FLAMENCO

La Peña Juanito Villar vuelve a encender el alma de Cádiz en su XXXIX Encuentro Flamenco

El próximo 11 de julio el patio del Colegio Santa Teresa acogerá este especial evento que será dedicado al gaditano Enrique Franco

Peña Flamenca Juanito Villar. L.V.

En una ciudad donde el arte parece deslizarse por cada rincón, todavía hay lugares donde el flamenco no es espectáculo, sino herencia. Uno de ellos es la Peña Flamenca Juanito Villar, baluarte del cante hondo en la misma puerta de La Caleta, que este próximo viernes 11 de julio celebrará una de sus citas más especiales: el XXXIX Encuentro Flamenco, dedicado este año al gaditano Enrique Franco.

Será a las 21:00 horas, en el Patio del Colegio Santa Teresa, y no solo será una noche de música. Será una ofrenda. Un acto de memoria. Un homenaje a un hombre —y a todo lo que representa— desde una peña obrera y cercana, levantada sin grandes medios pero con toda la dignidad y el compromiso de sus socios.

Sobre el escenario estarán tres nombres con peso y alma flamenca: el legendario Juan Villar, el jondo y clásico Cancanilla de Málaga, y el expresivo y carismático Fernando Soto. El evento cuenta con un aforo para dos mil personas, y se podrá acceder mediante donativo de 5 euros para entradas de pie y 10 euros para entradas con asiento, disponibles hasta fin de aforo. Los puntos de venta son: la propia Peña Flamenca Juanito Villar, la tienda Discos 'El Melli', y también el mismo día del encuentro en la puerta.

«Homenajear a Enrique Franco es homenajearnos a nosotros mismos. A nuestra gente, a nuestro barrio, a nuestra forma de vivir el flamenco», expresa Luis Franco, vicepresidente de la Peña y, además, sobrino del homenajeado.

Y tiene razón. Porque Enrique Franco no es solo un gaditano. Es un símbolo. Su arraigo al flamenco viene del barrio, de la calle, de la fragua y del albañil, de los patios compartidos y del sudor del trabajo. Su amor por el flamenco no está barnizado por la industria, sino por la vida. Y eso es lo que celebrará la Peña Juanito Villar.

La peña que canta desde el andamio

Ubicada en el corazón del barrio la Viña, la Peña Juanito Villar no tiene focos ni alfombra roja. Tiene algo mejor: una comunidad que sostiene el arte desde abajo, a pulmón, entre jornales y turnos partidos, entre padres, hijos y nietos que se han criado escuchando compases antes que canciones.

«Aquí somos todos trabajadores. Gente de barrio, de la calle. Nadie cobra por organizar los Encuentros. Lo hacemos por convicción. Por amor al flamenco y a nuestra identidad», reivindica Luis Franco.

Desde hace 39 ediciones, esta peña organiza sus Encuentros Flamencos sin más financiación que la que aportan sus propios socios y algunos colaboradores. Y sin embargo, año tras año, logra traer a figuras del cante y la guitarra, manteniendo viva una tradición que no se aprende en los conservatorios, sino en la vida.

«No nos hace falta un gran teatro. Lo que tenemos es autenticidad. Aquí, si se va la luz, se canta a palo seco. Y sigue sonando igual de profundo», añade con orgullo.

Un barrio que no olvida su voz

Dedicar este Encuentro a Enrique Franco es también un acto de justicia poética. Porque su nombre representa a toda una generación de cantaores que pusieron el cuerpo cuando el arte no daba fama, ni redes sociales, ni dinero. Representa a los que cantaban por necesidad, por memoria, por dolor o por alegría. A los que hicieron del flamenco su forma de decir «aquí estoy».

Luis Franco, vicepresidente de la Peña.. l.v.

«Enrique es uno de los nuestros. Por eso este homenaje no es un protocolo, es una fiesta de la verdad. De esa verdad que tiene el cante cuando se hace sin trampas», apunta Luis Franco.

Franco (Enrique) será el epicentro de una noche que promete mucho más que recitales. Será un encuentro entre generaciones, entre vecinos, entre quienes siguen creyendo que el arte sirve para unir y no para dividir. Y será también, como cada año, una reivindicación de que el flamenco es del pueblo y no de las vitrinas.

Cultura viva, sin etiquetas

En una Cádiz que se enfrenta al dilema constante entre la conservación de su alma o su conversión en escaparate turístico, la Peña Juanito Villar ofrece una respuesta clara: el flamenco se vive, no se vende.

«Hay muchas peñas que ya no están. Nosotros seguimos porque tenemos claro por qué lo hacemos. Porque esta peña no es solo flamenca: es social, es de barrio, es nuestra», sentencia el vicepresidente.

Este 11 de julio, cuando suene la primera guitarra en el patio del colegio Santa Teresa, no solo se homenajeará a un gaditano. Se celebrará una forma de estar en el mundo, de resistir, de cantar lo que somos.

Cádiz tendrá entonces su noche. Enrique Franco, su tributo. Y la Peña Juanito Villar, otra página escrita en voz alta. Porque hay cante que no necesita escenario. Solo verdad.

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Tres meses 1 Al mes Sin permanencia Suscribirme ahora
Opción recomendada Un año al 50% Ahorra 60€ Descuento anual Suscribirme ahora

Ver comentarios