Asesinato en Cuenca

La demanda para compartir la custodia fue el detonante del asesinato de Iris y Lara

La guardia civil y madre de las niñas iba a pedir el traslado a Algeciras o algún sitio próximo a la provincia de Cádiz

Paola, la guardia civil de Algeciras que presuntamente ha matado a sus hijas

El padre de las niñas asesinadas, se abraza a la llegada al cuartel de la Guardia Civil de Quintanar

Melchor Sáiz-Pardo

Madrid

Los investigadores de Policía Judicial prácticamente han completado el puzle del atroz crimen que mantiene en shock a toda España. La única hipótesis de trabajo de los agentes es que la reciente decisión de Santiago Escribano, ex marido de la guardia civil Paola Buforn Crespo, de 43 años, de reclamar la custodia compartida de las pequeñas Iris, de 11 años, y Lara, de 9, como forma de evitar que la madre se las llevara fuera de Quintanar del Rey (Cuenca) habría sido el detonante del doble asesinato.

Según han revelado fuentes del caso, Escribano había conocido solo recientemente la determinación de su exmujer, de la que llevaba separado dos años y uno divorciado, de pedir el traslado a su Algeciras natal o, sino, a otro destino cercano en la provincia de Cádiz. Los primeros movimientos judiciales para modificar la custodia íntegra (que desde el divorcio correspondía a Paola por mutuo acuerdo) provocaron un fuerte enfrentamiento entre ambos, cuya relación era prácticamente inexistente y se limitaba casi exclusivamente a los contactos vía WhatsApp entre Paola Buforn y la familia de su exmarido, que era la que se ocupaba buena parte del tiempo del cuidado de las menores.

La última vez que se vio con vida a Iris y Lara fue el martes por la tarde cuando su madre fue a recogerlas al colegio. Ya la tarde/noche del martes, la mayor de las niñas, Iris, no respondió a las llamadas ni mensajes de sus abuelos paternos. Tampoco el miércoles. Tampoco Paola Buforn respondió a los mensajes de su exfamilia política durante todo ese tiempo.

No fueron al colegio

El miércoles las niñas no fueron al colegio, pero en el entorno familiar de Santiago Escribano este hecho no hizo saltar las alarmas del todo, ya que ese día Paola Buforn no tenía trabajo y pensaron que la madre habría decidido un plan conjunto con las menores.

Según los testimonios recabados por los investigadores, la preocupación sí que se apoderó de los abuelos la noche del miércoles cuando siguió sin haber respuesta a sus mensajes para tratar sobre la logística con las niñas el jueves, día en que la guardia civil volvía al trabajo.

Finalmente, pasadas las 7.15 horas del jueves los cuerpos de las dos niñas y la madre fueron encontrados en la vivienda oficial de la guardia en la casa cuartel de Quintanar por un compañero de la agente, quien, preocupado por el hecho de que Paola no hubiera acudido a trabajar a primera hora del jueves y que no respondiera a sus llamadas, se personó en la vivienda. Al funcionario no le costó entrar en la casa, ya que la asesina había dejado las llaves visibles en el exterior de la vivienda.

En pijama

Según las primeras pesquisas, a la espera de conocer los resultados de las autopsias, las dos niñas fueron asesinadas mientras dormían en algún momento de la noche del martes o la madrugada del miércoles. Los cuerpos de las niñas, con los pijamas puestos, fueron encontrados en sus respectivos dormitorios. La agente -cuyo cadáver también en pijama se halló junto al de una de las crías- mató a sus hijas con sendos disparos realizados con su arma reglamentaria, una Beretta, a muy corta distancia. Sin embargo, nadie escuchó nada. Y es que solo otros dos guardias habitan en las viviendas oficiales que se distribuyen en siete pabellones.

La guardia civil se había trasladado a vivir a la casa cuartel hace un año, tras el divorcio, después de vivir durante un tiempo en el que fue el domicilio familia. Desde su separación, Santiago vivía en casa de sus padres, en el centro de Quintanar, donde las niñas solían pasar mucho tiempo al cuidado de sus abuelos.

Las pequeñas, que tenían numerosas amistades en el entorno de la familia paterna, habían manifestado en varias ocasiones su oposición a marcharse de Quintanar, lo que había impulsado al padre con más determinación a pedir la custodia compartida para evitar el traslado de Iris y Lara a Cádiz.

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