De un día para otro

Navidólogos y navidófobos desde 1843

El alumbrado por exceso o por defecto, el precio de la electricidad, luz de gas, los trenes abarrotados. Todos son motivos para tirarse a la vía. Si hay sitio

Vagón del Metro de Londres como si fuera el Cercanías en Segunda Aguada. AFP
José Landi

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Visto lo que gusta una trinchera se admiten apuestas para ver cómo se llamará la próxima. Entre las posibles, cada vez es más probable la de navidófobos contra navidófilos. Unos y otros creerán, ufanos, que han inaugurado motivo para mirarse con desprecio la ropa, los gestos, las pulseras, el verbo, las pintas y las banderas. Para colgarse todo tipo de pringosas etiquetas. Recordar que 'Cuento de Navidad' fue publicado en 1843 con su, desde entonces, célebre Mister Scrooge, primer y único gran 'hater' navideño, basta para bajar los humos a los que crean inventar nada.

Ahorro de energía, encendido de luces, recesión, inflación y menos capacidad de gasto de las familias o las personas sueltas serán los nuevos troncos para echar a la hoguera de las calamidades y las hostilidades. Nuevos o no tanto. Podemos revisar 'Plácido', siempre hay motivos para volver a Berlanga y Azcona, para entender que siempre hubo frío, miseria, estrechez, guerra o posguerra o preguerra y, sobre todo, miedo.

Al final, como casi todo, especialmente las fiestas, se trata de cuestión particular, íntima, casi. En la que cada uno celebra o duerme, canta o calla, visita o se queda, compra o no, según pueda y quiera, según ánimo y cartera, salud propia y familiar, gustos y ganas. A qué decir a nadie qué debe hacer y cuándo, qué debe apagar o encender y por qué, festejar o ignorar, adorar u odiar. Todo eso es personal y, ojalá, intransferible.

Adelantados

Sea por temor al «fin de la abundancia», que diría Emmanuel, o por agilidad comercial, en Extramuros más de 120 comercios han abierto ya la campaña. Aplazan en tres pagos sin intereses o regalan 'rascas' con obsequios. Bien está si consuela los bolsillos de clientela y comerciantes. Si todos ganan y nadie pierde. Hay establecimientos muy metidos en la memoria sentimental de muchos gaditanos y siempre es un placer gastar lo poco que se tenga. Siquiera porque la parca se ha puesto como Ryan Air, que no te deja meter nada en cabina, mucho menos bolsas con dinero. Las medidas de ahorro consistirán en reducir, algo, el alumbrado y en retrasar, poco, el encendido. De 25 de noviembre a 2 de diciembre. No parece que nadie vaya a entrar en depresión por dilación. Con las que se han montado en esta vetusta ciudad, o en Vigo, por mor del alumbrado. Que si pobre, que si obsceno, que si mucho, que si poco. Tanto ruido para algo tan efímero y menor. No hay dos personas que lo vean del mismo modo, además.

Acojonados

Que los hoteleros (sin 's') gaditanos hagan una campaña para animar a los europeos del Norte a venir a la provincia durante el crudo (o flambeado) invierno porque se está muy bien, está muy bien. Es su negocio, es su derecho. Tiene todo el respaldo de la lógica. Que lo hagan diciendo que así pueden huir de unas facturas de luz o gas impagables, de los seguros apagones y cortes de suministro parece poco estético y menos ético. Como los anuncios de alarmas pero a chorro. Ya puestos podrían ofrecerles estar más lejos del hongo nuclear. Como campaña publicitaria sería imbatible.

Apretados

Desde que los trenes, Cercanías y a Sevilla, son gratis nos ha dado por descubrir una red de estaciones, frecuencias y vagones bastante apañada. Mucho más práctica, moderna, limpia y segura que en la mayoría de ciudades de Europa (el que lo probó, lo sabe). Pero nos ha dado tanto, tanto, tan a la vez, por el transporte público que van a tener que contratar a empujadores como en el metro de Tokio. El empetamiento (o empetación) alcanza niveles agónicos en determinados momentos (entrada y salida a facultades y centros de trabajo), ida y vuelta de partidos de fútbol, fiestas, eventos... Los usuarios entran en la aplicación de Renfe como el que echa el último euro de la pensión de su madre en la tragaperras. Entre la culpa, la tensión y la ilusión por el improbable premio: la especial es encontrar un asiento para marzo de 2025. Una vez lograda la gratuidad estaría bien la disponibilidad. Algún vagón más en momentos concretos, en muchos. La buena red de Cercanías, de Media Distancia, que teníamos y nosotros sin saberlo hasta que nos convidaron. Lo que aprende uno sin pagar.

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