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La ministra de Defensa preside el solemne acto de arriado de bandera en la VI Jornada Histórica de la Armada

El evento conmemora el 240.º aniversario del Real Decreto firmado por el rey Carlos III en 1785, que estableció la bandera roja y amarilla con el escudo real como enseña de la Marina de Guerra

Margarita Robles presidió el solemne acto del arriado de bandera francis jiménez
Pepe Ortega

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San Fernando

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La Armada conmemora el 240.º aniversario de la bandera nacional. Margarita Robles, ministra de Defensa, presidió el solemne acto de arriado de bandera celebrado en la plaza de armas «Lope de Figueroa» del «Quartel de San Carlos-Batallones de Marina», base del Tercio de Armada (TEAR). En el acto, enmarcado en la programación de la VI Jornada Histórica de la Armada, estuvieron presentes 350 asistentes, entre invitados y autoridades civiles.

Cada 28 de mayo, la Armada conmemora el aniversario del Real Decreto firmado por el rey Carlos III en 1785, por el cual se estableció la bandera roja y amarilla con el escudo real como enseña de la Marina de Guerra. Tal y como se hace diariamente, se aguardó al ocaso para comenzar con el arriado de la bandera. A las 22:00 horas, una vez que las autoridades fueron recibidas con honores, el jefe de la Fuerza acompañado por el cornetín de órdenes entraron en la plaza de armas para solicitar permiso para el comienzo de acto.

Margarita Robles, que fue recibida por el Almirante Jefe del Estado Mayor, Antonio Piñeiro, el Comandante General de la Infantería de Marina, José Luis Souto Aguirre, y el Almirante de la Flota, Díaz del Río, autorizó la puesta en marcha de la ceremonia y, en seguida, entró en escena la unidad de música al paso de la marcha militar ¡Viva la Marina!.

Acto del solemne arriado de bandera francis jiménez

Acto seguido, se incorporó una batería de artillería, formada por cuatro obuses, y dos compañías: una del TEAR con Mando y Banderín, que contó con una sección central ataviada con uniforme de época; y otra mixta, también con Mando y banderín del TEAR, que incluyó secciones del Ejército de Tierra, del Aire y del Espacio y del Cuerpo General de la Armada.

Cuando el desfile de ambas compañías finalizó y ya ocupaban su posición de parada, la Enseña Nacional de 1785 y las banderas tradicionales de la Infantería de Marina seguidas por la sección de época entraron en el patio de armas al son de una flauta y un tambor. Y dio paso a uno de los momentos más emotivos del acto: las luces se apagaron y todos los ojos apuntaban a los cuatro obuses.

«¡En descarga! ¡A mi orden! ¡Cargad!», indicaba el mando al frente de la batería de obuses. «¡Pieza uno, lista!», respondió el soldado. «¡Fuego!». Y, entre tanta oscuridad, se hizo la luz por un momento. Al fogonazo le acompañó un estruendo que retumbó en el patio de armas. Ahora sí, y en la misma penumbra, se llevó a cabo el arriado de bandera mientras sonaban los acordes del Himno Nacional. Por último, toda la Fuerza entonó el canto de la oración, con el que, tras la petición del jefe de la Fuerza para retirarse, se puso el broche de oro al 240.º aniversario de la Bandera Nacional.

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