Familiares y profesionales quieren que la terapia sea un servicio municipal, público y gratuito
Familiares y profesionales quieren que la terapia sea un servicio municipal, público y gratuito - A. H.
LEBRIJA

Canes que ayudan a los niños a superar la discapacidad en Lebrija

Un grupo de familias lebrijanas desarrolla con éxito el proyecto «Mi terapeuta es un perro»

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Los resultados van confirmando progresivamente los beneficios de la terapia asistida con animales, una modalidad de tratamiento terapéutico en el que un animal que cumple determinados criterios forma parte integral del proceso. Su propósito es fomentar la mejoría física, social, emocional o cognitiva de los seres humanos.

Este tipo de terapia está demostrando su eficacia especialmente con niños que presentan problemas de conducta, desarrollo del lenguaje, emotividad, motricidad o autocontrol y control de las fobias, incluso en la mejoría de pequeños con síndrome down o con autismo. La también conocida como zooterapia se puede llevar a cabo prácticamente con todos los animales de compañía, pero los más utilizados son los caballos y los perros.

En Lebrija, un grupo de familias coordinadas por la técnico en Educación Infantil Carolina Ortega y con ayuda del Centro del Profesorado está desarrollando un proyecto pionero en Andalucía titulado «Mi terapeuta es un perro».

«En pocas sesiones conseguimos los objetivos y los padres están contentísimos», asegura a ABC la coordinadora. Por el momento «este microgrupo lo forman cuatro familias», indica Ortega.

Los implicados aspiran a algo más que desarrollar el proyecto y demostrar la idoneidad de la terapia asistida con perros: «Queremos que se instaure como un servicio municipal, público y gratuito en Lebrija y las poblaciones cercanas», señalan los familiares, «que sea un recurso más para los niños con autismo, con problemas de conducta, con síndrome down». Con este objetivo, los responsables del proyecto quieren mantener reuniones con los representantes del Ayuntamiento de Lebrija y de localidades limítrofes para estudiar la posibilidad de ofrecer el servicio a la población.

Las mejoras más inmediatas tras el inicio de la terapia se producen en el ámbito de la motricidad, el autocontrol y el control de las fobias. No es extraño, y así lo está revelando el desarrollo del proyecto, que a los pocos días un niño que ni siquiera se atrevía a tocar los muñecos de peluches acabe abrazando a los perros de la terapia, «de hecho, algunos acaban durmiendo sobre los animales y sincronizando sus respiraciones», subraya Carolina Ortega.

Otro campo en el que se producen los cambios positivos de una forma muy rápida es el relacionado con el lenguaje en cuanto al desarrollo del habla espontánea en niños que normalmente no hablan. La coordinadora insiste en que «además de todas las mejoras en aspectos concretos, los pequeños aprenden a compartir y a socializar».

Teresa Romero, tutora de un aula específica en uno de los colegios lebrijanos, respalda los beneficios de este tipo de terapia. En su aula tiene dos niños, de 7 y 8 años respectivamente, uno hiperactivo y otro con trastorno general del desarrollo, que están asistiendo a la terapia asistida con perros: «Se ha notado mucha mejoría desde la primera sesión, sobre todo en el lenguaje espontáneo».

Los perros son preparados por Juan Antonio Tejero, adiestrador y terapeuta canino, cuyo trabajo consiste en «habituar el perro al sitio, adiestrarlo en lo que indique la psicóloga y adaptarlo a lo que me pidan».

Para este tipo de terapia «no vale cualquier perro, aunque no es necesario que sea de raza», explica Tejero que dispone para el proyecto de una perra de aguas, «que relaja mucho a los niños», y de una labrador más activa que trabaja mejor los circuitos y juegos.

Dentro de las rutinas, los niños dan de comer y beber a los animales, les dan masajes e incluso los dirigen. «El trabajo es bueno tanto para los niños como para los animales», destaca el terapeuta canino que hace una valoración «buenísima» del proyecto «Mi terapeuta es un perro».

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