EL PUERTO

La sierra de San Cristóbal, un trozo de historia y naturaleza escondido en la provincia de Cádiz

Enclavada en la costa atlántica, la Sierra de San Cristóbal se presenta como una joya natural que combina la serenidad de la naturaleza con la rica historia de la región. Este espacio montañoso, a menudo pasado por alto, ofrece a los visitantes una experiencia única y una paleta de actividades que satisfacen los gustos de aventureros, amantes de la historia y aquellos que simplemente buscan un respiro en la naturaleza

Jairo Díaz

Goretti Domecq

El Puerto

La Sierra de San Cristóbal es una formación del Subbético, del Plioceno Superior que se localiza en el límite de los términos de Jerez de la Frontera y de El Puerto de Santa María. Este escenario montañoso, a pesar de su proximidad al mar, ofrece un contraste sorprendente entre la brisa marina y la frescura de la montaña. El área está salpicada de una variedad de flora y fauna autóctonas, lo que la convierte en un refugio para aquellos que buscan escapar del bullicio urbano.

Constituye el máximo topográfico de la Bahía de Cádiz, se halla en una situación privilegiada y estratégica. A pesar de que la Sierra de San Cristóbal se encuentra próxima a dos importantes núcleos urbanos, y habiendo sido muy intensa la actividad humana en la zona, aún conserva una importante biodiversidad.

A los valores ambientales de la zona hay que añadir los históricos: como las canteras donde se extraía piedra para los principales edificios que surgieron entre los siglos XVI y XVIII en las ciudades más próximas, restos arqueológicos del siglo III a.C. pertenecientes a un poblado turdetano y el yacimiento arqueológico de Doña Blanca, cuya fundación se remonta a época fenicia.

Cuentan que, en 1930, el rey Alfonso XIII quedó maravillado al visitar las impresionantes cuevas conocidas como las canteras de la Sierra de San Cristóbal, ubicadas en El Puerto de Santa María. Estos intrincados túneles, resultado de la extracción de arenisca calcárea, fueron fundamentales durante siglos para la construcción de edificios y palacios en las cercanas ciudades de Jerez, El Puerto y Sevilla. Sin embargo, la actividad extractiva llegó a su fin, dejando solo vestigios a punto de caer en el olvido.

El silencio envuelve una cavidad inesperada en la tierra, donde la temperatura cambia al adentrarse en este vasto hueco entre la maleza. Pasadizos que datan de los siglos XVII, XVIII y XIX, vinculados al auge comercial marítimo, y que fueron transitados por más de 200 canteros y, mucho antes, por los fenicios. Además, a esto habría que sumarle que la mitología griega sitúa a El Puerto de Santa María como la ciudad más antigua de Occidente. Fundada por Menesteo tras la Guerra de Troya, desde hace más de 3.000 años, El Puerto fue la puerta de entrada para las primeras civilizaciones del Mediterráneo. Fenicios, griegos, cartagineses, romanos, bizantinos, árabes, genoveses y otros pueblos se asentaron o hicieron escala en la que la historia ha identificado como la Puerta de Occidente y del descubrimiento del Nuevo Mundo.

Este poso cultural ha dejado huella en el municipio portuense con dos importantes señas de identidad: el Yacimiento de Doña Blanca y la Sierra de San Cristóbal, que el alcalde Germán Beardo se ha dispuesto a impulsar y proyectar a nivel internacional.

La ciudad más antigua de occidente tenía uno de sus tres pilares en El Puerto de Santa María y albergaba la necrópolis del origen de nuestra civilización, situado al norte de Doña Blanca y separado por un simbólico canal de agua unido a la bahía.

Por su parte, el Yacimiento de Doña Blanca es un recurso cultural de primer nivel internacional que conformaba el asentamiento peninsular de la antigua Gadir, fundado en el siglo VII a.C. La ciudad más antigua de occidente tenía uno de sus tres pilares en El Puerto de Santa María y albergaba la necrópolis del origen de nuestra civilización, situado al norte de Doña Blanca y separado por un simbólico canal de agua unido a la bahía.

Como bien ilustra en sus trabajos el profesor Ruiz Mata, el primer Gadir es Doña Blanca, e históricamente se documenta una triada fenicia entre la Isla de León como puerto comercial del viejo Gadir, el Faro del Tiro en Cádiz como guardián de la ciudad y el asentamiento fenicio de Doña Blanca donde se situaba la necrópolis. En Doña Blanca los «dioses» se elevaban de lo terrenal, Doña Blanca era la puerta de paso donde se purificaban de la vida mundana. Desde la antigua Gadir al cielo, todos pasaban por Doña Blanca.

Y otro de los pilares que conforman a El Puerto de Santa María como ciudad cultural lo encontramos, como ya hemos mencionado, en la Sierra de San Cristóbal. Identificada como cantera y fundada por la civilización más importante de Occidente, los romanos extraían las piedras calcarenitas de nuestra sierra para construir sus principales obras de infraestructuras e hidráulicas. Las calzadas que llevaban a Roma, los acueductos que construían el camino a la vida del agua salían de El Puerto, la Puerta de Occidente. Y en ese camino, la Sierra de San Cristóbal se vació para construir nuestra civilización dejando en el municipio espacios de una belleza arquitectónica, insólita y extraordinaria.

Bajo la sierra yacen unas 40 canteras, algunas de más de 20 metros de altura, ocultas entre escombros y algunas de difícil acceso, que han servido como refugio para actividades indeseadas.

«El Puerto tiene que volver a ser lo que siempre fue. Un lugar de encuentro de culturas, una tierra de oportunidades, un enclave estratégico para los avances científicos, culturales y sociales. Una ciudad referente en Occidente de nuestra cultura y de nuestros valores. Un pueblo laborioso, de gente acogedora y valiente que han liderado de historia de nuestra civilización. Ese es El Puerto que quiero para los portuenses. El Puerto de Occidente», afirmaba hace unos días con especial entusiasmo el primer edil de la ciudad de los Cien Palacios.

Actividades para todos los gustos

Esta maravillosa sierra no solo es un espectáculo visual, sino también un escenario perfecto para una amplia gama de actividades. Los senderistas encontrarán una red de senderos bien marcados que serpentean a través de uno de los mejores retamares de la Bahía y una de las escasas poblaciones conocidas de plantas endémicas y amenazadas, como Ononis leucotricha o Anthemis bourgei. El visitante también podrá encontrarse con camaleones o las colonias de cernícalo primilla y murciélago de cueva que aprovechan para criar en las antiguas canteras de calcarenita.

Los ciclistas también encuentran en la Sierra de San Cristóbal un terreno desafiante y emocionante, con rutas adaptadas para todos los niveles. La observación de aves es otra actividad popular, ya que el área alberga una rica diversidad de aves autóctonas y migratorias.

Ruta recomendada

Este atractivo destino para los amantes de la historia y los paisajes puede comenzar su aventura accediendo desde El Portal. Allí se encuentra la llamativa portada de tres arcos que marca la entrada a los Depósitos de San Cristóbal. En el camino, se observan las antiguas canteras de arenisca calcárea, hoy convertidas en la Planta de Reciclaje de Residuos de Obras y Demolición (Aresur). Estas canteras históricas suministraron piedra para la construcción de la Catedral de Sevilla y otros edificios destacados de la zona.

El recorrido debería incluir la visita a las «cuevas» de la Sierra, como las «de la Mujer», «del Gigante» y «de la Luz Divina», que sorprenden por su monumentalidad y espacios grandiosos. A pesar de ciertos daños, estas cuevas mantienen un ambiente mágico con la luz del sol filtrándose y proporcionando a la arenisca un color dorado. A finales de los ochenta, el arquitecto César Manrique tuvo planes para un «Arqueódromo», un parque temático arqueológico, que lamentablemente no se concretó.

En la parte alta de la Sierra, los Depósitos de Abastecimiento a la Zona Gaditana almacenan agua del acueducto de los Hurones. Desde este punto, un sendero conduce al Vértice Geodésico, ofreciendo impresionantes vistas de la Bahía, la Campiña y la vega del Bajo Guadalete. También se pueden avistar localidades como Medina, Puerto Real, Chiclana, San Fernando, Cádiz, El Puerto y Jerez.

El recorrido continúa hacia el Poblado de Doña Blanca, el Yacimiento Arqueológico de Doña Blanca y el Poblado de las Cumbres, donde se excavó un poblado indígena del Bronce Final. Sin embargo, este último se encuentra amenazado por el uso de motocross en la zona. El itinerario concluye en el frondoso pinarillo con vistas al Guadalete y al Rancho de La Bola. Se sugiere regresar por el mismo camino o descender por un sendero entre el pinar hasta Las Cruces, un área que merece mayor cuidado y atención según la descripción del padre Coloma en su cuento «Caín».

En conclusión, la Sierra de San Cristóbal es un tesoro natural y cultural que espera ser descubierto. Desde emocionantes actividades al aire libre hasta puntos de vista impresionantes y vestigios históricos, este rincón pintoresco tiene algo que ofrecer a cada tipo de viajero.

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