Con 'c' de cádiz

«Cuando se recibe el regalo de seguir a Jesús no hay nada que te pare»

rafael iglesias calvo. sacerdote

Este marianista de San Felipe Neri vuelve al patio de su recreo treinta años después de servir a una orden tan cerca del gaditano como de la Iglesia

Rafael Iglesias, en la entrada de San Felipe Neri, el patio de su recreo. francis jiménez

Rafael Iglesias Calvo nació en Cádiz un 19 de enero de 1973 por lo que, como él dice con gracia, está «cerca de darle la vuelta al jamón». Y la dará en su colegio de toda la vida, San Felipe Neri, una institución que desde que era un párvulo le ha hecho libre para ser feliz. Y la verdad es que mientras charlamos en los que fue el despacho del que fuera 'alma máter' en Cádiz de los marianistas, a Rafael se le ve desprender amor y felicidad por todos los poros de su piel.

Este marianista irradia paz con su palabra sin evitar la discusión, esa en la que disfruta tanto como en una copita con los amigos. Rafael no evita el debate, es más, lo busca. Lo lleva aprendiendo años, pero lo consolidó estudiando en Roma, donde compartió la vida con multitud de compañeros de otras órdenes religiosas en la que cada uno era de su padre y de su madre pero saliendo todo del mismo Dios. Y así, amigos, es más que complicado que la sangre llegue a río.

La entrevista se desarrolla en el que fuera el despacho del Padre Luis, fallecido hace tres años y siempre recordado. Ahora se le denomina Chaminade Room y preside la estancia la imagen del legendario cura francés que creó una orden de la que muchos gaditanos presumen allá por donde van

-En enero cumple 50. Una edad redonda para volver a su tierra.

-Ante todo supone una gran alegría, pero no puedo dejar de decir que me ha costado un poco venirme de Madrid, donde llevaba diez años en Santa María del Pilar, en el barrio del Niño Jesús.

-¿Qué hacía allí?-Primero estuve de párroco y profesor en el colegio y después en el de Santa Ana y San Rafael. Y claro, uno hace relaciones y vínculos con las personas y cuesta mucho despedirse aquellos a las que quieres y con las que has trabajado. Me ha costado un poco pero claro, vengo al mejor de los mundos posibles. Vengo a Cádiz, que como dice nuestro amigo Paco Calancha «no es el paraíso pero lo que más se le parece». 31 años después vuelvo. Me fui en el 91 con 18 añitos.

-¿Y lo nota muy cambiado? ¿Le está pasando lo que a muchos que vuelven años después a su ciudad y ve que ya no se adapta de tanto cambios como ha habido? ¿Ha sido el caso?

-El colegio ha cambiado mucho en cuanto a personas porque los que fueron nuestros profesores la mayoría ya están jubilados.

-O no están, como por desgracia el que era poseedor de esta sala, el padre Luis.

-Exacto, pero lo que es seguro es que está en el cielo. Pero más allá del inevitable paso de la vida, lo cierto es que en el cole hay mucha gente nueva y buena. Una de las grandes alegrías que me da volver es encontrarme o cruzarme cada día con padres del colegio que fueron mis amigos y mis compañeros.

Rafa Iglesias, bajo la imagen del Padre Chaminada.

-Viene de Santa María del Pilar ejerciendo como párroco y profesor. Y ahora, ¿qué funciones desempeña en San Felipe Neri?

-Ya en Madrid, estos tres últimos años, compaginaba mis labores en el colegio con las de Asistente en el Consejo Provincial, que digamos es el equipo de animación y gobierno de los religiosos marianistas en España. Y ahí sigo. Eso me supone cada cierto tiempo volver a Madrid para reuniones y encuentros así como visitar otras comunidades. Pero mi base está aquí y mi tarea es conectar con esta realidad tan grande como es San Felipe Neri. Me han encargado la animación de la comunidad religiosa y estoy como asesor en el equipo de la dirección, que es una figura que tenemos en aquellos equipos de dirección en las que ya no hay un religioso marianista como director. En cierta manera, es un papel que acompaña y trata de animar la identidad marianista en el centro. Además de todo ello, también soy uno de los capellanes del colegio.

-¿Cuántos marianistas sois en el centro?

-Ocho. Una cifra que está muy bien para lo que tenemos en este momento.

-Demos un salto del presente al pasado. ¿Cómo fueron sus primeros pasos en San Felipe Neri?

-Entré aquí con cuatro añitos, en el 77/78. De hecho, nosotros estrenamos el edificio de Primaria, entonces de la EGB. Recuerdo perfectamente como en la Navidad del año 77 trasladamos por el patio y desde el antiguo edificio que estaba pegado a la famosa Torre nuestras sillitas al nuevo edificio de EGB, que ya tiene unos años. San Felipe Neri ha sido, para muchos de nosotros, la segunda casa. Me sigo reuniendo con el grupo de amigos de mi antigua clase, de la A. Nos vemos en Navidad, en Semana Santa, en verano... Y lo que solemos decir es que nosotros lo hemos aprendido todo aquí y que ese vínculo que hicimos no se rompe. Es una cosa tremenda.

-¡Qué voy a decir yo que vengo justo ahora de celebrar el 25 aniversario de mi promoción!

-Exactamente, lo sé, lo sé. Pues yo creo que eso es una cosa maravillosa. Como decía José María Pemán, exalumno también, «cuando se entra en San Felipe Neri ya nunca más se sale». Aquí aprendemos nuestras primeras letras, a sumar, restar, multiplicar, dividir y a vivir. Hacemos unas relaciones para toda la vida y nos dan un modo de ver las cosas, el mundo, la vida. Y evidentemente, bajo una mirada cristiana. Forma parte de nuestro ser por lo que se comprenderá que volver aquí para mí es muy emocionante.

-Entra en parvulitos y estrena edificio. ¿Estaba también el tren de piedra aquel en la zona de los columpios?

-El tren se hizo después. ¡Me estás haciendo muy viejo ya! (risas). Cuando yo llegué nada más que había la arena de las obras del nuevo edificio. Después llegó el tren.

-No pasa nada, a Cádiz aún no ha llegado el AVE. Que todo sea eso (risas). ¿En qué clase le tocó hacer la EGB?

-En la A, por supuesto, la de los rojos. Es el color predominante ahora mismo porque todos los niños de Primaria es el que llevan.

-Bueno, después entraremos en política. Pero al hilo de esto, tengo entendido que ya las clases no se diferencian por los colores como antaño y que se han unificado todas bajo el mismo color. ¿Qué le parece estas cositas que ahora dicen que fomentan la rivalidad y demás?

-Puede ser. Pero también es verdad que el color representativo del colegio siempre fue el rojo y es una manera también de dar identidad. La equipación de los equipos deportivos de San Felipe siempre ha sido la roja.

-Nos olvidamos de los colores y entra en BUP y a un nuevo edificio que es en el que ahora nos encontramos.

-Para nosotros aquellos años era pasar de una clase masculina y brutota al descubrimiento del mundo de las chicas. Ya teníamos más profesores y era como una cosa más seria. Don Carlos Aranda, don José Ernesto... que aún persisten por aquí. Son los últimos bastiones. Aquello era una etapa recuerdo de mucha bronca, de mucha travesura. En definitiva, de pasar a un mundo distinto como era el de BUP y lo que esto suponía. Nuestras fiestas de los sábados a partir de 3º de BUP, las misas de la juventud con Luis Castro, en las que había un despliegue impresionante.

-Supongo que de letras, ¿no?

-Sí, letras mixtas.

-¿Cuándo recibe La Llamada?

-Debo decir que cuando estaba todavía en EGB para mí fue muy importante una gran persona y un gran gaditano adoptivo como es el Padre Feliciano. Porque todavía vive y hay que decirlo. Reside en Madrid, en la casa en la que tenemos a nuestros mayores; tiene 99 años y si Dios quiere cumplirá los 100 el próximo 24 de enero.

-¿Y cómo está?

-Tiene su cabeza bastante bien; obviamente está muy frágil y débil como corresponde a la edad. Y decía que para mí fue la persona de referencia por ser tan buena, tan bondadosa y al servicio de tanta gente.-¿De dónde es Feliciano?

-De Álava, del condado de Treviño.

-¡Eso es el enclave vasco en ...?

-Eso es Burgos en Alava. Lo que pasa es que Feliciano es un gaditano más. Estaba aquí desde antes de la década de los 70 y se fue hace muy poquitos años. Para mí él fue la primera referencia seria. Recuerdo las misas de niños en el cole con Pepe Cuadrado, un tío genial que era padre de alumnos y se traía su guitarra. También recuerdo muchas campañas en el cole; organizamos el día del bocadillo, el ayuno voluntario en la que se montaba mucho jaleo aquí en el patio... Esos fueron para mí, los primero momentos del despertar vocacional.

-¿Y el momento clave?

-Evidentemente, el momento más fuerte fue estando ya aquí en este edificio, en 3º BUP-COU, haciendo nuestros ejercicios espirituales en El Puerto de Santa María, en la casa de la Inmaculada. Era una casa mítica en la que recuerdo ir con mis compañeros cantando en el Vaporcito de El Puerto. Aquellos fines de semana con Luis Castro creo que los guardamos todos en la memoria porque eran maravillosos. Pues bien, ahí, en esos ejercicios recuerdo ya algo importante que sentí. De hecho, este mismo verano he ido a esa misma casa de la Inmaculada a la que seguimos acudiendo con frecuencia los marianistas y he recordado que había un lugar en el que ponía 'Se manifestó junto al mar'. Por eso, para mí, esa casa es un sitio muy especial porque fue en aquel lugar cuando verdaderamente sentí que mi vida tenía sentido haciendo lo que yo había visto en algunos marianistas como Luis, Feliciano... Me dije que ahí yo iba a encontrar el sentido para mi vida. Ese trabajo con los jóvenes de acompañarlos, de escucharlos... Era un trabajo que hacía buena la vida con los demás y que generaba una casa, una casa para todo el mundo. Y yo quería ser parte de eso. O al menos, si yo quería seguir a Jesús y darle mi vida, yo sabía la forma en la que quería hacerlo y no era otra que como lo hacen los religiosos marianistas. Ahí empezó mi camino.

-Un camino que pasa por COU en San Felipe y que le lleva a dónde.

-Ya con la idea clara de ser religioso me voy a Salamanca a estudiar Derecho.

-¿Y no Teología o algo relacionado directamente con la Iglesia?

-Los marianistas siempre estudiamos primero una carrera civil y después ya, si vamos a ser sacerdotes, es cuando estudiamos la Teología. Eso también nos da una manera de estar en el mundo.

-¿Qué explicación tiene eso?

-Nosotros nacemos en la Revolución Francesa y en un tiempo nuevo. Y en eso, Chaminade, nuestro fundador, ha marcado una manera de estar en la sociedad civil, en diálogo con la cultura. Yo creo que esa formación inicial en una universidad civil nos da también capacidad de diálogo con las personas.

-Bueno, algo que se dice de los Marianistas es que una orden que muchos vemos a la izquierda del centro de la Iglesia. ¿Puede que ese carácter venga adquirido de los albores de la Revolución?

-Yo creo que sí, porque nuestra manera de entender nuestra presencia en la sociedad, nuestro diálogo con la cultura o nuestra manera de ser Iglesia está marcado por el momento en el que nacimos. Era necesario una manera diferente de estar en el mundo porque el antiguo régimen había pasado, había caído. Y todo eso lo tenía claro Chaminade y muchos de sus primeros seguidores.

-Cuéntenos algo de su vida universitaria. ¿Cómo se podía ser siendo un proyecto de Dios entre tanta fiesta?

-Fue una maravilla. En Salamanca vivíamos en una comunidad de jóvenes religiosos, cada uno estudiando su carrera, y fueron unos años preciosos. Llevábamos una vida muy intensa tanto en la ciudad como participando en el día a día de las parroquias. Fueron cinco años inolvidables en Salamanca, una de las ciudades de las que me he ido llorando porque como decía otro marianista que está ahora en Cuba y que fue profesor de este colegio, Ignacio Osorio, «a Salamanca vamos para todo. Vamos para estudiar, vamos como religiosos para rezar, pero se va también para pasarlo bien. Y quien no hace esas tres cosas, se equivoca».

-Hombre, en Salamanca eran esos multitudinarios Congresos de Derecho tengo entendido.

-Y tanto. ¡Vamos, algún que otro amigo tuyo ha estado en esos Congresos de alumnos de Derecho Penal! Eran una maravilla porque no solamente se estudiaba Derecho sino que organizaban muy bien las actividades complementarias como capeas, fiestas y demás que es donde más se dejaban ver.

-Jajajaja Doy fe, doy fe de que ninguno de esos que tenemos en mente acabó. La carrera me refiero. No fue su caso.

-jaja No, no. Yo la acabé. Eso sí, entre medias de esos cinco años de carrera estuve dos en Zaragoza, donde me preparé para ser religioso. Sabes que Zaragoza es nuestra ciudad especial porque es allí adonde fue Chaminade desterrado en 1797, coincidiendo con la Revolución. Y es allí, ante la Virgen del Pilar, donde él tiene su momento de inspiración y pone en marcha un movimiento nuevo para evangelizar de acuerdo con esas claves para un tiempo nuevo.

-¿Por eso hace de Zaragoza y la Virgen del Pilar el 'Sancta Sanctorum' de los Marianistas?

-Claro, es allí donde teníamos la casa del Noviciado, donde nos preparamos para ser marianistas. Allí tenemos dos colegios, uno pequeño (Bajo Aragón) y otro más grande (Santa María del Pilar). Ambos han hecho ya sus respectivas olimpiadas marianistas.

-¿Y qué hace allí esos años?

-Allí hago mis primeros votos y me preparo para ser religioso marianista.-Entiendo que cuando va a Zaragoza no es sacerdote aún, ¿no?-No, no, claro. No soy ni religioso siquiera. Aquellos son dos años de preparación. Los hago después de cursar Primero de Derecho. Entonces hago mis votos y vuelvo a Salamanca cuatro años más para terminar la carrera.

-Ok, ok. Recapitulando: un año en Salamanca, dos en Zaragoza para hacer los votos y otros cuatro en Salamanca para terminar la carrera. Vamos, que la cosa estaba clara y no podía descarriar por el camino. Y una vez terminada la carrera, ¿qué le espera?

-Ya siendo religioso, que no sacerdote, y licenciado en Derecho, me mandan colegio del Pilar de Jerez y allí estoy tres años. Aquello sería 1998, año en el que comienzo a dar clases a alumnos de la ESO y lo que quedaba del BUP y empiezo a enseñar como buenamente puedo. Se estaba estrenando la Secundaria, un nuevo modelo, otra reforma de las recurrentes que tenemos en nuestro país. Fue una etapa muy bonita de mi vida porque fue mi primer regreso al sur.

-Ha hablado que estuvo esos primeros tres años en Jerez. ¿Dónde fue luego?

-Fui a Madrid por primera vez, donde estudié un año de Filosofía y estuve colaborando en la pastoral del colegio Santa Ana y San Rafael. Al terminar ese año ya sí me voy a Roma, al Seminario. Nosotros tenemos un seminario internacional al que van todos los religiosos marianistas del mundo que se van a ordenar sacerdotes. Allá pasamos tres años. Estudiamos en la Universidad Gregoriana, la de los Jesuitas.-Suena más que enriquecedor.-Lo es. Convivir en la misma casa con hermanos de diferentes países fue una experiencia internacional muy bonita. El hecho de coincidir personas de culturas tan diferentes bajo un mismo techo era muy enriquecedor. Estuve con religiosos de Estados Unidos, de América Latina, de África, de Corea, europeos... En mi clase de la Universidad éramos ciento y pico y yo era el único español. Es una experiencia genial para darse cuenta de que la Iglesia es muy ancha, de que hay muchas maneras de estar y que por supuesto la diversidad cultural es todo un aprendizaje vital que no he olvidado. Eso que dicen que viajar abre la mente, pues vivir en otro país, y sobre todo en un lugar tan internacional como Roma, ayuda a descubrir la cultura y la riqueza de la diversidad. Y también en la Iglesia, porque a veces somos muy cerrados, y enseguida encasillamos y etiquetamos.

-Eso le iba a decir. ¿Cómo eran esas conversaciones, discusiones o debates con compañeros de otras órdenes?

-Muy enriquecedoras. Y claro que las había, pero servían para darte cuenta de que al final las cosas esenciales son muy pocas.

-¿En qué sentido?

-Puede que a veces hacemos muchas banderías y trincheras para pelearnos, criticarnos y enfrentarnos pero te das cuenta cuando vives en un ambiente diverso, con muchas culturas, grupos y países diferentes que son esas pocas cosas esenciales en las que tenemos que mantenernos unidos. Y después ya ser muy respetuosos y muy dialogantes con esa diversidad que hay en todos los ámbitos de la vida, pero también en la Iglesia.

-Estudia el Seminario en tiempos de Juan Pablo II. ¿Qué recuerda de él?

-Pues mira. Su muerte me pilló en la Semana Santa de mi último año.

-Qué cosas. A mí también me cogió allí. Y como todo lo recuerdo en base al fútbol diré que fue el fin de semana en el que el Cádiz de Espárrago ganaba en Vitoria al Alavés dando un paso muy importante para el ascenso. Recuerdo esos días en la Plaza del Vaticano con muchísima gente que pasó varios días rezando por él.

-Así es. Estaba muy enfermo ya. Para colmo, murió en la Semana de Pascua y a los pocos días fue la elección de Benedicto XVI. Recuerdo haber corrido por la Via della Conciliazione y llegar en el momento en el que se abrió la logia y apareció Benedicto VXI. También rememoro mucho la noche de la muerte de Juan Pablo II, un papa al que se le quiso muchísimo tal y como se comprobó esos días en la Plaza de San Pedro.

-Siguiendo con Roma y con todo lo que se cuece en esa ciudad imperial y santa, ¿cómo están vistos los marianistas dentro de la Iglesia?

-Nosotros somos una congregación muy pequeña. En el mundo estamos en torno a mil religiosos.

-¿En el mundo? Pues sí que hacen ruido.

-Exactamente. En estos momentos, nuestra relación con el Vaticano es muy buena e incluso me atrevo a decir que en algunas cosas aportamos nuestro granito de arena a la Iglesia y somos un cierto referente. Por ejemplo, SM, nuestra editorial que tiene asociada otra religiosa (PPC), presta un gran servicio a la evangelización a través de la cultura y la educación. La revista 'Vida nueva', el único semanario español de información religiosa, también para América Latina, lo lee semanalmente el Papa Francisco. Así que tanto en educación como en el mundo de las publicaciones somos un cierto referente. Eso sí, con la humildad de decir que somos una congregación pequeña y no podemos compararnos con otras más numerosas como Jesuitas, Maristas, Salesianos, etcétera.

-Ha vivido en la fe con los tres últimos papas. ¿Se atreve a definirme en pocas palabras a cada uno de ellos?

-Juan Pablo II ha sido el papa más internacional; capaz de movilizar a tantísimos cristianos. No hay nada más que mirar la JMJ (Jornadas Mundiales de la Juventud), que el puso en marcha. En ese sentido, ha sido un gran líder en la Iglesia. Benedicto XVI es un sabio sorprendente. No esperábamos su gesto y decisión: cuando vio que no tenía más fuerza y capacidad, presentó su renuncia y dio un paso al lado. Para eso hay que tener una humildad muy grande. Marcó un hito histórico. Y Francisco creo que ha sabido ofrecer la vida cristiana para hoy en clave de alegría con un lenguaje nuevo que alcanza a muchos que se habían distanciado de la fe. Ha sido capaz de mostrar al mundo que merece la pena vivir la fe con alegría. Es el Papa de la sensibilidad y la cercanía a la gente que lo pasa peor; nos está poniendo las pilas para que los cristianos nos fijemos sobre todo en las cosas importantes y sirvamos a la gente que más lo necesita.

-Volvamos a su historia. ¿Cuándo y dónde se ordena sacerdote?

-Me ordeno en Jerez el 15 de junio de 2005 y lo hago allí porque para mí había sido una ciudad muy especial tras mi paso por el colegio del Pilar, donde aún tenía a mis compañeros con los que trabajé. También tenía a los grupos laicos de fraternidades, que eran muy amigos. Así que llamé a don Juan del Río, obispo de Jerez fallecido recientemente como arzobispo castrense, y le pedí ordenarme allí. Para mí fue un día precioso. Verme arropado por mi familia y tantos amigos del mundo marianista de Jerez. ¡Pero eso sí, mi primera misa fue evidentemente aquí, en el colegio San Felipe Neri! Imagina, celebrar tu primera eucaristía en el colegio donde había estado tantos años fue muy emotivo porque junto a mí estaban el P. Luis Castro, el P. Feliciano, y también estaba por aquí José Antonio Barbudo.

-¿Cómo se tomaron sus padres el día en el que comenta en casa sus planes de dedicar su vida al servicio de la Palabra?

-A mi familia no pudo resultarle extraño puesto que prácticamente hacía mi vida aquí, en el colegio. Claro que mis padres también tenían sus dudas. Me acuerdo que mi padre me decía 'bueno, tú piénsatelo un poquito más. Empieza a estudiar la carrera y ya vas viendo...'. Pero, mira, cuando uno recibe este regalo que es la llamada a vivir el seguimiento de Jesús con todas sus consecuencias no hay nada que te pare. Lo tenía muy claro. En ese momento porque no podía dudar que mi vida estaba encaminada a seguir a Jesús en la vida marianista porque era la que había conocido y en la que sentía feliz. Me sentí muy atraído y no había nada que me hiciera mover de esa llamada tan fuerte que sentí.

-Una vez dada su primera misa y ordenado sacerdote vuelve a Madrid. ¿Qué hace allí?

-Fui a Universidad Pontificia de Comillas y allí hice la especialidad en Teología Espiritual. Son dos años muy buenos que me dan la oportunidad de profundizar en muchos temas marianistas, en los escritos de nuestro fundador, el Beato Guillermo José Chaminade. Al tiempo que voy estudiando, comienzo una experiencia muy bonita como cura en el colegio Hermanos Amorós, de los marianistas en Carabanchel Alto, muy cerca de Cuatro Vientos.

-¡Hombre! Ese colegio tan colchonero que muchos pensamos aún que es un filial del Atlético.

-Y sí que lo fue. Es un colegio súper atlético. Allí estuve de capellán. Fíjate que yo venía de estudiar en Roma y todo eso y me colocan de capellán en infantil (risas). Pues para mí fue una aventura muy bonita y desde aquí recalco el mérito que tienen los profes de infantil, son unos artistas con una dedicación y una creatividad increíble. Yo aprendí una barbaridad porque hablar a los niños es más difícil que hablar a los adultos y ya hablarle de religión pues imagina.

-Termina esos dos años en los que compagina estudios y clases en el colegio y...

-Pues que me llamó el provincial para decirme que me volviera a Jerez, donde estuve cinco maravillosos años como responsable de Pastoral y dando clases en Secundaria y Bachillerato. También animaba a grupos laicos de fraternidades y disfrutando de la ciudad de Jerez, donde preste el servicio director espiritual de la hermandad marianista de la Vera-Cruz, que sale el Jueves Santo.

-¿Y qué tal con los vecinos? ¿Cómo llevaba eso un gaditano entre tanto jerezano?

-Tengo una anécdota muy graciosa con José Antonio Barbudo, que como yo es de Cádiz y él estaba allí como párroco. Los dos llevábamos ya un tiempo en Jerez y le dije: 'José Antonio, tenemos que ir a empadronarnos'. Así que fuimos los dos a la ventanilla del Ayuntamiento y nos dice el señor que qué queremos. Nos miramos los dos, y decimos con gesto serio: «Empadronarnos». Y nos pregunta amablemente: «¿Y ustedes de dónde son». Y volvemos a mirarnos antes de responderle en seco. «De Cádiz». Total, que el señor se echó a reír viéndonos resignados y al salir me dice José Antonio: «Vamos a tomarnos una copa para quitarnos cuanto antes este disgusto. ¡Hemos perdido la ciudadanía gaditana!» (risas).

-Jaja. Pero bueno, han vuelto.

-Sí, sí. Hace unos días fui al Ayuntamiento y, con gran alegría, me he vuelto a empadronar en Cádiz.

-Y tras cinco años en Jerez, otra vez a Madrid.

-Como bien sabes, yo estaba de maravilla en Jerez, pero como somos hijos de obediencia, el provincial me vuelve a llamar para decirme 'mira, Rafa, que necesitamos un párroco en Santa María del Pilar'. ¿De párroco? pero si yo no he sido párroco en mi vida, le dije.

-¿En Amorós no lo fue?

-No, no. Celebrar misa no es lo mismo que llevar una parroquia. Y allí he estado ochos años de mi vida. Diría que han sido muy felices por lo que hemos conseguido hacer en Santa María del Pilar, un colegio y una parroquia. Antes de llegar habían un cierta distancia entre ambas. Y lo más bonito que conseguimos fue poner en pie un único proyecto para el colegio y la parroquia y una sola comunidad de fe.

-¿Sólo era párroco?

-Y profesor también.

-¿De ahí el nexo de unión que hizo?

-Ayudó. El trabajo fue de muchos, pero aprovechamos la sinergia entre ambas plataformas (colegio y parroquia). Estoy muy orgulloso de lo conseguido porque ha generado un espacio, un hogar para personas y comunidades y en donde mucha gente y sobre todo a mucha gente joven viven su fe con alegría. Un lugar y una comunidad que les ayuda a desarrollarse tanto en su vida universitaria como en los primeros años profesionales.

-Ya que hablamos de la juventud. ¿Cómo está la vocación?

-La vocación es todo un reto. Hablar de vocación no es sólo hablar de curas o de religiosos. Hablar de vocación es responder a la pregunta: '¿yo qué voy a hacer con mi vida; a qué estoy llamado para ser feliz y si soy capaz de generar vida para los demás?'. Esto es una pregunta que se la tiene que hacer todo el mundo y a veces tenemos mucho ruido y estamos tironeados por muchas cosas. Entonces la pregunta se pierde sin que nadie se la haga. Los chavales llegan muchas veces a 2º de Bachillerato y a veces no saben todavía qué van a hacer con su vida. Para mí es todo un reto ser capaz de poder acompañar a estos chavales para que puedan contestar a esta pregunta y la puedan responder bien porque en ellos les va su felicidad. Ahora bien, ¿qué pasa con las vocaciones religiosas? En primer lugar, ha descendido muchísimo la vida de fe. Y si hay bastante menos gente que vive su fe cristiana, pues evidentemente es muy difícil encontrar a personas que quieran entregar su vida entera como sacerdote, religioso, religiosa. Hay muy pocas vocaciones.

-En Cádiz hemos visto lo que ha pasado con los franciscanos, pero ¿cómo están los marianistas?

-Como todos. El año pasado hizo los votos José Enrique, un cubano formado en España, pero ha vuelto a su país. Y sí, son muy pocos los jóvenes que se ordenan. Para nosotros, los religiosos, el reto es vivir con alegría nuestra vocación porque tenemos un regalo, un don que nos permite ser felices, vivir juntos la vida cristiana y hacerlo con este estilo propio de nuestro carisma mientras lo aportamos a la Iglesia. Y segundo, contárselo a la gente y especialmente a los jóvenes, Y decirles, 'oye, nosotros somos felices así. Si tú te sientes invitado, aquí estamos; la puerta está abierta. Sin forzar a nadie porque no es nuestro estilo ni dar la brasa ni nada de eso. Pero sí creo que tenemos que ser atrevidos en decir que somos felices con el tipo de vida que llevamos.

-Recién aterrizado de Madrid como quien dice, ¿cómo ve a los gaditanos en su fe? Hace nada se llenaron las calles para ver la Magna de los misterios. ¿Ese folclore ayuda?

-La Magna y la Semana Santa en general es como un cóctel de muchas cosas diversas, ¿verdad? De la cultura, de nuestro folclore y también de la religiosidad popular. Es muy atrevido y necesitaría tiempo para responder a esta pregunta,

-Pues nada, el año que viene veremos cómo ve al personal.

-Jejeje. Necesito tiempo, sí. Pero yo creo que aquí todavía hay una raíz cristiana fuerte y los que servimos a la Iglesia tenemos que ser capaces de seguir abriendo puertas tendiendo la mano y dialogando mucho para llegar a la vida cotidiana y ordinaria de las personas que en medio de sus alegrías y dificultades buscan sentido para vivir y gente con la que hacer ese camino.

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