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El pueblo más pequeño de Cádiz tiene menos de 500 habitantes y es conocido por su famoso queso y su curiosa plaza de toros
Es el lugar perfecto para desconectar y disfrutar de la naturaleza en su máxima expresión
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Enclavado en pleno Parque Natural de la Sierra de Grazalema, Villaluenga del Rosario es mucho más que el pueblo más alto de la provincia de Cádiz. Este pequeño municipio blanco, el más pequeño de la provincia, de calles empedradas y paisajes de caliza escarpada, se ha ganado un nombre en toda España gracias a uno de sus tesoros más deliciosos: el queso Payoyo.
Villaluenga del Rosario cuenta con una población de 462 habitantes (según datos del INE del pasado año 2024) y entre sus múltiples atractivos también presume de una curiosa plaza de toros.
Villaluenga del Rosario se encuentra en el corazón de la Sierra de Grazalema, a unos 1.200 metros sobre el nivel del mar. Rodeado de picos y barrancos, es ideal para senderistas, amantes de la naturaleza y viajeros en busca de autenticidad.
A pesar de su reducido tamaño, ofrece una experiencia completa de desconexión y conexión con lo esencial: la tierra, la tradición y la buena comida.
El queso Payoyo
Y hablar de Villaluenga es hablar de gastronomía. El queso Payoyo es un queso artesanal elaborado con leche de cabra payoya y oveja grazalemeña, dos razas autóctonas criadas en la Sierra.
Aunque su nombre puede parecer informal, hoy en día es una marca registrada que representa calidad, sostenibilidad y sabor intenso.
Este queso comenzó a elaborarse comercialmente en los años 90, pero su tradición ganadera es ancestral. La quesería Queso Payoyo S.L., con sede en Villaluenga del Rosario, ha ganado numerosos premios internacionales, situando este producto en el mapa gourmet global.
La plaza de toros
La Plaza de Toros de Villaluenga está construida sobre roca en piedra seca y representa uno de los más bellos cosos taurinos de España al estar rodeado de un impresionante paisaje natural.
Se sitúa esta plaza en un extremo del pueblo, en la calle Moreno de Mora, enclavada en los relieves de la Sierra del Caíllo. Presenta una planta con forma prácticamente octogonal.
No hay documentación escrita acerca de la fecha de su construcción porque los archivos municipales ardieron en 1936, se sabe que es muy antigua, y la más vieja de la provincia de Cádiz.
Es la única plaza de la provincia que no es redonda, tiene forma de trapecio con esquinas ochavadas, aunque ofrece un golpe de vista rectangular.
Aunque se dice que cuenta con el aforo más grande del mundo, esto es, porque su coso, debido a la situación de la localidad, al pie de la gran mole rocosa del Caíllo, puede contemplarse desde lo alto de esta Sierra. La antigüedad de la edificación y su sencillez, la hacen acreedora de una especial protección y conservación.
Por ella han pasado grandes figuras del toreo, tanto del mundo taurino antiguo como del actual, así como Cayetano Ordóñez, «el Niño de la Palma», «Venturita», «Limeño», «Paco Ojeda», Álvaro Domecq, Fermín Bohórquez, Jesulín de Ubrique, Ortega Cano, Javier Conde, Finito de Córdoba, Manuel Díaz «El Cordobés», los hermanos Galán y muchos otros.
Otros atractivos
Este pueblo no solo es sinónimo de buen comer. Quienes lo visitan se enamoran también de sus casas blancas colgadas de la montaña o de la Iglesia del Salvador, de estilo barroco.
El cementerio más antiguo y curioso de España está construido en la plaza de toros. Y hay nombres propios en forma de rutas como el Sendero Llanos del Republicano o el Salto del Cabrero.
Y, por supuesto, qué decir del ambiente acogedor de su gente, que sabe combinar la hospitalidad con el respeto por la tradición.
En resumen, es el lugar perfecto para desconectar y disfrutar de la naturaleza en su máxima expresión.
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