Los poderosos son los héroes cotidianos, cualquier gaditano. Esos 'imprescindibles' de esta tierra. Suenan con mayor potencia que años anteriores, queriendo despertar algo más que conciencias. Es una comparsa dulce y entrañable que se mueve mejor en el plano de la sensibilidad que en el de la furia y la rabia.
Se comprueba en el efecto de los dos pasodobles. El primero, muy crítico con el andaluz. «¿Dónde está la lealtad, el coraje del que tanto presumes?». Interpretado a mayor volumen del esperado y deseado, saliéndose de la caja escénica para enganchar al respetable. El segundo, muy crítico también, pero contenido. Un amor imposible, que obliga a elegir entre la pasión y el trabajo, con un inesperadísimo giro final.
La música posee un aire con demasiada semejanza a La alegría de Cádiz, en estructura y soniquete. El timbre es imposible de cambiar, y nada recomendable porque el grupo suena muy bien, y muy diferente, y en su particularidad hay que alejarlo de melodías tan cercanas.
Cornejo, docente, tira de pedagogía en un popurrí que es una llamada a la acción del gaditano para superar la división mirando por el bien común. El autor no desperdicia los versos para ir construyendo cada cuarteta con el fin de levantar a sus vecinos y que sean los propios ciudadanos los que rescaten a su tierra. Con la frescura, simpatía, alegría y energía que desprende esta comparsa, a la que le ha faltado una mayor conexión. Ocurre a veces cuando las expectativas son excesivamente altas para unos chicos aún en estado de maduración.
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