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La tormenta perfecta que aprieta a los pescadores de Conil

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La presencia del alga asiática en la Costa de la Luz está mermando de forma muy relevante la actividad de los pesqueros

La subida de los carburantes, la sequía y la proliferación del atún también dificultan la pesca tradicional conileña

Imagen del archivo del muelle pesquero de Conil. L. V.
Álvaro Mogollo

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En pocos trabajos como el de la mar están tan acostumbrados a lidiar con los temporales. Los de verdad, menos frecuentes ahora, y los figurados. Y en el puerto de Conil pueden dar de fe de ello porque están pasando momentos complicados.

El alga asiática, que fue noticia el pasado verano por copar buena parte de los puertos pesqueros, sigue siendo un factor que condiciona notablemente la actividad de los pescadores conileños. Esta planta marina es muy invasiva y desplaza a muchas de las especies propias de la zona, que ya están de por sí mermadas porque con las crecientes temperaturas buscan aguas más frías, pero además ocasiona importantes desperfectos en las artes de pesca de los miembros de la Organización de Productores Pesqueros Artesanales de la Lonja de Conil.

Pero a ello hay que unir varios condicionantes más que hacen que actualmente, en un mes de septiembre tradicionalmente bueno para el pescado, tan sólo estén saliendo a faenar un 15% de los barcos de la flota. Una de esos elementos es la lluvia. Más bien la ausencia de la misma, como especifica Sergio Ruiz Macías, responsable de comunicación de los pescadores artesanales: «La falta de lluvia está relacionada directamente con la pesca de algunas especies, que se ven muy limitadas».

El pulpo, un apreciado producto con gran peso en las capturas de la zona, es el más afectado: «Los años de sequía son muy malos de pulpo, casi no hay. Además ahora hay un paro biológico de esta especie. De las demás también hay merma, pero no tanto como del pulpo».

Al alga, las altas temperaturas y la falta de pulpo, se suma la subida de los carburantes, que alcanza su novena semana consecutiva de ascenso. Si se compara el precio pagado este año por llenar los tanques con el desembolso que se hacía hace dos años, el resultado no arroja duda alguna: «El repostaje de toda la flota en el mes de mayo de 2021, del 1 al 31, rondaba los 15.000 euros. En mayo de este año, habiendo los mismos barcos, el pago ha sido de 33.500 euros».

Por todo ello, el sector de la pesca tradicional de Conil reclama tener una cuota en la captura del atún, cada vez más extendido en las costas conileñas. Ruiz Macías expone que los científicos han corroborado como nuevas familias están viviendo en la zona, alimentándose de variedades propias de estas latitudes, y cree que para paliar la difícil situación actual, la pesca de parte de este apreciado producto que ahora mismo está reservada únicamente a las almadrabas podría solucionar parte de la problemática.

Una cosa y otra terminan haciendo que la mayoría de los pesqueros se queden amarrados durante un mes que suele ser mejor incluso que agosto, algo limitado por el levante. «La mayoría ha preferido parar ya en vez de octubre o noviembre porque no podían más», afirma.

«Llevábamos un invierno malo, y el verano, que suele ser la época buena en la que se salva el año, no ha sido tan bueno como pensábamos», prosigue. La previsión de no poder lograr ingresos suficientes les hace ser conservadores: «Ahora mismo todo lo que se saca es para pagar. Las redes que parte el alga, los seguros sociales, los marineros y se guarda un poquito del dinero por si se estropea el barco y hay que cambiar cualquier pieza».

Hay quienes han salido a faenar, pero los resultados les han hecho cesar en su idea: «Han ido cinco días y en cuatro de ellos han cogido solo algas. Y el dinero que han hecho el viernes, lo han tenido que coger para arreglar las artes de pesca que han roto las algas».

La Junta de Andalucía ofrece una ayuda por el paro biológico del pulpo a la que se han adherido muchos de ellos: «Prefieren estar en casa sin calentarse la cabeza, y ganar lo mínimo con la subvención, que trabajar sin descanso y que todo sea para pagar. No se arriesgan a perder dinero».

Sin relevo generacional

Ante estas perspectivas, el atractivo para los jóvenes que podrían heredar esta tradición es más bien escaso. Y los datos son muy esclarecedores: «La flota de Conil ha pasado en ocho años de 100 barcos a 50. El relevo generacional está complicado», expresa Sergio Ruiz.

Hasta hace pocos años sí que podía ser visto con buenos ojos porque las condiciones invitaban a trabajar en la pesca: «Era un sector en el que se podía ganar más dinero que en la hostelería y era atractivo. Es una actividad regulada, de lunes a viernes, saliendo muy temprano pero con horarios soportables porque tenías la tarde libre. Y a final tenías un sueldo bastante bueno». Eso ha cambiado, afirma con resignación: «¿Vas a querer entrar en un sector que está constantemente luchando contra factores externos que no nos dejan trabajar?».

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