Lebrija

Las Cruces de Mayo de Lebrija tienen al menos 305 años de historia

El historiador lebrijano Diego Romero encuentra un documento fechado en 1714 en el que la Iglesia prohíbe la celebración de la fiesta

Diego Romero Vera, junto a la cruz que sirve de punto de encuentro en la plaza de España de Lebrija Alejandro Hernández

Alejandro Hernández

Coincidiendo con los momentos finales de la Guerra de Sucesión Española y el sitio de Barcelona de 1714, el mismo año en que Felipe V aprueba la constitución de la Real Academia Española y en el que se patenta la máquina de escribir, el visitador del Arzobispado de Sevilla Pedro Fernández de Zurita , imbuido del celo religioso propio de la época, publicó como quinto mandato de su visita a Lebrija la prohibición de la celebración de las cruces de mayo en la localidad, en el que señala textualmente al vicario que «… no permita se aderezen cruces en las casas particulares, hermitas, plazas, ni calles publicas donde se juntan hombres y mujeres a tener bailes y festejos desordenados …».

Este texto forma parte del documento descubierto por el historiador lebrijano Diego Romero Vera , miembro del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla, incluido en uno de los textos de fábrica del archivo de la Parroquia de Nuestra Señora de la Oliva de Lebrija . La prohibición cayó en saco roto, de hecho en 1715 volvió a publicarse un documento similar, sin embargo al cabo de tres siglos esta documentación ha servido para constatar que las Cruces de Mayo de Lebrija se vienen celebrando al menos desde hace 305 años . Hasta el momento, las cruces han sido una fiesta sin registro histórico.

«Se trata de un documento eclesiástico de principios del siglo XVIII que encontré por azar», explica a ABC Diego Romero que señala que «buscaba información sobre la hermandad del Santo Sepulcro y la velación al Cristo yacente que se lleva a cabo todos los Viernes Santos». No es la primera sorpresa que depara el archivo parroquial de la Oliva, ahora en proceso de digitalización, y que sirve para desentrañar los misterios de la historia de Lebrija, una de las ciudades más antiguas de Europa que hunde sus raíces en la mítica Tartessos, como demuestra que el pasado mes de febrero se encontrara la partida de bautismo del lebrijano Miguel Pérez Leal, el soldado más joven de los últimos de Filipinas . Este archivo histórico del templo mayor de Lebrija es ininterrumpido y se conserva íntegro desde 1476 hasta prácticamente la actualidad.

Imagen del documento del quinto mandato eclesiástico de 1714 A. H.

Una idea de la importancia que la Iglesia dio al mandato y a la prohibición queda clara en la advertencia de pena que hace: «… de aquí en adelante a los trangresores deste mandato luego que tenga la noticia les notifique pena de excomunión mayor quiten dichas cruzes para que se le de comision en forma y sino obedecieren les escriba causa que remitirá al señor provisor…». A pesar de ello, los lebrijanos siguieron celebrando la fiesta.

Diego Romero ha dado a conocer su descubrimiento con la publicación en la revista Archivo Hispalense , editada por la Diputación de Sevilla, del artículo «Las cruces de mayo de Lebrija: una fiesta popular con más de 300 años de historia» en el que destaca entre las consideraciones finales que «el documento que hemos dado a conocer constituye la única referencia histórica conocida sobre las Cruces de Mayo de Lebrija ». Romero subraya que en virtud del documento «sabemos que esta fiesta popular se celebraba ya a inicios del siglo XVIII, aunque puede que su origen sea bastante anterior».

El artículo también recoge la hipótesis del historiador según la cual «cabría relacionar su génesis con la sacralización de la fertilidad, la regeneración de la naturaleza y la abundancia a las que da lugar la llegada de la primavera». En este sentido, apuntan Romero, «los rituales en honor a Baco y a Bona Dea , y nuestra contemporáneas fiestas de mayo, salvando las distancias, comparten una misma esencia». Pero advierte, «no es históricamente admisible hacer derivar estos festejos de los antiguos ritos paganos, aunque sus similitudes son innegables».

El culto a Bona Dea , diosa romana de la fertilidad y la regeneración, al que hace referencia se celebraba la primera noche del primer día de mayo, las cruces lebrijanas también se celebraban la primera noche de mayo, aunque ahora tengan lugar los dos primeros viernes y sábados de mayo; en los ritos romanos solo podían tomar parte las mujeres, las cruces son conocidas popularmente como la fiesta de las mujeres ; y como tercera coincidencia, las romanas «adornaban el espacio de culto con flores y ramajes, bebían vino e interpretaban danzas báquicas», puntualiza Diego Romero, mientras que las Cruces de Mayo de Lebrija son adornadas con flores, macetas y bronces, se bebe vino de la tierra y se bailan las llamativas sevillanas corraleras.

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