con 'c' de cádiz

«Donde veía papitas aliñás, ¡ahí estaba yo!»

juan pablo martínez gutiérrez. sacerdote

«Vine a querer a los gaditanos y resulté querido», resalta este sacerdote colombiano que acaba de abandonar Cádiz tras varios años trabajando en la parroquia de San Lorenzo

Juan Pablo se considera un cofrade gaditano más y lo lleva a gala. l. v.
Alfonso Carbonell

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«Es un fenómeno», «un tío muy grande», «un crack», «ha dejado mucha huella en el barrio», «es muy buena persona, a mí me caía muy bien». Estos y otros testimonios de más de un vecino que ha tenido la fortuna de haberlo conocido es la huella imborrable que ha dejado en San Lorenzo Juan Pablo Martínez Gutiérrez (San Sebastián, Colombia. 1979), un cura colombiano que acaba de partir a su país tras más de cinco años al servicio de la comunidad gaditana. Este que escribe tuvo la suerte de poder conocerlo el 17 de febrero 2022, día en el que Juan Pablo oficiaba la misa funeral del padre de un amigo. Marqué su nombre en mi agenda y siempre pensé en llamarlo. Hasta que lo llamé... Fue cuando me llegó la noticia de que se iba con su música a otra parte. Llegué tarde pero a tiempo para poder mantener esa conversación pendiente que si bien pudo ser mejor en persona no ha sido del todo mala a través del teléfono y con desfase horario incluido.

Cuando el pueblo habla tan bien de una persona es por algo. Y ese algo no se hace únicamente en un día, no. La constancia es la regla primera para dignificar la obra y en este sacerdote su amor no ha parado desde que llegó. Desde un primer momento se preocupó por las personas mayores, a las que visitaba tras el fallecimiento de un ser querido o al hospital en el caso de que alguien fuera operado o estuviera mal. Y si fue un bastión para la soledad de muchos viudos o viudas, no menos importante ha sido a la hora de alegrar la parroquia para llenarla de niños, su gran devoción. Subía a unos y a otros al púlpito para que conocieran lo grande que puede ser la iglesia si hay gente como él dentro.

Eso en cuanto a su labor pastoral porque si hablamos de gaditanismo, Juan Pablo puede considerarse desde ya uno más de aquí. A su tierna voz con un innegable acento colombiano, le une con suma gracia expresiones y términos muy de 'Cai', como él dice. De las tres C de Cádiz se lleva las tres, pero de esas la que más le ha llenado ha sido sin duda las de las Cofradías. Hace un par de semanas fue llamado por su jefe en Colombia para repartir fe años después en una tierra deprimida que lucha día a día por sonreír. Desde hace dos semanas, los colombianos estarán más cerca de lograrlo porque para allá va uno capaz de montar una revolución con una guitarra. 

-Muy buenas, Juan Pablo. Soy Alfonso Carbonell, periodista de LA VOZ de Cádiz. No sé si se acordará de mí, pero me presenté a usted tras la misa funeral del padre de un amigo, una familia, por cierto, en la que ha dejado mucha huella y ya lo echa de menos. ¿Recuerda que le dije que quería entrevistarle?

-Alfonsoooooo, claro que me acuerdo de ti perfectamente. Pero mira, lo que pasa es que yo ya salí de Cádiz y ahora me encuentro en Madrid terminando de hacer unos ajustes del viaje porque ya el lunes (de hace una semana), si Dios me da salud, ya salgo para Colombia. Por supuesto, me hubiese encantado compartir contigo esta experiencia que realmente valió la pena; con todas estas personas, con todo este ambiente cofrade, parroquial y tanto, tanto, tanto que he recibido de toda la gente: cariño, aprecio, cercanía... ¿Y qué más! Te podría decir mucho, pero nuestra tarea es así, La Misión es así. Hoy estamos aquí, mañana estamos allá y estaremos donde Dios quiera. Así que nada, Alfonso. Un abrazo gigante y que Dios te bendiga y muchas gracias por tenerme en cuenta.

-Pero, espere, espere. Que algo podremos hacer, Dios y tecnología mediante. Ya le digo que ante todo soy una persona que suelo llegar tarde a todo y con usted me ha pasado lo mismo. No sabe lo que me entristece no haberlo podido entrevistar en persona porque desde el primer momento en que me presenté a usted, me cautivó. ¿No podríamos al menos mantener una conversación aunque sea por el wasap?

-Claro que sí. Cuenta con ello. ¡¡Muchas gracias!!

-¡A usted! Estamos en contacto.

-¡Perfecto! ¡Bendiciones, Alfonso!

(Pasan unos días y cuando retomamos el contacto, Juan Pablo ya está en su país y las distancias horarias son un problema para comunicarse a la vez)

-Juan Pablo, muy buenas. ¿Le parece que le vaya enviando preguntas y usted me las va contestando cuando buenamente pueda? ¿Vamos a ello?

(...... pasan catorce horas dado el desfase horario y Juan Pablo aparece de nuevo como el ángel que es).

-¡Me parece perfecto! Tú me mandas las preguntas sin problemas y yo, respetando el cambio horario (jeje) te las voy respondiendo encantado.

-Perfecto. Al lío, pues. Para quien no le conozca. Preséntese.

-Soy Juan Pablo Martínez Gutiérrez, de nacionalidad colombiana por nacimiento y ¡¡¡español por residencia!!! Nací en un pueblo de Colombia llamado San Sebastián, que está ubicado al sur de Colombia. Lo hice el día 17 de febrero de 1979. Dios me dio la gracia de ser gemelo. Y los dos somos los menores de una familia numerosa.

-¿Cómo recuerda su infancia?

-Me crie junto a mis hermanos en una ciudad llamada Popayán; allí realicé mis estudios de Primaria y parte de la Secundaria. De niño fui muy feliz; viví una etapa de mi vida alegre. Y realmente hice cosas de niño. Entonces no había móviles, ni mucha televisión y eso me daba la oportunidad de relacionarme mucho más con mis padres y divertirme con mis hermanos y amigos. La verdad que tuve una niñez que no olvidaré jamás en la vida puesto que desde esa etapa de mi vida comencé a experimentar el ser llamado para la vida sacerdotal. Recuerdo que ya en esa época de las adolescencia jugábamos a celebrar misa y yo ya hacía de sacerdote (jeje). Bueno, yo era un niño y las cosas en cuanto a mi proyecto de vida podían cambiar ya que en esta etapa de la vida no se tiene bien claro que se quiere ser en el futuro. No obstante, creo que Dios me tenía para ser lo que hoy soy: ¡¡¡UN SACERDOTE FELIZ Y REALIZADO!!!

-¿Cuándo se da cuenta de La Llamada?

-Pasan los años y yo notaba como que faltaba algo en mi vida. Y fíjate cómo son las cosas. Mis padres no veían conveniente hacerme bautizar de niño, así que fui bautizado junto con mis hermanos el 21 de diciembre de 1991. Fue en la Parroquia de Juan y Pablo. Yo tenia para 11 años. Ese día fue uno de los más felices de mi vida porque recibí el sacramento que me hizo verdadero hijo de Dios. ¡¡¡Recibí por primera vez el Espíritu santo y me sumergí en la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor!!! Fue ese día exactamente; aquella mañana de Navidad sentí con más fuerza que nunca mi deseo de servir a la Iglesia. A partir de ahí, seguí estudiando hasta terminar mi bachillerato, que lo terminé en la ciudad de Cali. Y allí fue también donde tenía más consolidada mi vocación y mi llamado. Por tanto, ya tenía bien claro lo que quería para mi vida.

-¿A qué se dedicaban sus padres para mantener a una familia con tantos hijos?

-¡¡Buen día Alfonso!! Ahora mismo aquí en Colombia son las 6:09 horas. Respondo a tu pregunta. Mi padre fue operario de maquinaria pesada en una empresa que se dedicaba a abrir carreteras en Colombia; ahora está felizmente jubilado y mi madre trabajaba desde casa en una modistería. Así fue como poco a poco nos fueron sacando adelante.

-Una familia numerosa en la Colombia de estos tiempos. ¿Cómo es vivir la vida con tantos hermanos y cómo es crecer junto a un gemelo?

-Te repito que de niño yo fui muy feliz y fue gracias a esa familia. Viví esa edad de una forma plena. Como éramos tantos, pues siempre estábamos juntos haciendo travesuras. Mi hermano y yo, por ser gemelos, aprovechábamos la situación para equivocar a la gente, que nos admiraban por la forma que teníamos de rebuscarnos la vida; cantábamos en la escuela, y en la vecindad, donde nos pidieron junto a mis otros hermanos, que tocásemos los instrumentos ( tarros, las tapas de la ollas convertidas en platillos...) Cantábamos en las novenas de Navidad; éramos increíbles. Y así nos veía la gente. Y digo increíbles porque para ser muy niños armábamos unas fiestas en el barrio con nuestra música que aquello era impresionante. Jajajajajaja ¡Qué buenos momentos! Pero no todos fueron buenos. Por ser gemelo también pasé momentos tristes; recuerdo una Navidad que estaban repartiendo regalos y mi hermano reclamó el suyo, pero cuando yo llegué a reclamar el mío me dijeron que ya me lo habían dado. Y como esas, otras tantas. ¡Él hacía travesuras y me culpaban a mí y yo las hacía y lo culpaban a él! Jejejeje Al fin y al cabo éramos niños. Ahora nos contamos eso y nos reímos.

-Mucho se habla de la Colombia de aquella época ; ya sabe, los cárteles, Pablo Escobar, las FARC… ¿Tiene recuerdos de su infancia o adolescencia en lo referente a estos apartados de violencia armada? ¿Qué memoria tiene de ello? Y ya, con el tiempo, y como colombiano, ¿qué opinión le merece toda esa historia negra de su país?

-Fue una época muy dura para mi país, que se vio sumido en la violencia, los enfrentamientos entre fuerzas del poder, el narcotráfico, que tenía al país sumergido en el terrorismo. Los jóvenes se perdieron en todo ese ambiente engañoso y fantasioso y muchos de ellos murieron por causa de esa realidad social. ¡Incluso amigos míos que estudiaron y crecieron conmigo! Todo fue penoso, muy penoso. La época de los 80 y los 90, el país estaba en manos del narcotráfico y las guerrillas y los políticos corruptos. En fin, una parte de eso acabó con la muerte de los líderes de las mafias del narcoterrorismo. Después, el país empobreció y sigue empobreciéndose porque aún existe la corrupción, quizás no a la escala de esa época pero sigue estando ahí. Ya sabes, del rico que quiere ser cada día más rico y del pobre que cada día es más pobre. Muchos han sido los que han querido sacar a mi país de esta realidad, pero no les fue posible porque unos han muerto por intentar hacer justicia y otros se exiliaron huyendo para proteger sus vidas y las de su familia. Ahora intentan hacer algo desde la distancia. Amo mi país y mi mayor deseo es que podamos vivir en verdadera justicia. Le pido a Dios que se acabe la corrupción y que algún día podamos vivir tranquilos en Paz y para ello hay que formar haciendo conciencia.

(Pasan horas de incomunicación y me preocupo por el estado de las respuestas pues hace horas que Juan Pablo ha desaparecido de línea)

-Le quedan, eh. Le quedan (preguntas a las que contestar)

-Jajaja ¡¡Estoy en ello!!!

-¿Qué papel jugó la Iglesia colombiana en todo ese escenario de crímenes y corruptelas?

-La Iglesia siempre ha actuado como mediadora, gestora se paz y reconciliación. Estuvo acompañando a las familias y a las víctimas y formando a las comunidades jóvenes. En definitiva, creando oportunidades para un futuro mejor para todos.

-Volvamos a su historia. ¿Cuándo se independiza de sus padres y cuándo se ordena sacerdote? ¿Y cómo recuerda ese día?

-De mi casa salgo muy joven. Viajo a la capital del Valle a terminar mi bachillerato en el año 1999 y ese mismo año ingreso en el Seminario Mayor San Pedro Apóstol de Cali. Allí inicio mis estudios de Filosofía y Teología, que los termino en el 2009. En este mismo año fui ordenado Diacono, el 24 de enero. He pasado un año de experiencia diaconal hasta que el 23 de enero de 2010 fui ordenado Sacerdote por amor a Dios y al servicio de la Iglesia. Lo fui por el Señor Obispo Juan Francisco Zarasti Jaramillo, Arzobispo de Cali, quién luego me nombra en la parroquia Santa María de los Ángeles, al sur de la ciudad, donde me desempeñé como vicario parroquial durante seis meses.

-Hágame un resumen de su trayectoria.

-Una vez ordenado, pasé por las comunidades parroquiales de Santa María Reina, donde fui administrador parroquial durante un año hasta que en el 2013 me nombran párroco de la comunidad parroquial de Santo Tomás Apóstol de la población de Jamundi Valle, en una parroquia en construcción. Allí pude trabajar pastoralmente durante seis años en los que construí una Iglesia con capacidad para 1000 personas; eso fue gracias al apoyo económico de los fieles y otras personas ajenas a la parroquia. Seis años estuve allí. Seis años donde me hice sacerdote, me sentí querido y valorado por esa hermosa comunidad.

-¿Cómo llegó a Cádiz?

-Pues mira, mi siguiente destino fue una sorpresa porque yo esperaba ir a otra parroquia en Cali, pero para mi sorpresa fui enviado a esta Diócesis de Cádiz, en la que me he sentido acogido y querido y a la que he querido y me ha dado mucho. Llegué el 17 de diciembre del 2017. El señor obispo don Rafael me pidió ir a prestar temporalmente un servicio al hospital de Puerto Real, pero allí solo estuve quince días mientras mi compañero Gilber Ibarguen se recuperaba de una intervención quirúrgica. Ya el 15 de enero del 2018 fui nombrado administrador parroquial de las parroquias Santo Ángel Custodio de la Población de Bolonia, San Isidro Labrador de Tahivilla y La Divina Pastora de Facinas; cuatro años estuve por esta zona de Tarifa. Conocí a mucha gente bonita y me entregué como sacerdote a toda su gente hasta que en junio de 2021 D. Rafael me pide venir a Cádiz, a la parroquia San Lorenzo y Divina Pastora de Cádiz. En obediencia acepté ser vicario parroquial. Tengo que decir que a todas mis comunidades parroquiales las he querido mucho, pero esta última parroquia para mí ha sido especial por todo. Mi párroco, compañero y hermano. Una gran persona, gran sacerdote con una calidad humana digna de imitar. Y me quedo también con el ambiente cofrade. Y con Los fieles. Toda una escuela para la vida.

-¿Cómo recibió la noticia de que se venía a la provincia de Cádiz y que salía de su país?

-Bueno, fue mi Arzobispo don Darío de Jesús Monsalve el que me llama a su oficina y me pide que le acepte un nuevo destino. Me dice que será fuera del país, en España, en la Diócesis de Cádiz y Ceuta. Fue una sorpresa para mí pero acepté con alegría.

-¿Y qué hace ese día; llama a personas que conocieran esta tierra, se informa en internet...?

-Lo más normal era empezar a investigar desde ese mismo día para saber donde lo han enviado a uno. Llamé a mi compañero sacerdote Gilber, quien ya estaba en esta Diócesis desde hacía dos años y él me motiva y me habla muy bien de la gente de aquí, de lo acogedores que son, del mismo clero, en fin, de sus playas y su gastronomía. Y no se equivocó porque hoy doy fe de ello. También, como es lógico, busqué en internet y caminé virtualmente por estas calles gaditanas.

-¿Cómo recuerda la primera vez que pisa Cádiz?

-No olvidaré ese dia 17 de diciembre del 2017. Eran las dos de la tarde y yo contemplaba la belleza del mar y el importante Puente de La Pepa que se abre vía para entrar a la ciudad. Cuando pasé a Cádiz interior quedé aún más fascinado todavía con la arquitectura de sus Iglesias. del primer plato de comida que tomé, de la alegría de su gente, de sus calles...

-Esta ciudad es conocida, además de por la alegría de su gente, por lo que aquí llamamos las tres C de Cádiz. Ya sabe, Carnaval, Cádiz Club de Fútbol y Cofradías. ¿Cómo ha sentido un colombiano como usted estas tres tradiciones?

-Tengo que decir que los tres ambientes son muy diferentes, pero son la expresión de un pueblo. La pasión por el fútbol, que me gusta, lo disfruto, pero también lo sufro. Veo a una ciudad que siente su equipo, que lo apoya y lo alienta. En fin, ¡Cai es Cai! Después está el Carnaval, que es una pasada, es la exposición de una cultura alegre, festiva, creativa. Los coros y su sarcasmo sano que hace reír y gozar de estos carnavales. Y por último, el ambiente cofrade que habla de la manera de la gente de expresar su fe, de vivirla. Ese ambiente tan solemne y acogedor que va del Domingo de Ramos terminando con el Domingo de Resurrección. Todo este ambiente de las tres C han sido para mi una escuela, pero especialmente la última. Me gustan las cofradías y acompañé a las que me invitaron a procesionar. Salí en todas las de mi parroquia (San Lorenzo) y un año acompañé a Cigarreras. ¡Me enamoré mucho más de este ambiente cofrade!

-Qué grande. Hablemos de Cádiz. Dígame sitios donde le gustaba ir a comer, a charlar y tomar algo con los amigos. Lugares por los que pasear. En definitiva, explíqueme uno de esos planes perfectos para hacer con sus amigos un día cualquiera.

-Ha sido el Cádiz de Intramuros donde más me he movido y he hecho más vida. Todo es encantador. Su comida, su gente, sus lugares; como La Caleta, el Paseo Marítimo, la plaza Candelaria, el Teatro Falla, la plaza Mina, La Viña, San Juan de Dios, San Antonio, San Francisco, la plaza de las Flores, Palilleros, la plaza de la Catedral... Todos los disfruté. Podía caminar todo el día por 'Cai' intramuros que más admiraba esta maravillosa ciudad. Me encantaba la calle Sagasta porque me conducía a la parroquia; me encantaba caminarla. Y en cuanto a la comida. Ufff. Me gustaba comer donde me invitaran (jejeje); no tengo restaurante favorito porque me parece que la gastronomía gaditana es extraordinaria. Tapear me gusta mucho, también la comida de cuchara. ¡No tengo problema para la comida! Jajaja Por eso, donde veía papitas aliñás, ¡¡¡ahí estaba yo!!! Me gustaba ir mucho al Bar Brim, de la calle Compañía, donde siempre me tomé el mejor café en compañía de grandes personas. Y, además, siempre fui atendido con cariño y respeto.

-Jajajajajajajajajajajajajajajaja Me reitero. ¡Qué grande es usted! ¿Cómo ha visto a la Iglesia de Cádiz?

-La Iglesia en Cádiz está viva. Cádiz es un pueblo creyente, con gente de fe.

-¿Cómo ha sido la vida en la parroquia de San Lorenzo?

-Esta parroquia está muy dinámica siempre. El Padre Iván es un sacerdote muy creativo, cercano a la gente y la está llevando a buen puerto. Eso sí, acompañado de un gran equipo que le ha ayudado a impulsar la comunidad. En este momento es una de las parroquias del centro con más actividad pastoral.

-Según tengo entendido, aplicó en sus misas música ayudándose de una guitarra. ¿Cómo encajó ese cambio la parroquia y los feligreses?

-Yo desde niño he cantado y me gusta hacerlo aún. Canto porque me parece que la Eucaristía como acción de Gracias debe celebrarse con alegría y los cantos ayudan para ello. Creo que a los fieles les gusta oírme cantar. Nunca me han dicho lo contrario.

-Tiene usted mi misma edad, por lo tanto ha conocido a tres papas distintos, Juan Pablo, Benedicto y Francisco. ¿Se atreve a opinar sobre cada uno de ellos?

-Creo que mi nombre se debe precisamente a Juan Pablo II, yo nací en el 1979 y Él ya llevaba un año de pontificado. Fue un gran Papa para mí. Hay que recordar siempre la labor inalcanzable que Él realizó en materia de doctrina social. Sus intervenciones y acciones en favor de los menos favorecidos, su posición ante situaciones de conflictos como la guerra, el hambre, donde se hace evidente la intervención de la Iglesia. También son interesante sus encíclicas sociales promulgadas en su pontificado; son documentos de primera línea que testimonian directamente sobre lo que Él quiso dejar en materia social para un mundo en conflicto. Él quería ser recordado como el Papa de las familias y de los jóvenes. Y así lo recuerdo.

En cuanto al Papa Benedito XVI yo estaba en el seminario cuando fue elegido Pontífice. De manera personal creo que dejó un gran legado teológico que nos ha permitido centrar la mirada en Jesucristo, siempre desde la perspectiva del amor. Su enseñanza en el campo teológico pastoral y humano son de gran valor; sus encíclicas nos permiten siempre unir el amor de Dios al amor del prójimo.

Y el Papa Francisco nos enriquece con su presencia en el campo social con su mensaje y su testimonio de vida sencilla, cercanía y servicio evangélico.

-Para ir terminando, hágame un pequeño resumen de cosas vividas en Cádiz . De su gente, de su relación con el mar, de lo que esperaba y de lo que se lleva, de los amigos que deja …. En definitiva, de lo que usted quiera.

-De 'Cai' me llevo mucho, su gente alegre, acogedora, entusiasta, amable. Me llevo el amor y el aprecio de mis compañeros sacerdotes, de grandes amigos y conocidos. De 'Cai' me llevo La Caleta, La Viña, San lorenzo, La Divina pastora, sus calles. En fin, me voy enamorado de esta gran ciudad y de su gente. Y puedo decir ¡¡¡Qué bastinazo!!!

-Jajajajaja Por último, ¿qué sintió cuando le dijo la orden (por cierto a qué orden pertenece) que debía dejar Cádiz?

-Yo sabia que me tenía que volver a mi país, lo que no sabia era que me iba a enamorar de esta ciudad y su gente. Vine a quererlos y resulté querido. ¡Me sorprendieron tanto! Cuando mi obispo en Colombia me dice que debo volver siento melancolía porque pasan por mi mente tantos momentos vividos. Pero, en fin, este camino es así de obediencia y servicio. Me voy feliz, ¡¡¡muy feliz!!! Por cierto, soy Sacerdote diocesano y pertenezco a la Arquidiócesis de Cali en Colombia. Llevo 13 años al servicio de la Iglesia y sacerdote por gracia de Dios.

-Muchísimas gracias, Juan Pablo.

-Gracias a ti, Alfonso.

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