Cultura

Vida y obra de la condesa de Lebrija, una mujer adelantada a su tiempo

Literatura

Este viernes se ha presentado el libro de María Mercedes Fernández y Magdalena Illán sobre una figura predominante en la cultura de Sevilla y Sanlúcar

La Fundación Caja Rural del Sur pedirá al Ayuntamiento de Sevilla una calle con su nombre

Isabel de León, Magdalena Illán, María Mercedes Fernández y José Luis García-Palacios Antonio vázquez
Álvaro Mogollo

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Las Bodegas Hidalgo La Gitana de Sanlúcar han acogido la presentación del libro 'Regla Manjón Mergelina, la Condesa de Lebrija. Arte. Filantropía y poder en Sevilla (1851-1938)', de María Mercedes Fernández Martín y Magdalena Illán Martín, y que impulsa la Fundación Caja Rural del Sur.

Con nutrida presencia de público en una de las catedrales de la manzanilla, y coincidiendo con el inicio del segundo ciclo de las Carreras de Caballos en la playa, las autoras han expuesto algunos de los rasgos humanos de una mujer que rompió techos de cristal en sectores muy masculinizados durante el siglo XIX como el arte o la empresa.

José Luis García-Palacios Álvarez, presidente de la Fundación, ha elogiado la obra, de la que ha dicho que merece más de una lectura, y ha anunciado que trasladará al Ayuntamiento de Sevilla la petición de dedicar una calle destacada de la ciudad hispalense a Regla Manjón Mergelina, tal y como ya sucede en Sanlúcar, lugar de nacimiento de la condesa de Lebrija.

«Artista, poeta, pintora e incluso musa de algunos pintores como Sorolla», ha dicho García-Palacios sobre una mujer que poseía «valores criticados por aquel entonces pero con los que el tiempo ha acabado dándole la razón».

Antes de la intervención de las autoras, ha tomado la palabra Isabel de León, sobrina bisnieta de la condesa, mostrando el agradecimiento por sacar a la luz las virtudes «de una mujer excepcional en todos los sentidos, sanluqueña de nacimiento y sevillana de adopción».

Sobre su «tía Regla» ha puesto en valor la posesión de una mentalidad adelantada a su tiempo respecto a la cultura, siendo una gran mecenas. Aunque no ha querido desmerecer su vis humana: «Siempre tendía la mano a los necesitados para que nunca se sintieran solos».

Magdalena Illán afirma que la vida de la condesa de Lebrija sigue levantando interés, de ahí que se estén llevando a cabo diferentes estudios sobre su vida. «Nunca debió pasar al olvido desde el punto de vista personal», ha comentado.

Manjón era muy carismática, con las ideas muy claras y con gran capacidad de gestión. Su trayectoria como coleccionista tal vez puede haber dejado de lado esas características humanas, pero los libros y cartas que están viendo la luz están poniendo de relieve su personalidad.

Sanlúcar, donde nació, está muy presente en su obra gracias al amor que sus padres le transmitieron por este rincón donde muere el Guadalquivir. La casona de su infancia aparece en muchos de sus poemas debido al agradable recuerdo que le producía, de ahí que le dedicara múltiples poemas.

Su padre, el político Pedro Manjón, fue muy importante en la formación de su hija hasta que falleció cuando Regla tenía 14 años. Pero fue su madre Leona Mergelina quien marcó su trayectoria como filántropa y en las relaciones internacionales, que cultivó desde muy joven.

Una mujer vanguardista

En su obra como poeta, se queja amargamente de que no se le preste la atención suficiente que su talento merecía, ya que la mujer estaba invisibilizada en determinados círculos. «Tener talento era entonces un tormento», ha expuesto Illán.

Su forma de pensar era impropia del siglo XIX, centrada en un humanismo que a ojos actuales parece de absoluta lógica, ya que apelaba por la abolición de la esclavitud. Impulsó además importante tertulias literarias en Sanlúcar y Sevilla.

Contrajo matrimonio con Federico Sánchez Bedoya, un político muy admirado que favoreció la popularidad de la condesa, que llegó a ser una mujer muy poderosa que, tal y como suele suceder en esos casos, acumuló muchos amigos y enemigos.

En una Sevilla de finales de siglo XIX que sufrió una gran crisis económica y sanitaria, fue una persona destacada por su labor social, llegando a presidir la Casa de Expósitos y luchando muy activamente contra la tuberculosis.

Y por si fuera poco, también demostró importantes dotes para los negocios, retomando la actividad de las Bodegas de la Viuda de Manjón una vez que su madre falleció, que le dejó una sustancia herencia que la condesa administró haciendo gala de su filantropía.

Una vida dedicada al arte

María Mercedes Fernández ha ensalzado la importancia de Manjón en la cultura y el arte de Sevilla, siendo una referencia para muchos anticuarios que avisaban a la condesa cuando llegaban a sus talleres obras que podían ser de interés.

Además de su amor por las obras, defendió la divulgación y el aprendizaje en aras de la cultura, por lo que siempre tuvo su casa abierta a todos los investigadores y estudiosos. De su carácter benefactor para impulsar el arte pudieron dar buena cuenta, por ejemplo, los hermanos Bilbao, Gonzalo y Joaquín, a los que les encargó retratos de su marido ya difunto.

Al ser esta circunstancia conocida, muchas personalidades acudieron a ella y colaboró en diversas iniciativas como en la coronación de vírgenes, la construcción del monumento a San Fernando o incluso el de Cristóbal Colón en los Jardines de Murillo.

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