigos. «He perseguido este récord desde hace unos años». Desde que alcanzó los 201 tantos en mayo de 2013. Su progresión ha incitado la de Messi, como Navratilova provocó la motivación de Chirs Evert en el tenis. El portugués es el cuarto artillero histórico de la Liga, con 230. Su próximo reto es superar los 234 de Hugo. El siguiente será mejorar los 251 de Zarra. Los 287 de Messi son el listón. Leo los remató en 318 jornadas, una media de 0,90. Ronaldo firmó 230 en 203, un promedio de 1,13, el mejor del campeonato.

La plantilla exigía respeto para lo que hace su compañero y el Real Madrid: «Como marcamos seis al Español y él consiguió cinco, ahora dicen que la Liga no vale nada. No lo dijeron cuando empatamos en Gijón».

Al jugador no le importa. Más estabilizado emocionalmente, maduro, no hay ruido exterior que le afecte a los 30 años. La vida de Cristiano ha sido un camino de espinas. Pocos habrían soportado lo que él ha superado.

Su padre estaba orgulloso de sus logros, pero era un alcohólico. Vivió un ambiente muy difícil desde niño en su casa de los barrios bajos de Funchal. Su madre, María Dolores, fue su apoyo. Ronaldo se evadió con el fútbol. Quiso triunfar para escapar de esa realidad. Su valía como delantero le avaló para fichar por el Sporting de Lisboa en 1997, a los doce años. Se marchó a Lisboa. Vivió en la pensión Dom José de la Plaza Marqués de Pombal. Pagaba 25 euros por noche. «Cuantas noches lloré allí, solo», rememora el luso. La gente se reía de su acento. Figo fue testigo del trabajo del chaval para ser grande en el Sporting lisboeta y superar una vida tan dura y las burlas que genera la emigración.

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