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Los comercios de la Alameda del Río resisten las obras a duras penas

transformación alameda del río

La conversión del paseo chiclanero, que durará todo el año, afecta de lleno a los negocios del entorno

Escaparate de uno de los comercios al que las obras han forzado a cerrar MLS

Manuel López Sampalo

Chiclana

El inicio de las obras para la transformación radical de la chiclanera Alameda del Río se pospuso un mes, hasta enero, a petición de los propios comerciantes, para dar un respiro a los negocios del entorno hasta Navidad. En palabras del Ayuntamiento: «Con el objetivo de minimizar las posibles pérdidas».

Una merma no posible, sino real e importante. Así, uno de los comercios del entorno ‒cuyo propietario prefiere mantener el anonimato «por temor a represalias»‒ se ha visto obligado a fechar su cierre en marzo, cuando se trasladará a otra zona de la ciudad.

Cuantifica este empresario la pérdida de clientes «en un 80-90%»: «de unos 100 ó 120 compradores semanales hemos pasado a 5 ó 6 diarios», estima. «¡Con la calle cortada, ya no pasa nadie por aquí!». Mas generosamente asegura comprender el proyecto del consistorio, «ya que se tratan de unos fondos europeos que tienen que aprovechar e invertir: si yo fuese alcalde haría lo mismo», empatiza este autónomo.

«En toda gran obra hay daños colaterales, y en este caso nos ha tocado pagar a nosotros», abunda nuestro anónimo. «Yo no puedo seguir soportando los gastos que supone el alquiler de este local con tan pocos ingresos, y antes de que me echen, me voy», abunda este.

Incertidumbre y diáspora

La intervención urbanística en la Alameda del Río ha impedido el paso del tráfico rodado hacia el centro de la ciudad y ha limitado el acceso de los transeúntes, dejando apenas metro y medio entre la valla de obras y la pared. Unas obras cuya previsión es que estén acabadas a finales de año, y una fecha de la que los comerciantes del lugar desconfían pese a que ese es el plazo que establecen las ayudas europeas: fondos Next Generation.

«Esto puede ir para largo», comenta Estefanía, una de las socias de la agencia de publicidad Korporativo, con estudio/tienda en plena Alameda. Es por ello que «estamos buscando alternativas para trasladarnos». Mientras tanto, «resistimos como buenamente podemos».

Se quejan, entre otras cosas, de que «los repartidores no pueden llegar hasta aquí y tenemos que ir nosotros a por los materiales» o de que, «además de sufrir cortes de luz a causa de las obras, se nos cuela mucho polvo por la ventana».

Rocío, de la joyería Novojoyas, acusa también los daños colaterales de la edificación «contaminación acústica, cortes de luz, suciedad constante en los cristales…». Sin embargo, el principal perjuicio es la falta de clientes: «Desde enero no viene casi nadie por aquí». «Son muchos gastos y veremos hasta cuándo podemos aguantar», comenta. «Nos ha prometido el Ayuntamiento que en octubre atrasarán la valla y nos dejarán esto más despejado; a ver cómo estamos entonces», se resigna la joyera.

«Aunque tenemos el local en propiedad, estamos mirando la posibilidad de mudarnos temporalmente a calle Vega: la tienda aquí no da ni para pagar los gastos», revela su propietaria.

Ligados por parentesco familiar con Novojoyas, Villa Friki también abrió en el entorno del paseo del río Iro a mediados de 2021. Sostiene Bernardo, su propietario, que las obras les han «afectado mucho». «Hasta las navidades nos había ido bastante bien, pero desde hace dos meses por aquí no viene nadie», rubrica el responsable de la tienda de productos frikis, quien tampoco descarta trasladarse.

Resignación, optimismo y confianza

Cabe resaltar que la mayoría de los negocios de la zona son de reciente apertura. Aparte de varias agencias inmobiliarias y una barraca, poco más resiste de antiguo en el entorno. Tiendas cerradas y de escaparates cochambrosos y unas galerías totalmente abandonadas atestiguan que la Alameda del Río estaba muerta comercialmente hablando.

Es por eso que Marcos, de la tienda de moda femenina Bambina, valora la futura Alameda proyectada por el consistorio como «una oportunidad» para dejar de ser «una zona de paso» y convertirse en «un lugar donde estar». «Confío en el proyecto», asevera. Y, más o menos, esa es la intención del consistorio chiclanero en lo que el alcalde denomina «La ciudad de los niños».

El caso de Marcos, CEO de Bambina, es llamativo. Un empresario con mucha y buena experiencia venido de Madrid que decide mudarse a la provincia de Cádiz y abrir un pequeño negocio. Para el Ayuntamiento, que acude raudo a arroparle y hacer bandera de él, es la constatación del éxito y atractivo de la marca Chiclana.

Este madrileño, que estrenó su proyecto a finales del pasado verano, se muestra más optimista que sus vecinos de locales: «Aunque las obras nos afecten mucho en ventas, no tengo idea de cerrar»; al contrario, «ahora es cuando hay que darle más cariño al negocio y habrá que ver todo lo que se pueda mejorar».

Asume que ahora toca «hacer un esfuerzo, y que hay un problema que debemos solucionar entre todos». Comenta, sin perder la ilusión, que «no pienso tirar la toalla y voy a aguantar hasta donde pueda». Bambina, asegura Marcos, «fue muy bien acogida por los chiclaneros y funcionó muy bien hasta 2023», sin embargo, «febrero ha ido mal, pero no me atrevería a decir que sea en exclusiva por las obra, hay más factores que influyen».

Un mal menor para el Ayuntamiento

Cuentan desde el consistorio que «hemos puesto en marcha una serie de medidas consensuadas con los propios afectados, a raíz de las distintas reuniones que se han venido produciendo desde el pasado año».

«Ante la disminución del paso de personas por el acerado de la Alameda del Río como consecuencias de las obras, desde el Ayuntamiento se ha llevado a cabo una campaña de difusión de los establecimientos de la calle con la instalación de carteles informativos en las intersecciones de las calles Vega y La Plaza, que se complementará con una nueva cartelería con los logos de cada negocio», abundan los responsables municipales.

Y «en todo momento, se ha mantenido reuniones y visitas con cada una de las empresas y nos hemos puesto a su disposición para todo tipo de actuaciones para una mayor difusión de los comercios y establecimientos hosteleros», rematan las fuentes consistoriales.

El responsable de Bambina certifica la versión municipal: «Toda consulta o duda me la han respondido con celeridad: solicité que se incluyesen nuestros logotipos en el vallado y así se ha hecho; pedí una visita informativa a la alcaldía y me la dieron», eso sí, «desconozco si existe algún tipo de subvenciones».

Por su parte, Rocío, la propietaria de Novojoyas, aunque confía en el proyecto del que «nosotros somos el mal menor», asegura que «el Ayuntamiento no se ha implicado como debía». «No han indicado bien la zona, con lo que generan dudas en los vecinos y transeúntes», tampoco «nos han informado bien del alcance de las obras».

Y, por supuesto, «de ayudas, nada»: «ni pagarnos la tasa de basura, que abonamos 200 euros al mes, en buena medida por las que nos generan ellos mismos con el traqueteo obrero». Y para colmo «el nombre de nuestra tienda en el cartel anunciador lo ponen mal».

Otro comerciante del lugar, no sin cierta guasa resignada, asegura que «el nombre del río nos señala el camino: Iros».

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