Lora del Río

Blanca Rodríguez Liñán, una loreña de 25 años que trabaja en el consulado de España en Boston

El Ayuntamiento de Lora del Río ha reconocido recientemente a esta brillante vecina como embajadora del municipio

La loreña Blanca Rodríguez trabaja en el consulado de España en Boston L. G.

Laura Garrido

Más de 5.000 kilómetros separan a la loreña Blanca Rodríguez Liñán de su tierra natal. Desde hace ahora dos años, esta joven está afincada en Estados Unidos, hasta donde se desplazó para desarrollar su futuro laboral .

Actualmente, trabaja en el consulado de España en Boston, donde realiza trámites de registro civil y de nacionalidad. Primero vivió en la ciudad de San Francisco, donde arribó en febrero de 2017 tras conseguir una Beca Faro para realizar, durante ocho meses, prácticas en el Consulado General de España en esa ciudad.

A los tres meses de estar allí y con su billete de vuelta comprado, se presentó a una oferta de plaza fija y tras obtener la mayor puntuación de todos los candidatos, le hicieron su primer contrato laboral. «Mi situación cambió, me ampliaron el visado en EE.UU. y la intención de volverme se desdibujó », destaca esta loreña, quien no dudó en presentarse a otra oposición para conseguir una plaza, esta vez en el consulado de España en Boston.

Las pasadas navidades, el Ayuntamiento del municipio reconocía a Blanca y a otros tres jóvenes loreños más, Luis Miguel Carrasco, Zaira Belmonte y Julio Isidro , como embajadores de Lora del Río por, según palabras del propio alcalde, Antonio Enamorado , «ser referencia de una juventud muy preparada que por diversas razones tuvieron que dejar hace unos años Lora del Río para labrarse un futuro».

Una experiencia emocionante que le pillaba de sorpresa y que ha hecho aún más especial si cabe estas navidades para Blanca, ya que h acía justo un año que no pisaba su pueblo . Además, destaca esta loreña que «dado mi ámbito de trabajo, el término “Embajadora” cobra un especial significado para mí».

A Blanca le encanta su trabajo y quiere hacer visible la gran labor de las oficinas consulares de España alrededor del mundo. «T rabajamos a diario muy duro, con un volumen de trabajo desorbitado y muy pocos recursos humanos para intentar que la vida de los ciudadanos españoles, que como yo se encuentran en un país a veces desconocido, sea lo más fácil y cómoda posible».

La loreña siempre ha tenido espíritu aventurero y ansias por conocer mundo. Por ello, su familia no se sorprendió cuando les dijo que cruzaba el charco. «Estaban mentalizados desde antes siquiera de yo plantearme irme», cuenta esta loreña quien destaca que sus padres son su apoyo incondicional desde que tiene uso de razón. «Siempre se han preocupado por que aprenda otro idioma, sea autosuficiente y estudie en el extranjero», matiza.

Una lección de vida que la joven ha seguido al pie de la letra. En este sentido, Blanca ha estudiado el doble Grado en Ciencias Políticas y de la Administración y Derecho . Hizo un año de Erasmus en Hungría y un semestre en Canadá. Además, tiene el C1 de inglés. Antes de empezar la carrera quería ser notaria, pero en cuanto estudió por primera vez en el extranjero supo que quería especializarse en el ámbito internacional.

Viajera por devoción, para Blanca «el racismo y la intolerancia se curan viajando y observando. Cuando regresas a casa después de haber visto otra cultura, otra forma de comunicarse, de socializar, tú ya no eres la misma persona», resalta esta joven loreña, para la que Canadá es su país favorito , por ahora.

Su sueño: Naciones Unidas

Lo de venir a Estados Unidos no era en principio su sueño. «Mi intención era trabajar dos años fuera de España en cuanto acabara la carrera, pero siempre me refería a algún país europeo». Al final, el destino la llevó a cruzar el océano.

Lo que más echa de menos Blanca en Boston, aparte de la comida, es a su familia. « Se me hace muy difícil tener que esperar un año para ver a mi familia, a mis amigos , pero sobre todo a mi abuela».

Cumplir sueños, a veces, también duele y como bien dice ella: «Ninguna situación es perfecta. No siempre es tan bonito como aparece en tu página de Instagram o Facebook, hay momentos difíciles también , no dejo de estar viviendo sola en un país que no es el mío», manifiesta. Aun así, destaca que cada día está más contenta con la decisión que ha tomado y que le aporta más cosas positivas que negativas.

A sus 25 años , esta joven tiene claro que su futuro pasa «por trabajar en algo que me llene y me proporcione felicidad como hasta ahora». No descarta buscar trabajo en Asia , ya que confiesa que Tokio le llama mucho la atención.

Su sueño más grande es trabajar para Naciones Unidas , pero ve más probable volver al Viejo Continente a trabajar en alguna institución europea, cerca de los suyos. Mientras tanto, volver a España y echar raíces en su tierra no es su intención a corto plazo. «Aún me queda mucho por ver y experimentar. El mundo es muy grande, concluye.

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